TELEVISION › VIOLETA URTIZBEREA AFRONTA SU PRIMER PROTAGóNICO
Teniendo en cuenta que debutó en la pantalla chica a los diez años en Magazine for fai, puede decirse que es una veterana de 24 años. Desde hoy se la podrá ver en las tardes del 13 con Enseñame a vivir, la nueva comedia romántica de Pol-Ka.
Con la sencillez de quien aún no parece asimilar la responsabilidad y las presiones de encabezar un proyecto televisivo de ficción, Violeta Urtizberea se apresta a enfrentar el comienzo de Enseñame a vivir (desde hoy, todos los días a las 18, por el 13) con la misma naturalidad que cuando a los diez años formó parte de Magazine for fai, aquel experimento en el que debutó en la pantalla chica de la mano de su papá, Mex. Pese a su corta edad (tiene 24 años), la niña de gestos mínimos dejó hace rato de ser “la hija de...” para construir una sólida carrera que incluyó papeles en Mujeres asesinas, Locas de amor, Conflictos en red, Soy tu fan y LaLola, entre otros programas, obras de teatro y películas. Pero ni la celeridad con la que se desarrolló su carrera ni el haber alcanzado su primer protagónico parecen descolocar a Violeta. No transmite nervios ni aires de diva. Detrás de la fragilidad que transmite su cuerpo, es pura tranquilidad. “Todavía no entiendo nada. Ni asimilé el protagónico ni me cargué de presión. A mí me gusta actuar y no me importa en qué rol”, se defiende ante la consulta de cómo le sienta encabezar, junto a Pablo Rago, la nueva comedia romántica producida por Pol-Ka. “Probablemente me pase que como soy muy joven, nunca planifiqué cómo quería que fuera mi carrera; para mí la actuación siempre se relacionaba al disfrute. El protagónico en TV nunca fue un deseo o un objetivo de máxima”, explica la actriz, con una naturalidad que la define de pies a cabeza.
Entre la ingenuidad fantástica de Floricienta y la problematización naturalista del mundo adolescente que a comienzos de los ’90 planteaba Montaña rusa, Enseñame a vivir contará la típica historia de amor juvenil, matizada con el humor absurdo que derivará del “choque de culturas” por el que avanzará la trama. El relato se centrará en Asai (Urtizberea), una joven que fue criada durante 20 años por monos en la selva y que por esas casualidades que tienen los guiones televisivos es adoptada por Amanda Fernández Salguero (Adela Gleijer), una millonaria a la que la historia de la chica le recuerda el trágico accidente en el que perdió a su hijo y su nuera. Sin embargo, la historia de Asai esconde una relación con aquel accidente, del que sólo sobrevivieron los sirvientes (Jorge Suárez y Patricia Etchegoyen) y la supuesta nieta Clodine (Julieta Zylberberg), que pronto saldrá a la luz y modificará la estructura familiar. Los libros de Enseñame a vivir fueron escritos por Ernesto Korovsky (Gasoleros, El sodero de mi vida, Son amores, Mujeres de nadie) y Claudio Lacelli (Enamorarte, Verano del ’98).
“Lo que me pasa con Enseñame a vivir es que al interpretar a una chica no civilizada, el personaje me expuso a un desafío enorme desde un principio. Entonces, toda mi concentración estuvo puesta ahí y la neurosis no me pegó por el lado de que soy protagonista, sino por encontrar el equilibrio justo para componer al personaje. No tuve remedio. Y está buenísimo que sea así, porque si al personaje lo hacés de taquito tal vez te empezás a preocupar por cómo saliste en las revistas o qué dicen de vos”, cuenta la actriz, que vuelve a compartir elenco con Zylberberg, con quien el destino profesional la cruzó en varios proyectos. “Somos muy amigas. Nos conocemos desde los 10 años y siempre que se puede intentamos trabajar juntas”, admite Urtizberea.
–Recién señalaba que no se había planteado el protagónico como un objetivo, pero, ¿siempre supo que quería ser actriz?
–Yo empecé clases de teatro a los 6 años. Siempre sentí actuar como una experiencia placentera. Así como otros se divierten haciendo deportes, yo el ocio lo canalicé por la actuación. Como nunca hice deportes, actuar se convirtió en el lugar que elegía para divertirme y expresarme. Lo mismo pasó con Magazine for fai, donde actuábamos sin ningún planteo artístico a futuro, con el único objetivo de divertirnos en ese momento. Después de Magazine... seguí actuando e hice alguna que otra obra, pero siempre viviéndolo como una diversión. Y a los 18, cuando terminé el colegio y tuve que ponerme a trabajar de otra cosa, me di cuenta de que si podía vivir de la actuación me iba a convertir en la persona más feliz y privilegiada del mundo. Y ahí fue cuando me concentré en la actuación y me elegí un representante.
–¿O sea que el planteo profesional de la actuación recién surgió a los 19 años?
–Siempre supe que la actuación iba a convivir conmigo de por vida, porque es algo que me gusta, pero desconocía hasta qué punto. Había empezado a estudiar psicología en la UBA, aunque sabía que nunca iba a ejercer, y durante ese tiempo trabajé de camarera, promotora, niñera, de asistente de producción y vestuario... ¡Era un horror! No sólo no me gustaba y sólo veía esas tareas como un trabajo, sino que además era un desastre haciendo todo. Eran trabajos que no me gustaban. Por eso me siento una privilegiada. No tanto por trabajar de lo que me gusta, sino por saber qué es lo que me gusta.
–El hecho de haberse criado en una familia de artistas (es hija de Mex, sobrina de Gonzalo, y su mamá también era actriz hasta que decidió ser asistente social), ¿hizo que viviera a la profesión como un mandato?
–Nunca sentí presión por actuar. Porque, además, mi papá tampoco era actor cuando yo era chica: era músico. Después se empezó a meter en el mundo de la actuación, casi por casualidad. Nunca estudió actuación. Mis viejos nunca me presionaron en nada, en verdad. Lo que yo quería lo hacía y punto.
–La sensación que da la imagen mediática de Mex es que no debe ser un padre al estilo tradicional, ¿es así realmente?
–Mi viejo es divertido y está en su mundo. Pero es un padre normal. ¡Se va a dormir a las 10 de la noche! A mí me divierte mucho más en mi casa que en la tele. Es recontracolgado, pero vive dándome lecciones de moral y buenos modales. Su vida fuera de los medios es menos delirante.
–¿A esta altura sintió que dejó de ser “la hija de...”?
–En realidad, la hija de mi papá voy a ser siempre (risas). De todas maneras, no es que mi viejo es un tipo recontrapopular como Marcelo Tinelli: es un tipo conocido pero hasta ahí. Para mí, mi viejo es un genio. De todas maneras, no me muero porque me reconozca todo el mundo. Lo mío es muy simple: si voy a un estreno voy porque me invitó un amigo, y si voy a un evento es... ¡porque me pagan!
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