TELEVISION › MARTIN CHURBA Y LA EXTRAÑA RELACION ENTRE MODA Y TV
La dictadura del estereotipo
Al frente, esta noche, de un envío por el canal FTV, Martín Churba analiza los clichés, los programas de cambio de look, el ciclo de Roberto Piazza y el mandato de belleza publicitaria.
› Por Julián Gorodischer
Martín Churba cayó en las redes del reality show: una cámara lo siguió por Japón, mientras organizaba desfiles y promocionaba su marca Tramando, y él aceptó revelarlo todo. Se iluminan sus desayunos y conversaciones privadas, también un extraño rito a la Pachamama organizado al pie de la pasarela; se lo acompaña en sus paseos por Tokio, y en el momento en que convirtió a la típica geisha en una china de las pampas, divertido en la búsqueda continua de analogías. Ese programa (Tramando en Tokio, hoy a las 20 por el canal FTV) rastrea sus pasos a gusto del voyeur, pero es a la vez una excusa para la propuesta de Página/12: se pide al diseñador que analice la compleja relación que hay entre la moda y la TV, hoy que el cambio de look es un boom morboso que se expresa en No te lo pongas (People & Arts) o Queer eye for the straight guy (Sony).... Este será el recorrido del especialista por la bizarra experiencia local de Roberto Piazza (en Plus Satelital), la televisación de desfiles y la programación de FTV, un continuado de belleza publicitaria que borra definitivamente la frontera entre programa y tanda. ¿Acaso Martín Churba renueva el panorama?
Martín Churba: –La cámara nos seguía hasta en el momento de hacer un rito pachamamesco al pie de la pasarela. Estábamos armando un escenario con tierra y Mariana Baraj tocaba carnavalitos y bagualas; todos agradecíamos a la Tierra. Nos espiaba a la mañana en el desayuno, en nuestras charlas íntimas. No me asusta el efecto reality, siempre y cuando tenga sentido de relato. No me interesan las banalidades de la vida porque sí, sino aplicadas a una narración: para saber cómo un grupo de argentinos llevó un concepto de diseño y moda a Tokio.
Si su primera aproximación televisiva (ya fue actor de cine en No quiero volver a casa, de Albertina Carri) elige las reglas del reality show es –tal vez– porque está en busca de ¡algo de autenticidad! “Ya hace quince años, antes del reality, mi profesor de teatro Agustín Alezzo nos grababa y nos hacía mirarnos: cuando te escuchás te das cuenta de que lo que habías dicho casi siempre es una pelotudez. Pero si lo que se ve es para chisme, me parece aburrido y poco interesante....” Admite que la lógica monolítica de FTV (el diario de un creativo o un modelo en tránsito por bellísimos parajes) fue determinante para dar con el tono de su propio docurreality. ¿De poder aplicarle su marca personal hubiera hecho algo distinto? “Yo cuando vi A la cama con Madonna –dice Churba–, sentí a Madonna presente, era un producto de Madonna. Esto no tiene un formato que rompa con los documentales de FTV; es así de espectacular y dinámico, pero en vez de mostrarte las playas del Caribe se verán las calles de Tokio....”
–¿Cómo sería su influencia en un espacio televisivo?
–La trama textil hubiera tenido que ver con la trama narrativa: usando paralelos, apresando a la gente en nuestra red. Mi artista favorito es Michel Gondry, porque me fascina su manera de contar tan rupturista, en exploración continua de cuestiones de la narrativa.
–¿Qué destaca de la presencia de la moda en la TV?
–Me doy cuenta de que la moda y la tele se llevan muy bien porque tienen una frivolidad común: son fáciles para acompañarse mutuamente. Tomo el espacio para comunicar frivolidad, pero como timoneo un proyecto de diseño (Tramando) que intenta profundizar en cuestiones e iconos culturales nuestros (entre los que se incluye el trabajo asociado para diseñar vestuario y guardapolvos con cooperativas de cartoneros y ex piqueteros) me queda una parte importante de mi vida afuera. No tengo dónde ir a contar eso otro que hago...
Dice Martín Churba que lo que queda afuera de la pantalla es “la música, el mercado, las ventas, la guita que se mueve”. No se ve más que una imagen fosilizada en cada televisación de desfiles o programa de cable para la mujer: es un maniquí, un trapo y lentejuelas. Le gustaría como espectador –asume– terminar con ese cliché. “No se habla del negocio, de la industria, del querer ser, del ego que se pone en juego... –protesta–. La moda podría ayudar a pensar cuál es nuestra piel social, cómo nos contamos, dónde empieza y termina nuestra identidad... Yo creo que la nuestra es una piel rústica, como la de una persona de campo trabajando a la intemperie, que se pone oscura, muy marcada por la vivencia dolorosa pero joven a la vez. Es una piel ajada que se combina con otra nueva, más suave, y se define desde lo contradictorio, con muchas cualidades en un mismo ser: con contrastes, en búsqueda constante de identidad, resistente y en actitud de batalla.”
–¿Qué le parecen los canales dedicados a la moda, como FTV?
–Tienen un formato único con la intención de que no se rompa la belleza publicitaria, apuntan al tono continúo que da la frivolidad: saca lo más efervescente que yo tengo para comunicar. Cuando conocí Japón pensé que necesitábamos un respaldo de historia y tradición para contarnos, hablar desde la figura del gaucho que nos liga a nuestra desdicha, a no tener padre ni madre, ni identidad clara, reconociéndonos como huérfanos, con una actitud más sincera.
–¿Y qué piensa de la irrupción televisiva atípica de Roberto Piazza?
–Lo que no sirve es no proponer: él ofrece una moda y un programa a su estilo, con una cultura propia: cachuda, muy armada, con un estilo obvio en la búsqueda del lujo. Pero lo elijo por lo definido y por lo personal.
–¿Y del boom televisivo de cambios de look?
–En No te lo pongas hay una propuesta entretenida en relación a cómo somos con la ropa, con cierta tensión sociológica, permitiendo que la gente hable de lo que le pasa y obtenga buena información para poder reflexionar sobre cómo nos relacionamos con lo que cada uno se pone. Los programas de tipo Extreme make over denotan un nivel de enfermedad social: no nos aceptamos tal cual somos, entonces cambiemos todo. Queer eye for the straight guy me parece el menos interesante: pone énfasis en la mirada del gay como estereotipo más allá de lo que le sucede a cualquier usuario de moda. ¿Sirve para romper algún mito? Yo creo que refuerza estereotipos.