PLASTICA › GUILLERMO ALONSO, FLAMANTE DIRECTOR DEL MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES
Ganó por concurso y por cinco años el cargo de director general del principal museo del país –con un patrimonio de 12.000 obras que van desde el precolombino hasta la actualidad– y en este primer reportaje cuenta los puntos principales de su proyecto.
› Por Fabián Lebenglik
Guillermo Alonso es el flamante director general del Museo Nacional de Bellas Artes. Ganó su cargo por concurso, elegido por el secretario de Cultura de la Nación, José Nun, entre una terna de candidatos propuesta por un jurado de especialistas nacionales y extranjeros integrado por Marcelo Araújo –de la Pinacoteca del Estado de San Pablo–, José Emilio Burucúa –de la Academia Nacional de Bellas Artes–, Natalia Majluf –del Museo de Arte de Lima–, Carmen Sycz –Subsecretaría de la Gestión Pública– y Américo Castilla –ex director de Patrimonio y Museos de la Secretaría de Cultura–. Alonso –que tiene 42 años, es abogado y trabajó en un cargo gerencial en el Fondo Nacional de las Artes durante la gestión de Amalia Fortabat– asumió la dirección del museo por cinco años y cuenta en éste, su primer reportaje, las líneas principales de su proyecto al frente del Museo Nacional de Bellas Artes.
–No sólo es poco frecuente que un director de museo asuma por concurso sino que además el museo tendrá una estructura completamente distinta luego de 110 años de historia.
–Me pareció interesante que se concursara este cargo y decidí presentarme porque los aspirantes no solo debíamos diagnosticar la situación del museo sino también desarrollar un proyecto. A partir de ahora el museo no será más, desde el punto de vista administrativo, una mera dependencia de la Secretaría de Cultura de la Nación, sino que su figura es, en lenguaje burocrático, la de una “entidad desconcentrada”. Esto no significa la completa autarquía, pero tiene una mayor independencia e identidad, le permite una apertura programática y, lo más importante, tener presupuesto propio. Hasta ahora –y también durante 2008, mientras se cumplen los plazos legales para la generación de un presupuesto específico–, todo estaba centralizado. Por ejemplo, hoy el museo sólo tiene presupuestado los servicios y los sueldos, que están cargados a la Secretaría de Cultura. Para 2009 el museo tendrá su propio espacio y un número en el presupuesto nacional. En ese presupuesto hay que hacer un cálculo que permita sostener políticas permanentes de muestras temporarias, publicaciones, investigación, programas culturales en el auditorio, restauración de obras del patrimonio... nada de esto estaba presupuestado.
–Hasta ahora la función del director reunía la gestión administrativa y artística. ¿Cómo será a partir de 2008 y en qué estado toma el museo?
–Luego del concurso del cargo de director general, ahora se concursarán, probablemente en marzo próximo, los cargos de director administrativo y artístico. En mi diagnóstico, el museo está mejor que muchas otras instituciones, incluso desde el punto de vista edilicio. Pero uno de los principales problemas es redefinir, a través de una nueva estructura organizativa, la situación del personal del museo, que debe contemplar las funciones del aspecto remunerativo. Los sueldos son muy bajos. El museo tendrá departamentos de curaduría, educación, investigación, administración...
–¿Cuáles son los puntos principales de su proyecto?
–Uno de los cambios de mi gestión será la incorporación de más curadores, por lo menos habrá tres curadores permanentes, por áreas. La colección del museo, de doce mil piezas, es muy compleja y va del arte precolombino hasta el arte contemporáneo. No existe alguien que pueda tener afinidad completa con todo el patrimonio. Pero sí hay gente que ahora está fuera de las instituciones y podría ocuparse tanto de la colección como de la programación.
–Desde la recuperación de la democracia hubo una política pendular en el museo: concentrarse en su patrimonio o funcionar como un centro cultural. ¿Cuál es su posición?
–Si por una parte está su patrimonio, por la otra el museo debe generar un debate intelectual y de propuestas para ver cómo tiene que seguir creciendo. Los museos deben tener una política activa con su colección y por el otro lado deben formar parte del debate intelectual de las artes visuales. Deben sostenerse criterios de curaduría, definir en cada caso qué se muestra y cómo se muestra. Articular lo local y lo internacional. Este museo tiene que estar en la red de los grandes museos del mundo.
