DISCOS › LA RECOPILACION “DYLAN”
Son tres discos, un librillo lleno de fotos y postales de afiches originales en una caja de lujo.
“Como Elvis Presley, Bob Dylan modificó la cultura popular, cambió el mainstream. Trajo las tradiciones ocultas de la música americana desde los márgenes y los puso en el centro de la conciencia pública. Demostró el vínculo entre las preocupaciones del delta del Mississippi y las de los poetas románticos. Probó que la urgencia de las bandas de blues eléctrico alla Muddy Waters podía ser un gran vehículo para la poesía visionaria de Rimbaud y Verlaine. Vio la conexión entre el camino al infierno de Robert Johnson y el camino al cielo del verso británico. Y no había nada académico en la combinación química de Dylan: todas sus reacciones eran viscerales.” El texto del periodista Bill Flanagan sirve como apertura de la soberbia caja Dylan, que al fin llegó a la Argentina y que sirve como inmejorable aperitivo para la tercera visita del músico estadounidense, el 15 de marzo en el estadio de Vélez: una cita de honor para la que hay que esperar todo el verano, pero que ofrece un aliciente discográfico para matar esa espera.
Es cierto, probablemente el fan de Dylan ya tenga todas estas canciones. Pero se sabe que el fetichismo es cosa seria entre los consumidores de música, y por eso Dylan cobra un peso especial. El box set forrado en felpa roja incluye tres discos –cada uno en un digipack separado– que repasan la discografía del autor de “Blowin’ in the wind”, pero también un librillo pletórico de fotos y portadas y con todas las fechas de edición, y un pack de postales con reproducciones de afiches originales del artista que harán babear a más de uno, figuritas que no querrá canjear con nadie. Así, el volumen 1 abarca el período seminal de Dylan, de 1962 a 1967: cinco años en los que, de “Song to Woody” a “It ain’t me, babe”, presentan al Bob más folk y acústico, el que se instaló definitivamente en la cultura del Norte y de allí irradió al resto del mundo. Pero que a partir del monumental “Subterranean homesick blues” muestran el otro Bob, el hereje, el eléctrico, con títulos como “Positively 4th street”, “Mr. tambourine man” y “All along the watchtower”, que cierra ese primer recorrido. El disco 2 abarca la etapa setentista de Dylan, con grandes momentos como “Lay lady lay”, “Knockin’ on heaven’s door”, “Forever young”, dos perlas del inolvidable Blood on the tracks (“Tangled up in blue” y “Simple twist of fate”) y otro par de Slow train coming, “Gotta serve somebody” y “Precious angel”. Finalmente, el disco 3 abre con uno de los grandes momentos de las Bootleg Series, el “Blind Willie McTell” producido por Mark Knopfler, para meterse en la fase más reciente del poeta y músico: allí aparecen canciones de Oh Mercy (1989), el hit “Things have changed” (del soundtrack de Wonder boys) y títulos de Time out of mind, Love and theft y Modern times, su disco de 2006 que lo mostró tan vigente como siempre. Habrá quien, con ganas de discutir, proteste por la ausencia de alguna canción: será que Dylan tiene una obra inmensa, en varios sentidos.
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