DISCOS › JOHN COLTRANE EN VIVO
La explosión del sonido y la forma
Se editó en un álbum doble la legendaria actuación del cuarteto de Coltrane en el Half Note de Nueva York.
› Por Diego Fischerman
Una introducción de dos minutos a cargo del contrabajo, superpuesta en el comienzo a la voz de Alan Grant que anuncia la actuación del cuarteto de John Coltrane en el Half Note de Nueva York y la transmisión por radio. Luego, la entrada de un motivo de nueve notas por el saxo tenor de Coltrane. Un movimiento descendente, dos ascendentes y otro descendente, seguidos por dos ascensos más y un descenso. Ese es el núcleo que invertido, ornamentado, interpolado y trasladado a distintas tesituras del instrumento, construye el gigantesco solo de One Down, One Up –en realidad él solo es el tema–, que algunos fanáticos, que durante años atesoraron una grabación pirata, aseguran que es el mejor grabado por el saxofonista en su vida. Es difícil establecer la veracidad de esa afirmación, pero lo que es indiscutible, en cambio, es que los 26 minutos que siguen, en los que Coltrane, primero en cuarteto –con McCoy Tyner en piano, Jimmy Garrison en contrabajo y Elvin Jones en batería–, sin el piano a partir de los diez minutos y en dúo con el baterista desde los trece minutos hasta el final, en que vuelve a entrar el grupo completo, constituyen uno de los momentos más extraordinarios de la historia del jazz.
Exorbitante, desmesurado, intenso hasta la exasperación, inagotable, Coltrane trabaja cada motivo, melódico o rítmico, como si se tratara de un cristal pulverizado y ramificado en infinitos reflejos. Los sonidos proliferan y se generan unos a otros. El timbre se enrarece. El sonido transita los sobreagudos y los armónicos, alternando con el registro medio, en una polifonía oblicua que aparece como la clausewitziana continuación de las suites para cello de Bach por otros medios. Era el año 1965, el cuarto –y último– de existencia de ese cuarteto. Y resulta inevitable pensar en un músico apenas doce años menor que Coltrane, Jimi Hendrix, y en su propia lectura de la enseñanza del saxofonista. Muy poco después, las rupturas formales –la desaparición de las fronteras del tema y la secuencia acórdica–, tímbricas –el sonido del instrumento llevado hasta el propio límite– y rítmicas –la independencia de acentuaciones de los distintos– de Coltrane tendrían su correlato en el blues y el rock. En esa segunda mitad de los sesenta, en todo caso, puede percibirse un espíritu de época –Vietnam, los ecos de la Revolución Cubana, los movimientos estudiantiles, la caída de un conjunto de valores sociales que parecían eternos– para el que la revolución –y las distintas revoluciones, incluyendo las musicales– estaba muy cerca.
La edición de esa legendaria actuación en el Half Note, hoy publicada con un sonido mucho mejor –la fuente fueron las propias grabaciones de Coltrane– y producida por el hijo de John, el también saxofonista Ravi Coltrane, es, sin duda, uno de los grandes acontecimientos culturales de los últimos tiempos, junto con el recuperado registro de la actuación de Coltrane con el cuarteto de Monk, en el Carnegie Hall en 1957 (publicada por EMI), y la aparición de un acetato con la grabación de un show de Parker y Gillespie en 1945 (editada por un sello independiente). Live at the Half Note, el álbum de dos CD publicado por Impulse (hoy uno de los subsellos de Universal), reúne grabaciones realizadas el 26 de marzo de 1965 –los temas One Down, One Up y Afro Blue, ubicados en el primer CD– y el 7 de mayo de ese año –Song of Praise y My Favorite Things, ubicados en el segundo CD–. Más allá de algunas fallas en la toma –posiblemente causadas por daños irreparables de la cintas originales–, el sonido es excelente y permite recrear con realismo no sólo la altura musical del cuarteto de Coltrane en el que tal vez haya sido su mejor momento –y el más intenso–, sino el nivel de excitación al que llegaba en sus actuaciones en vivo. El riesgo de este álbum, sin embargo, está en sus propias virtudes. La fuerza descomunal del primer tema, esa increíble explosión volcánica, podría fácilmente ocluir lo que sigue. Y sería injusto. Porque en Afro Blue, McCoy Tyner dejó registrado uno de los solos más geniales de una carrera llena de solos y discos geniales –como The Real McCoy o Supertrios o su participación en Mode for Joe, de Joe Henderson. Porque en Song of Praise se alcanza un pico de interacción grupal raras veces igualado. Y porque el valseado festivo de My Favorite Things (ese tema de la comedia The Sound of Music, conocida localmente como La novicia rebelde) entra como un oleaje en el saxo soprano de Coltrane y termina construyendo uno de los mejores ejemplos de deconstrucción jamás imaginados.