–¿Cómo será la ampliación del museo y cuál es el porcentaje del patrimonio que se puede exhibir ahora y cuál el porcentaje deseable?
–Ahora solo puede exhibirse el siete por ciento de la colección y la media de los grandes museos va del treinta y cinco al cuarenta por ciento. Para esto es imprescindible el proyecto edilicio de crecimiento, que es otro de los puntos fundamentales de mi proyecto. Se va a convocar a un concurso internacional de ideas, para ocupar el lugar donde hoy está la confitería Modena. Esa ampliación permitirá duplicar el espacio en otros diez mil o doce mil metros cuadrados, según el uso que se les dé a los espacios. El concurso para la ampliación será el año próximo y el proceso completo de selección no debería durar más de 12 meses como máximo. El interés del secretario de Cultura es que la ampliación se ejecute. En mi primer año de gestión deberá generarse un muy buen proyecto e involucrar a todos los sectores que quieran tener que ver con esto. Partiendo de la base de que ésta es una institución pública y que se trata de un proyecto cultural, ideológico, y no simplemente de un proyecto edilicio.
–¿Cómo piensa articular el tema patrimonial con una política de compras o de incorporación de obra nueva?
–El museo tiene una gran colección pero no ha tenido una participación ni intelectual ni económica en su formación. Su colección se formó a través de donaciones. Esto fue igual en los museos de Europa, donde los que elegían eran los reyes, y de Estados Unidos, donde los ricos elegían y luego lo donaban. Pero desde mediados del siglo XX los museos se institucionalizaron y es cada museo el que decide sobre su colección. Lo que tiene el Museo Nacional de Bellas Artes es de un enorme valor patrimonial, que hoy no se podría reunir. Pero a futuro el coleccionismo debe partir del propio museo. Aquí hay que hacer una articulación de lo público y lo privado, para que haya una política de compras. Debe haber una inversión permanente. El proceso de coleccionismo debe hacerse por medio de curadores. Debemos hacer un debate para ver lo que tenemos y ver hacia dónde seguir creciendo.
–¿Cómo serán las publicaciones del museo?
–En el tema publicaciones quiero hacer un cambio radical. Por una parte está el tema de las exhibiciones. Cada muestra es el resultado de una decisión curatorial y todo debe documentarse. Pero aquí hay un gran déficit en documentar la colecciones en su conjunto. Debe haber uno o una serie de trabajos que analice también el contexto sociohistórico, además del análisis de la obra que tenemos. El museo debe incorporar investigadores, a gente que esté dedicada al pensamiento. Hay mucha gente que podría enriquecer la institución. El área de publicaciones está prevista para funcionar dentro del área artística.
–¿Quiénes serán los miembros del directorio del museo?
–Será un directorio de siete personas que todavía debemos nombrar. Adriana Rosenberg, que además convocará a personas notables y se dedicará a la programación y a la política de adquisiciones por donaciones. Sergio Baur, que se encargará del contacto con las instituciones del exterior y también se ocupará de la programación. Martín Redrado, en el área de presupuesto, sobre todo en la transformación de la situación actual a lo que entendemos que el museo tiene que ser. El también se ocupará del control del dinero que se reciba por donaciones para el proyecto de ampliación y para la colección. Por la Asociación de Amigos estará Nelly Arrieta. Y en representación del secretario de Cultura estará Nani Arias. Falta definir integrantes... por ejemplo un empresario para el comité de finanzas. Todos serán afines a la cultura y al coleccionismo. Toda ésta será gente con asiento permanente, institucionalizado, en la conducción del museo.
–¿Cuál es la situación del patrimonio que el Museo Nacional de Bellas Artes tiene en la sede de Neuquén?
–Lo voy a ver durante el mes de enero. Allí se trabaja en conjunto con el gobierno de la provincia y con la Secretaría de Cultura de Neuquén. Parte de la reserva del patrimonio del Museo Nacional está en comodato en ese museo. Debo definir una política de exposiciones.
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