Mié 09.04.2008
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DISCOS › FUNPLEX, EL INESPERADO REGRESO AL ESTUDIO DE THE B-52’S

Volvió el alma de la fiesta

A dieciséis años de Good Stuff, su último disco de estudio, el grupo vuelve con las dos cantantes originales. Y consigue la curiosidad de un paquete de canciones frescas, bailables pero con profundidad melódica, que desmienten su veteranía.

› Por Eduardo Fabregat

Tiene el encanto y la sorpresa de lo que ya nadie esperaba. ¿O alguien podía apostar alguna ficha a un regreso de The B-52’s, a 16 años de su último disco de estudio (Good Stuff), a 19 años de la última grabación con el plantel de Fred Schneider, Keith Strickland, Kate Pierson y Cindy Wilson? Teniendo en cuenta la cantidad de agua corrida bajo el puente desde la deliciosa psicodelia bailable de “Rock Lobster”, los mismos músicos debían ser los primeros en tener sus dudas. Y sin embargo, aquí está Funplex. Y sin embargo, contra el inevitable prejuicio sobre el potencial del grupo en 2008, Funplex tiene una frescura y un poder de impacto que desmienten los 33 años transcurridos desde su fundación.

Basta meterle rosca a “Pump”, el demoledor track de apertura: The B-52’s vuelve en plena forma, haciendo que el tiempo juegue a su favor. La producción de Steve Osborne aporta su cuota, pero lo que sorprende es reencontrarse con ese combo que integran la áspera guitarra de Strickland, las celestiales voces de Cindy + Kate (que jamás necesitarán ningún AutoTune para acoplarse a la perfección) y los lúdicos gritos de Schneider, y descubrir que la cosa vuelve a funcionar. Y que funciona incluso mejor que en Good Stuff, donde a pesar de las buenas canciones se extrañaba a la rubia de manera irremediable.

Esta vez, todo está en su lugar. Y, aun en el borde de los sesenta y con varios Pellegrini corridos (y la devastadora muerte de Ricky Wilson partiendo su carrera en dos), los cuatro demuestran que pueden seguir siendo el alma de la fiesta, sin dar el triste espectáculo de viejitos sin ideas con el maquillaje corrido, y consiguiendo el nada despreciable logro de unos B-52’s adultos pero aun así disfrutables, con un impensable rasgo de inocencia. Valen como ejemplo títulos como “Eyes Wide Open”, “Juliet of Spirits” o “Deviant Ingredient”: canciones con la impronta del grupo pero a la vez con un peso específico, una profundidad melódica, que aumenta el efecto sorpresa. Y, claro, no pueden faltar esos arranques de energía pop que hacen tan particular al cuarteto de Athens, el contrapunto entre las chicas y Fred en el liviano “Hot Corner”, la psicodelia actualizada de “Ultraviolet”, el arranque tecno de “Love in The Year 3000”, el épico “Too Much to Think About” o “Dancing Now”, una rareza bailable y oscura a la vez.

Así, los B-52’s –bautizados así no por los bombarderos sino por los inolvidables peinados de Cindy y Kate– suman puntos de track a track, como si el tiempo hubiera operado como catalizador y no como óxido en las articulaciones del grupo. Un grupo capital en el panorama de los ’80, que sobrevivió como pudo en los ’90 y que ahora, de golpe y porrazo, sale del ciclo nostálgico abonado por las recopilaciones Time Capsule y Nude on The Moon y viene a demostrar que valía la pena reservarles alguna ficha. Funplex corona, y paga.

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