TELEVISION › KAREN JOHNSON, DE LA BBC
“La gente de la TV debe ser sensible”
Responsable editorial del material para chicos y adolescentes que se emite en la poderosa cadena británica, Johnson analiza el rol, contenidos, defectos y virtudes de los productos televisivos para esas edades.
› Por Oscar Ranzani
Desde su nacimiento, la televisión fue objeto de numerosas polémicas sobre el uso que pueden darle los chicos y los jóvenes. Numerosos exponentes a favor y en contra no hacen más que proponer debates que, en muchas ocasiones, no tienen sentido: achacarle a la televisión la culpa de todos los males de los niños y los adolescentes es exigirle una dimensión de moralidad que, paradójicamente, una máquina no puede tener. Como siempre, la responsabilidad es de los seres humanos. Ahí, entonces, se sientan a la mesa de discusión otros factores: ¿cuál sería la televisión ideal para esa franja?, ¿cómo se debe regular?, ¿qué rol deben jugar las instituciones y los adultos? Estos interrogantes tienen distintas respuestas de acuerdo con los interlocutores. La británica Karen Johnson, invitada a la Argentina por el Ministerio de Educación para asesorar al ciclo televisivo Medioscópicos (Canal 13), tiene una amplia experiencia sobre cómo se puede abordar el cruce entre educación y medios. Johnson, responsable de la estrategia editorial respecto de los programas dirigidos a la audiencia infantil y juvenil que van a formar parte de la grilla de una de las emisoras más poderosas del mundo como la BBC, dialogó sobre estos temas con Página/12.
–¿Cómo se logra calidad en los contenidos de televisión para chicos y adolescentes sin subestimarlos, como muchas veces sucede?
–Yo no diría que esto es algo que muchas veces sucede. No sé lo que pasa en la Argentina porque no he visto mucha televisión, pero diría que al menos no es el caso en el Reino Unido. Yo creo que hay que destinar los fondos suficientes, hay que poner a trabajar en esto a especialistas. Muchas veces, cuando vemos malos programas de televisión, lo que noto es que es un productor de programas para adultos que cree que puede trabajar con chicos y es lo mismo cuando, en realidad, es gente que no pasa tiempo con los chicos. No hacen el esfuerzo de entender qué es lo que les interesa a los chicos, qué es lo que les preocupa, qué les aburre. Yo creo que lo fundamental es el grado de especialización y la financiación adecuada. Anualmente se destinan en la BBC aproximadamente unos 60 millones de libras esterlinas para programas para niños y adolescentes.
–Teniendo en cuenta que la televisión no es solamente transmisora de información sino también mediadora de aprendizaje, ¿qué rol debe jugar en la educación?
–Es muy importante recordar que la televisión puede tener un mensaje abierto y uno oculto. Por eso es fundamental que la gente que hace televisión sea sensible y tenga conciencia de ese mensaje extra. No podemos hacer televisión sin valores. Entonces, lo que tenemos que tratar de asegurarnos es que los valores que aparecen en televisión sean positivos, sean buenos. Los chicos tienen que sentirse inspirados, estar interesados en lo que ven, que los conmueva y que puedan ser críticos.
–¿Y cómo se logra una audiencia crítica?
–Es muy difícil. Nosotros tenemos varios programas que ayudan a que los chicos entiendan cómo se crea la televisión, cómo se hace, de una manera que ellos puedan disfrutar. Pero también hay otros programas que los ayudan a entender cómo manipula la televisión, por buenas o malas razones. De hecho, cualquier historia está tratando de ponernos en alguna posición en términos emocionales. Lo que tenemos que alertar a los chicos es que la televisión es otro conjunto de historias que tiene que leerse en ese contexto.
–¿Cuáles son los valores que intenta transmitir la BBC a los chicos y a los adolescentes?
–Creemos que los valores que queremos transmitir son muy positivos. Suponemos que los chicos tienen el derecho de sentirse optimistas respecto de sus vidas. Al mismo tiempo, tienen que ser realistas. Ahora, nos pasa que todos los chicos quieren ser modelos, jugadores de fútbol o estrellas pop. Por eso, es fundamental que la BBC trate de combatir esos modelos revelando que la vida de un futbolista, estrella pop o una modelo no siempre es perfecta. Y además, el hecho de mostrar las alternativas: cómo es la vida normal y real de la mayoría de la gente, y mostrar cómo hay gente que tiene vidas exitosas con trabajos comunes y corrientes.
–¿Cómo pueden los adultos orientar a los chicos a ver televisión?
–Eso es muy difícil porque muchos no tienen un buen discernimiento. Una cosa que tenemos que lograr es alentar a los adultos a que hablen con los chicos de la televisión que miran. A partir de Teletubbies empezó una tendencia en que madres e hijos empezaron a mirar televisión y a hablar de ella. Por ejemplo, estos debates de las telenovelas si la chica está embarazada qué va a pasar, ésas son las cosas sencillas que los padres pueden hablar con los hijos. También creo que muchos padres se sienten impotentes, sin capacidad de hacer nada.
–¿Qué opina sobre la idea de que la violencia en la pantalla genera comportamientos violentos?
–Yo soy miembro de la Junta Británica de Clasificación de Películas y he pasado mucho tiempo pensando y hablando de este tema. No hay pruebas en este sentido y en el sentido opuesto tampoco. Ahora, mi opinión personal es que yo prefiriría no exponer a los chicos a muchas horas de televisión violenta. Yo creo que los perturba y como adultos tenemos la responsabilidad de tratar de proteger a los chicos.
–También es cierto que el contexto social en el que están inmersos los chicos y los jóvenes suele tener violencia, miseria, guerras, atentados pobreza. ¿Cómo puede reflejar esto la televisión? Si no lo hace, ¿no es una manera de proponer que vivan en una burbuja distanciada de la realidad?
–Es difícil, sí. Las obras de Sófocles, las grandes tragedias griegas mostraban esos dramas pero, sin embargo, nos dejan pensando sobre cómo vivir la vida. Lo mismo pasa con las obras de Shakespeare. Uno puede aprender a vivir a partir de esas historias. Es cierto que hay que ver la realidad de la vida, por ejemplo, a través de las noticias. Hay un libro muy bueno llamado Entretenernos hasta la muerte. Y el autor dice en un momento que el problema con las noticias es que nos dan gran cantidad de información hoy en día sobre las que nos sentimos totalmente impotentes, porque no podemos hacer nada al respecto. Y si bien eso lo podemos tolerar los adultos, yo creo que hay un cierto límite respecto de cuánta impotencia pueden tolerar los chicos o a cuánta impotencia podemos exponerlos.