Mié 13.10.2010
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DISCOS › SOLO UN MOMENTO, EL NUEVO DISCO DE VICENTICO

Esa cuestión de la “madurez”

En su primer disco tras la reunión de Los Fabulosos Cadillacs, el cantante entrega un paquete de canciones inspiradas, que vienen a demostrar que ya posee por derecho propio un buen lugar en el sindicato de los grandes solistas argentinos.

› Por Eduardo Fabregat

Es cierto, el término “madurez” es ambiguo, hasta molesto, pero a veces necesario. La mala fama tiene que ver con que a veces se lo interpreta como “aburrimiento” o “aburguesamiento”, como algo que lima las aristas de la ambición de un músico. Pero nada de eso puede aplicarse a Solo un momento, el nuevo disco de Gabriel Fernández Capello. Y sin embargo hay que volver a mencionar esa maldita palabra. Llegado a su cuarto disco solista, lo que debe entenderse por madurez en Vicentico es su soltura para hacerse dueño y vehículo de canciones que no siguen más viento que el que le sugieren sus instintos. También hay que evitar la trampa de entender esto como que sus anteriores trabajos fueron “inmaduros”: simplemente, en Solo un momento las cosas encajan con naturalidad aún mayor, delatan a un tipo que carga con un generoso currículum vitae y ha sabido sacar partido de toda esa experiencia.

Habrá quien enarque las cejas, dejándose llevar por el prejuicio que años ha persiguió a Los Fabulosos Cadillacs. Será el prejuicioso, entonces, el que se pierda la posibilidad de disfrutar el paquete de canciones que tiene para ofrecer un tipo que, por derecho propio, rankea alto en el sindicato de los grandes solistas argentinos. No se necesita más que una prueba, de título engañoso: lejos de ser una celebración furiosa, “El rey del rock and roll” es una de esas canciones perfectas, que brillan como piedra preciosa, en la que Vicentico abandona la primera persona para convertirse en narrador de un mundo que conoce bien. Bueno, sí, que se diga otra vez: un músico que puede componer esa clase de canción ha alcanzado una madurez que le permitirá abrir nuevas puertas sin esfuerzo.

Eso está lejos de ser todo. Con Cachorro López como socio ideal en la producción y una banda que encuentra el tono justo entre acompañar al solista y tener su propio protagonismo, Vicentico encara esta etapa post-reunión Cadillacs con las mejores armas. Hay pasajes tan inspirados como “Cobarde” (con inevitable destino de hit) o “El pacto”, otra canción en tercera persona con un clima que recuerda a Virus y una frase final tan redonda como “Se para el destino para verte, amor”. Hay una decisión de abrir el disco con un intenso tema de de-samor (“Ya no te quiero”), hay momentos relajados como “La carta” y el cierre de “El otro”, o de agite guitarrero como “Viento” y el homenaje a Prodan de “Luca”. Y hay lugar, también, para desgarros emocionales como “Escondido” y hasta un cover de “Sabor a nada” que, no podía ser de otra manera, suena mucho mejor en manos de Fernández Capello que en las de Ortega o Montaner.

Sí, que a un artista le digan “este disco te muestra maduro” es un embole. Entonces, dígase de un modo más retorcido: Solo un momento exhibe a Gabriel Fernández Capello, Vicentico, en su punto exacto de añejamiento, con la sapiencia necesaria en el noble arte de construir canciones que quedan en el tiempo.

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