DISCOS › SOUNDS OF THE UNIVERSE, LO NUEVO DE DEPECHE MODE
Sin dejar espacio a ninguna especulación, la banda que encabezan Martin Gore y Dave Gahan se asume como un clásico del tecnopop. Pero sobre todo confía en la solidez de unas canciones que encuentran en el brillante “Wrong” el single perfecto.
› Por Roque Casciero
La historia del rock tiene múltiples ejemplos de bandas que, después de encarnar a la avanzada del sonido en un momento, abrazaron de diversas formas su estatus de clásicas. Están las que repiten una y otra vez el esquema que las llevó al éxito y a la facturación millonaria, las que intentan por todos los medios sonar “modernas” y llegan indefectiblemente tarde a la novedad, las que especulan un tiempo con el disco acústico o los duetos, y así. Pero Depeche Mode no es una banda de rock’n’roll, entonces no tiene ejemplos a seguir desde que llegó a la estatura de clásica a mediados de los ’90. De hecho, bien se podría pensar que, si bien a esta altura Dave Gaham, Martin Gore y Andy Fletcher ya no son vanguardia estilística, sí trazan el camino como clásicos del tecnopop.
En Sounds of the Universe, su decimosegundo álbum de estudio (que aquí aparecerá el 10 de mayo), los Depeche Mode asumen que su fuerte actual está en la solidez de sus canciones, en el buen gusto con que las ornamentan (ya no en la audacia) y en las maravillosas cuerdas vocales de Gahan, con un rango de expresividad notable. El álbum marca el regreso de Depeche a la calidez robótica de su sonido de la última parte de los ’80, pero desde la perspectiva actual del grupo: la metáfora perfecta es que recuperaron los viejos sintetizadores y máquinas de ritmo... comprándolos en eBay.
No es casual que Depeche haya vuelto al ruedo con “Wrong”, porque el single es de lo mejor que trae el disco: una canción con letra ingeniosa, peleadora y “peligrosa”, cortesía de Gore, que a Gahan le sienta tan bien como una camisa de seda negra. “Nací con el signo equivocado/ en la casa equivocada/ con la ascendencia equivocada”, arranca, y nunca abandona esa perspectiva. El álbum empieza con la ominosidad dispersa de “In chains” y las alusiones de Gahan a su adicción a la heroína en “Hole to feed”. Otros puntos altos son “Peace”, que recuerda al pop industrial del Depeche de los ‘80; “In sympathy”, una mirada de asombro ante una personalidad fuerte y sabia, con una notable alquimia de teclados y guitarras; “Miles Away/ The Truth Is”, que habla sobre “una de esas conversaciones que te dejan vacío y queriendo más” con el interlocutor a “millas de distancia”; y la amenazante “Corrupt” (“Puedo corromperte/ sería fácil/ verte sufrir/ Dios, me encantaría”), cuyo beat dual lleva la D y la M en el orillo.
Claro que no todo está a esa altura: sin el innecesario instrumental “Sleepwalker” ni la magra “Jezebel” (el único tema del disco que canta Gore), Sounds of the Universe sería más redondo y consistente. De cualquier modo, el disco muestra a los tres músicos en buena forma, más concentrados en las canciones que en mirar las nuevas olas. Al fin y al cabo, ellos ya son parte del mar.
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