DISCOS › YEARS OF REFUSAL, LO NUEVO DE MORRISEY
En su noveno álbum solista, el ex integrante de The Smiths despliega su habitual talento para contar historias de soledad y desamor. Un espíritu rockero, con filosas guitarras y una sólida base rítmica, le da impulso vital a canciones hechas a la medida de su voz.
› Por Fernando D´addario
Noel Gallagher, que suele ser ahorrativo en materia de elogios a colegas, dijo sobre él: “No importa lo que vos escribas en la letra de una canción para definir el amor o el odio. Morrissey siempre lo hará mejor”. Es posible añadir a ese aforismo una máxima que tampoco hará historia: “No importa de qué modo vista o desvista una canción; no importa qué maquillaje sonoro elija para cada disco: siempre será una canción de Morrisey”. A pocos meses de cumplir 50 años, acaba de editarse el 9º disco solista del ex prócer de The Smiths. Years of refusal responde precisamente a esa marca de fábrica: doce canciones de soledad y desamor son revestidas aquí de una intensidad sonora que no se le conocía desde hacía años.
Debe quedar claro, de todos modos, que Years of refusal no es –ni podría ser– The queen is dead (aquella gema de los Smiths en los ’80); ni siquiera llega al nivel creativo alcanzado en Your arsenal, aunque la versión 2009 de Morrisey esté más cerca de este álbum que del también disfrutable Vauxhall and I. Las afinidades, si las hay, conviene buscarlas por el lado del tratamiento instrumental encarado por la banda que acompaña al cantante: guitarras filosas, riffs que remiten a cierto espíritu “New York Dolls” y una base rítmica que aporta solidez a la estructura de las canciones. El valor agregado descansa esta vez en el creciente virtuosismo vocal de Morrisey, que sale airoso de su apuesta de madurez: la de ser el crooner de la derrota amorosa.
Con los años, el cantante parece haber disminuido el nivel de corrosión de sus letras, para entregarse a una suerte de despecho resignado. No exento, claro, de esa clase de autocompasión irónica que Morrisey sabe desplegar para clavar puñales en el ánimo de sus fans. El romanticismo autodestructivo de Morrisey se disemina en versos como “Fuiste bueno en tu tiempo / y te lo agradecemos (...) / ¿Te has enterado / donde quieras que estés / de que acabás de morir”? de “You were good in your time”, acaso la más triste de todas las canciones del disco. Un mérito, sin dudas, teniendo en cuenta que en otros momentos del álbum se escuchan cosas como: “La vida es poca cosa que perder (...) / nos uniremos a ti, nos tumbaremos a tu lado, mamá / y estaremos a salvo y abrigados en nuestras tumbas. / Llegaremos ante vos y te besaremos, a modo de nuestro último abrazo, mamá” (mientras “Mama lay softly on the riverbed” deja correr un ritmo ligeramente marcial). En la energética “Something is squeezing my skull” enumera los ansiolíticos que debe tomar para combatir su eterna depresión. La idea-fuerza que guía todo el disco parece ser: “Nadie viene al rescate”, frase que adorna el tema más raro de Years of refusal: “When last I spoke to Carol”, atravesado por un espíritu rumbero muy “freak” (viniendo de quien viene). La triste dulzura de “I’m throwing my arms around Paris” incluye promesa de hit, aun cuando se escapa un poco de la estética “power pop” que Morrisey eligió para festejar su medio siglo de elegante melancolía.
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