DISCOS › BLACK RADIO, NOTABLE áLBUM DE ROBERT GLASPER EXPERIMENT
Al frente de un quinteto que incluye un intérprete de bandeja giradiscos, este pianista le da una cachetada al género y lo despierta llevándolo “más allá”. Soul y hip hop ensanchan los límites del género en una suerte de monumental collage sonoro.
› Por Diego Fischerman
Los tiempos cambian. Pero eso, para el jazz, y para las músicas de tradición popular afroamericana, en las que la mutación y la novedad han sido siempre esenciales, no es sorprendente. La revista Down
Beat, decana del género, agrega, bajo su título, la leyenda “jazz, blues y más allá”. E incluye, en sus famosas encuestas anuales entre críticos, ese “más allá” como categoría. Y allí apareció, reinando, Robert Glasper, un pianista formado simultáneamente en la New School for Jazz and Contemporary Music de Nueva York y en las redes del soul y el hip hop junto a uno de sus compañeros de estudios, el cantante Bilal Oliver. Y el New York Times, a pocos días de la publicación de Black Radio, un disco notable, titulaba una entrevista, en febrero del año pasado, con una pregunta: “¿Entonces esto es jazz?”.
Glasper, que ganó dos de los ítems de la encuesta de Down Beat, dentro del rubro “más allá”, como mejor grupo por su Robert Glasper Experiment y como mejor disco por Black Radio, también se llevó tres premios en los casilleros de “estrella naciente”, como artista del año, como mejor grupo de jazz, por su trío, y como mejor pianista. Y respondía al The New York Times: “Mi propósito es que haya un nuevo público para la música. No se trata de que a todo el mundo le guste Charlie Parker. Porque lo real es que no les va a gustar. Hay una desconexión de generaciones. Sin embargo, creo que hay un toque moderno y ciertas cosas que pueden hacerse que, para mí, todavía pertenecen al jazz”.
Black Radio, que, milagrosamente, fue editado también en la Argentina por Blue Note (en algún lugar de la EMI local debe quedar, todavía, alguien con buen criterio que se dedica a escuchar y decidir), es una especie de monumental collage, que pasa por solos de piano cercanos al free, o al minimalismo, mezclados con voces, experimentos electrónicos, un grupo con un empuje fenomenal (Glasper en piano, Fender Rhodes y otros teclados; Casey Benjamin en vocoder, saxo y flauta; Derrick Hodge en bajo; Chris Dave en batería y Jahi Sundance en bandeja giradiscos), arreglos extraordinariamente sutiles puntuando la vorágine sonora, y cantantes invitados: Erykah Badu, Lalah Hathaway, Mos Def, Shafiq Husayn, Bilal, Stokley Williams, Chrisette Michele, Musiq Soulchild, Meshell Ndegeocello, Amber Strother, Anita Bias, Ledisi y Lupe Fiasco.
“Estaba comenzando a aburrirme del jazz, hasta el punto de no darme cuenta de que algo malo estaba pasando”, decía Glasper a Down Beat. “Una cachetada duele, pero hay un momento en que es la única manera para despertarse.” Una mayoría de temas propios, más el clásico “Afro Blue”, de Mongo Santamaría, y los no menos clásicos “Letter to Hermione”, de David Bowie, y “Smells Like Teen Spirit”, de Nirvana, conforman el material que navega sin dificultad por los bordes del rhythm & blues y llega a sus mejores momentos con la voz de Ledisi en “Gonna be Alright” y la de Lalah Hathaway (hija de Donny Hathaway) en “Cherish the Day”. Es posible que ya no queden –o a que nadie le importe si quedan– quienes se escandalicen por el salto al vacío electrónico de Miles Davis en 1968. Los viajes estéticos del Robert Glasper Experiment tal vez reactualicen la cuestión. Pero los tiempos cambian. Y el cambio mayor es que ya a nadie le interesa si ese género que nació en las calles y que las academias convirtieron en objeto de estudio se sigue llamando como se llamaba.
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