DISCOS
8-Latitud Sur
Compañía Oblicua. BAU, 2008
La Compañía Oblicua, fundada y dirigida por Marcelo Delgado, tiene dos raras virtudes (en Argentina): la estabilidad y el hecho de que lo que la mantiene unida es el deseo de hacer precisamente la música que hace. No es frecuente, tampoco, que se edite un CD con un repertorio atrayente y actual. Esta edición, con interpretaciones comprometidas, rubrica una especie de canon hasta ahora casi secreto: el propio Delgado, Santiago Santero, Pablo Ortiz, Jorge Horst y Mariano Etkin, a quienes se agrega Facundo Ordóñez. D. F.
7-Por las ramas
Nicolás Lisich. Epsa/Perro Andaluz
Ni la gravedad de un Zitarrosa ni la apelación constante al candombe ni la búsqueda de clonar a Drexler: el arranque de “No sé qué pasó”, con esas guitarritas santanescas, pone en foco a otra clase de uruguayo, que intenta su camino con sus canciones. Eso no quiere decir que no se le note el termo bajo el brazo, pero lo que importa es el buen tono que puede hallarse en títulos como “Milonga blues del sur”, “Por las ramas”, “De ellos 2” y “Por la orilla del mar”. Su disco se editó aquí tras una larga batalla para cruzar el charco: merece atención. E. F.
8-Paciencia de piedra
Zamba Quipildor. Acqua Records
El primer tema de este disco, una notable versión de “Canción de lejos”, de César Isella y Armando Tejada Gómez, anuncia el perfil de todo el trabajo: canciones cuidadas, con buenos arreglos, repertorio de grandes poetas (Manuel J. Castilla y Raúl González Tuñón, para empezar) y el plus que siempre brinda la voz de Zamba Quipildor, anclada en una suerte de melancolía épica. El intérprete jujeño aborda clásicos como “El Seclanteño”, “La atardecida” y “Zamba de Anta”, que certifican la idea de que hay vida después de La misa criolla. F. D.
8-Two Men with The Blues
Willie Nelson & Wynton Marsalis. Blue Note
Un poco de aire fresco para las trayectorias en piloto automático de Willie Nelson y Wynton Marsalis. Como a ninguno de los dos se les debería exigir a esta altura del partido que innoven en sus respectivos géneros, lo mejor que podían hacer era juntarse a tocar country & blues. Y lo hicieron en un par de noches fantásticas en el Lincoln Center. Nada raro ni nada nuevo. Sólo dos hombres ya grandes, contentos de estar zapando estándares de la música popular estadounidense como “Caldonia”, “Georgia on My Mind” y “That’s All”. F. D.
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