Mié 09.01.2008
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DISCOS › “EL CLUB DEL DISCO” PUBLICA MAS BUENA MUSICA

La sociedad de los melómanos

A través del sello Suramusic, amplió la apuesta: agregó a su habitual entrega mensual una selección latinoamericana.

› Por Cristian Vitale

La feliz propuesta que Santiago Vázquez (multimúsico melómano) fantaseó y concretó en mayo del 2005 sigue rindiendo frutos. Por fuera del circuito convencional atado a los caprichos de la industria, El Club del Disco (la feliz propuesta) agregó a su habitual entrega mensual la selección latinoamericana. Ahora, en vez de recomendar un disco x a sus socios –y llevárselo a sus casas–, el comité de escuchas que elige las obras sugiere dos: la típica “rareza” argentina más un bonus continental. Por caso, Bagunca de Manuel Onis, Amigo, del dúo Cardozo-Quintero y Emotivo, de Rey Tambor (las selecciones de noviembre, diciembre y enero) salen acompañados por O Seguinte e Esse, de Barbatuques; Kuntur Mallku, de Luzmila Carpio, y Los Mangos Bajitos, del Septeto Santiaguero... es decir, una buena zambullida sonora por Brasil, Bolivia y Cuba. La tríada –editada en el país por el sello Suramusic– contempla las premisas clave que sostienen los seleccionadores para nutrir el catálogo: originalidad, calidad y compromiso con el arte, más allá de las demandas del mercado.

Kuntur Mallku, excelso trabajo de Luzmila Carpio, las cumple al pie de la letra. La potosina, nacida a cuatro mil metros de altura, vive en París hace más de 20 años, pero no ha perdido su tacto montañés y natural. Su timbre de voz ultraagudo une 14 piezas fielmente representativas de la cultura quechua-aymara, que ella desparrama por el mundo. Quenas, sikus, zampoñas, charangos y wanqaras suenan, justos y a medida, para sumir su música en una tensión salvadora: modernidad y raíz. Luzmila porta en sus venas la tradición del altiplano, pero la tamiza con un tratamiento instrumental apto –por sus finos matices– para reproducir en soportes de avanzada. En su cosmovisión se mezclan rezos a capella dedicados al cóndor (el mensajero) con odas a la madre luna (“Quyllur”); himnos de agradecimiento a las divinidades (“Allinta Kawakusun”) con cantos para alivianar las caminatas (“Cintay Celestay”). Luzmila reactualiza, con las herramientas que tiene a su alcance, la milenaria cultura prehispánica. Por caso, las voces femeninas que la secundan en varias de las piezas (grupo Voz del Potosí): Eugenia Copa e Incolaza Castro, dos de ellas imitan el sonido de las aves que anticipan las cosechas (“El presagio de los pájaros”) y agradecen a la Pachamama en la profundísima “Allinta Kawakasun”.

En el caso de Barbatuques, las raíces están presentes pero con otra vestimenta. catorce brasileños, un director (Fernando Barba) y un motor inicial y final: hacer música con el cuerpo. Los músicos se valen de todas sus partes orgánicas (boca, pies, manos, pecho, piernas) para provocar sonidos: apelan a una de las formas más antiguas de hacer música. En sólo dos piezas entre catorce (“Baianá” y “Carcará”) suena un instrumento: el berimbau de boca. El resto es todo exploración, polirritmia y experimentación corporal, que a veces tiene cara de hip-hop, otras de dub y otras de salsa, pero siempre bajo una constante: hacer sonar al cuerpo. Los Mangos Bajitos, del Septeto Santiaguero (el seleccionado de enero), engruesa el catálogo del club con su aura festiva y sarcástica. Son tradicional cubano más boleros, guarachas, mambos y rumbas para que el año empiece con cierta –y necesaria– sonrisa.

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