Mié 14.02.2007
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DISCOS › “THE GOOD, THE BAD & THE QUEEN”

Damon Albarn, el camaleón británico

El líder de Blur sigue generando proyectos alternativos... y todos tienen su gracia.

› Por Eduardo Fabregat

Uno, dos, muchos Damon Albarn. Mientras algunos de sus coetáneos (aunque sea un lugar muy común, es inevitable pensar en Oasis) tratan de remaquillarse y permanecer olvidándose del riesgo, el niño bonito de Blur encontró la fórmula para la supervivencia artística: empezar de cero una y otra vez. Lo hizo con Gorillaz, cuando la crisis interna de su banda empezó a alejar a Graham Coxon, con todo lo que eso implicó. El grupo de cartoons se convirtió en otro suceso planetario, pero tras Demon Days Albarn abrió otra puerta, llamó a amiguitos como Paul Simonon (bajista de The Clash), Simon Tong (guitarrista de The Verve), el baterista Tony Allen y Danger Mouse, también productor de Gorillaz. El resultado fue The good, the bad & the queen: la prueba de que Damon no sólo tiene cojones, sino también talento.

Allá lejos y hace tiempo, Blur produjo una oda a la Inglaterra más elegante, Parklife, que ayudó a situar a la banda como uno de los principales referentes del brit pop. El derrotero posterior del grupo, y de Albarn en particular, los fue alejando de esa postura cool, sobre todo en el intrincado 13 y en Think tank, su último disco a la fecha: ni hablar de las visiones apocalípticas de Gorillaz. The good, the bad & the queen vuelve sobre Britannia, claro que a la manera de este Albarn 2007, que en “Kingdom of doom” canta que “cuando la rueda del sol empieza a volverse noche veo todo en blanco y negro, y entonces... tomo todo el día, porque el país está en guerra/ pronto caerás de las paredes del palacio (...) la inundación nos llevará a todos”. Semejante lírica se condice ampliamente con el tono general de las canciones, que sólo en principio pueden aparentar –como en “Eighties Life” o “Nature springs”, incluso hasta en la algo deforme “Herculean”– un aura pop: los doce tracks del disco, que pasan como un suspiro, dejan una sensación ominosa.

¿Es The good..., entonces, un disco (y un proyecto) depresivo? No necesariamente. No hay nada del optimismo británico, es cierto, pero aquí y allá asoma cierta luminosidad (como en las vodevillescas “The Northern Whale” y “Behind the sun”), que aunque provenga de la fortaleza en llamas del arte de tapa –una pintura del siglo XIX– ayuda al balance. El debut del cuarteto es, además, la obra de cuatro músicos y su productor, que mete manazos aquí y allá para reforzar los climas, jugar con la voz del cantante o darle al bajo de Simonon una resonancia de esas que pegan en el pecho y producen la sensación de que algo peligroso se acerca.

Quizá sea ésa una de las grandes virtudes de esta nueva apuesta del ¿ex? líder de Blur. Notoriamente harto de ser una estrellita en el firmamento inglés, Damon Albarn viene dándole forma a una carrera mucho más consistente que las predecibles coordenadas de un solista, tomándose la libertad de generar músicas bien diferentes, interactuar con músicos de toda laya y encontrar en cada proyecto un sello particular. Así fueron apareciendo uno, dos, muchos Albarn. Y en todos hay algo cada vez más difícil de encontrar en el Top Ten: cojones, y talento.

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