DISCOS › PIAZZOLLA EN RCA Y CBS
Un poco de justicia para una obra impar
Se publican trece discos originales del genial bandoneonista y compositor.
› Por Fernando D´addario
Hace apenas unas semanas, un turista español se quejaba frente a la línea de cajas de una cadena de disquerías: “Pues que he querido comprar un puñado de discos de Piazzolla y me he vuelto loco: ¿es que todos se llaman Adiós Nonino?” Como la curiosidad del eventual comprador estaba avalada por un fuerte aliciente en euros, dos empleados se apresuraron a recomendarle Lo mejor de Piazzolla y un par de grabaciones en vivo (que seguramente incluían Adiós Nonino, pero no especificaban ni dónde ni cuándo ni con quién las había registrado) y se sacaron el problema de encima.
El enorme y anárquico catálogo de Astor Piazzolla –alimentado por la avidez y/o la ignorancia de los sellos– propició desde siempre situaciones como ésta. La publicación de trece discos “auténticos” de Piazzolla (seis de ellos ya salieron y los otros siete estarán en la calle los primeros días de noviembre), con sonido remasterizado directamente de las cintas originales, ficha técnica completa y absoluta rigurosidad respecto de las fechas de grabación y de los músicos participantes, no deja de ser una muy buena noticia. Esta “Edición Crítica” del sello Sony/BMG (dirigida por el crítico Diego Fischerman) inaugura lo que podría llegar a ser una mínima restitución de justicia a la obra de uno de los grandes artistas de la música popular argentina.
Hay más de 150 grabaciones de Piazzolla dando vueltas por ahí, confundiendo inclusive a sus herederos. La publicación de trece discos originales (los seis editados esta semana son: Piazzolla interpreta a Piazzolla, ¿Piazzolla...o no?, Nuestro tiempo, Tango contemporáneo, Tango para una ciudad y Amelita Baltar interpreta a Piazzolla-Ferrer) puede sonar cuantitativamente modesta, pero resulta imprescindible por dos motivos: porque ayuda al amante de la música a ordenar y clasificar mejor la obra de Astor y, fundamentalmente, porque rescata algunos de los momentos artísticos más brillantes del bandoneonista. Particularmente el de su primer quinteto, que con mínimas modificaciones marcó la música de Piazzolla en buena parte de la década del ’60.
Cada disco tiene sus perlitas, pero merece destacarse el contexto en que fue concebido. Después de un paso poco afortunado por Nueva York y con muchas ideas musicales en la cabeza, Piazzolla aceptó en Buenos Aires un arreglo pragmático con la RCA: para poder publicar el disco que realmente quería, se comprometió a grabar uno “comercial”. Piazzolla interpreta a Piazzolla (1961) fue el disco “raro” y ¿Piazzolla...o no? (1961), el presuntamente apto para todo tanguero, con versiones de María, Bandoneón arrabalero, Cristal y Quejas de bandoneón, entre otros hits ajenos. La historia de la música impuso otros parámetros de perdurabilidad. El álbum raro es hoy un clásico absoluto y el “comercial” (que en rigor no lo era conceptualmente, en tanto el Quinteto se había encargado de filtrar sus acentuaciones rítmicas y sus contrapuntos característicos) pasó sin pena ni gloria hasta que fue rescatado por los melómanos piazzollianos. Cómo perderse al violinista Elvino Vardaro. Piazzolla interpreta... puede entenderse como el clímax de la búsqueda de ese nuevo lenguaje que guiaba los sueños del bandoneonista desde hacía años. Aquí sí tiene más sentido abrir el disco y encontrarse con Adiós Nonino, en su primera versión grabada, que vale la pena contraponer –con las oscilaciones emocionales que aportan la vida y la muerte– con Nonino. Lo que vendrá y Calambre son otros de los puntos altísimos de este trabajo.
Si se hiciera una encuesta, más de uno elegiría este dream team: Piazzolla (bandoneón), Antonio Agri (violín), Osvaldo Manzi (piano), Kicho Díaz (contrabajo) y Oscar López Ruiz (guitarra eléctrica). Es el quinteto de Tango para una ciudad (1963), tal vez uno de los mejores discos que haya grabado Piazzolla, con las dos partes del tema que le da título al álbum, Revirado, Iracundo, entre otras creaciones con fuertes guiños al jazz y a su venerado Béla Bartók.
Con su Nuevo Octeto (formación que alternó con el Quinteto y que significaba la participación de José Bragato en cello, Leo Jacobson en percusión y Jorge Barone en flauta) grabó Tango contemporáneo (1963), que incluye Introducción a Héroes y Tumbas, notable crescendo elegíaco con recitado de Ernesto Sabato, y Réquiem para un malandra, con palabras de Alfredo Alcón. Otra estética completamente distinta rige al disco Amelita Baltar interpreta a Piazzolla-Ferrer, que tiene como bonus track a Balada para un loco y Chiquilín de Bachín, cantados por el Polaco Goyeneche.
En un par de semanas se vienen siete discos más. Es de esperar que otros sellos ordenen del mismo modo sus respectivos catálogos, para entender un poco mejor –en medio de tanta vorágine– qué Piazzolla estamos escuchando.