DISCOS › PAGINA/12 PRESENTA MAÑANA UN CD DE ELADIA BLAZQUEZ
La poesía y la voz, juntas
La selección de canciones rescata a la notable autora pero también a la intérprete, con algunos de sus temas más recordados. Entre ellos, el emblemático Honrar la vida.
› Por Karina Micheletto
La poesía del tango siempre tuvo pocas mujeres en sus filas, y Eladia Blázquez fue quizá la mujer autora reconocida a nivel popular. “La Discépolo con polleras”, le decían, y ella aceptaba el slogan como un piropo. Pero su obra no se circunscribió estrictamente a ese género –aunque haya dejado una marca importante en lo que prefería llamar genéricamente “canción ciudadana”– y también se desarrolló en la balada y el bolero, además del folklore y los ritmos españoles de sus comienzos. Cantante, compositora, autora, pianista y guitarrista, su muerte, en agosto pasado, despertó, como suele suceder, el espacio para el redescubrimiento y el homenaje. Como también suele suceder, muchas de sus obras, difundidas a nivel masivo por figuras de distintos géneros, dejaron de pertenecerle, y terminaron opacando su condición de intérprete. Página/12 presenta con su edición de mañana una selección que rescata a la Blázquez autora pero también a la intérprete, con algunos de sus temas más recordados, entre ellos, claro, su canción-emblema Honrar la vida.
Si hubo una constante en la obra de Blázquez, es que siempre le cantó con admiración a Buenos Aires y sus lugares, retratándolos amorosamente. En la canción-habanera Si te viera Garay, que abre el CD que ofrece Página/12, la halagó con bella simpleza: “¡Ay!... Si te viera Garay, si te ve, lo bonita que estás, de orgulloso nomás, él te funda otra vez”. Otros títulos del CD avanzan en el homenaje, con más o menos despojo en la retórica: Vivir en Buenos Aires, que ronda alrededor del exilio, Fiesta y milonga, con música de Atilio Stampone; La voz de Buenos Aires, Viejo Tortoni, sobre versos del poeta Héctor Negro.
Blázquez no sólo fue muy amiga de Piazzolla, sino que la relación entre ambos fue fructífera. Esta selección incluye dos temas emblemáticos del bandoneonista a los que Eladia le puso letra: Adiós Nonino e Invierno porteño. Emocionada por el tema que Piazzolla había escrito tras la muerte de su padre Vicente en 1955, ella escribió algunos años después esta letra que también lo homenajea, y el propio Astor autorizó. Juntos asistieron al estreno del tema en Mar del Plata, en la voz de Raúl Lavié. La letra de Invierno porteño realiza la misma operación: ponerle palabras a aquello que ya decía la música. El resto del repertorio transita distintos momentos autorales y compositivos de la poeta del corazón mirando al Sur: Y somos la gente, con música de Osvaldo Pugliese, El corazón de tu violín, dedicada a Enrique Mario Francini; Gracias a pesar de todo, que resume una visión celebratoria siempre presente en su obra: “A pesar de todo la vida qué hermosa, siempre y sobre todas las cosas”.
Eladia fue una de las protagonistas el recambio tanguero a partir de los ’60. Difícil el papel que le tocó jugar: cambiar una letrística remanida, cargada de metáforas que describían una ciudad que ya no existía. No era el mejor momento para el género: hacía tiempo que la época de oro había quedado atrás, el Club del Clan había arrasado con todo y eran pocos los que se mantenían en pie, fenómenos aislados de resistencia como el de Julio Sosa, o la renovación que significó Piazzolla. En ese contexto comenzaba a escribir y componer Eladia, y encima, siendo mujer.
Ella hablaba de aquella etapa con naturalidad, sin asumirse como víctima ni heroína de nada: “A nivel de la creación, el tango era muy machista. Pero me aceptaron. Terminaron bancándome como se acepta una gripe”, dijo alguna vez. “Nunca sufrí discriminación, porque no me enganché. El tanguero tradicional –y al decir esto me refiero a los quedados, a los que veían un renovador y levantaban la guardia, a los que siguieron discutiendo con Piazzolla hasta el mismo día de su muerte– nunca me importó. Yo hacía lo mío para otra gente. Y grandes del tango me trataron de lo mejor. Pero jamás fui un boom: me fui proyectando lentamente, con mucho sacrificio. Eso es lo lindo del camino que elegí”, analizó. Su marca fue tan profunda, que más de treinta años después de su incursión en el género se seguía hablando de ella como protagonista de la “renovación”. Así describió su obra el periodista Julio Nudler: “Ella creó un tango canción verdaderamente nuevo, aunque sobre moldes no vanguardistas, con su rara habilidad para combinar notas y palabras. Con una temática nueva y un lenguaje actualizado impactó en un público amplio, no necesariamente tanguero. Los tradicionalistas la recibieron fríamente, aunque sin la agresividad que reservaron para otras propuestas más heterodoxas”.
La discografía de Blázquez fue bastante acotada, para alguien que comenzó sus actuaciones en público a los 8 años. En su carrera grabó ocho discos –los primeros hoy inhallables– más algunos simples y long-plays de su etapa folklórica. En aquella etapa iniciática pasó por el fandango, el flamenco y el jazz, además del folklore, el bolero y la balada. Su primera incursión como autora de tangos fue a fines de los ’60, cuando varios cantantes consagrados le grabaron temas como Sueño de barrilete. Recién en 1970, cuando editó su primer LP dedicado al tango, Buenos Aires y yo, comenzó a repararse en ella dentro del género. Había nacido en 1931 y se había criado en Gerli, pero vivió sus últimos 30 años en Barrio Norte. Solía decir con picardía que más que mirar hacia el sur o hacia el norte, su corazón era una brújula que tenía que mirar para todos lados. El poeta Julián Centeya sintetizó hacia dónde miraba: “Ella, Eladia, es Buenos Aires. Yo la envidio”.