TELEVISION › SEBASTIáN WAINRAICH Y GABRIEL SCHULTZ RETORNAN CON TVR
El programa de la productora Pensado Para Televisión regresa en Canal 9 después de su agitada salida de El Trece. En esta entrevista, sus conductores analizan los cambios vividos por el programa y defienden la razón de ser del envío.
› Por Emanuel Respighi
Si hay una cosa que no se le puede achacar a TVR, el ciclo periodístico que desde hace más de una década analiza la realidad mediático-política, es que sea incoherente. Desde su irrupción, allá lejos y hace tiempo, en América, cuando Fabián Gianola y Claudio Morgado llevaban las riendas del “primer y único noticiero sobre la TV argentina”, hasta su conflictivo paso por El Trece, ya con Sebastián Wainraich y Gabriel Schultz al frente, la criatura de Pensado Para Televisión (PPT) nunca “vendió” la objetividad como rasgo congénito. De hecho, hasta en los temas más banales que destila el mundo del espectáculo TVR siempre tomó postura y, lo que no es un dato menor, se encargó de hacerla explícita a través de sus informes. Esa característica, que durante años muchos celebraron, se convirtió para otros, contexto político-mediático mediante, en una debilidad. Con la mochila de ser (des)calificado por tener una visión “oficialista”, TVR regresa hoy a las 23, por Canal 9.
Luego de la agitada salida de El Trece, donde el año pasado el canal boicoteó al ciclo programándolo cada vez más tarde porque su línea editorial no coincidía con la del Grupo Clarín, TVR retorna a la pantalla chica con los mismos recursos que lo convirtieron en un programa de archivo distinto de la decena de ciclos del género invaden la TV local. Página/12 dialogó con Wainraich y Schultz sobre las críticas que le caben al programa por su explícita línea editorial y acerca de la relación que la dupla tiene con el contenido del ciclo más longevo de PPT (también produce 6, 7, 8 y Duro de domar).
–Esta es la quinta temporada al frente de TVR. ¿Les sigue gustando tanto como cuando comenzaron?
Gabriel Schultz: –Antes nos sorprendíamos todo el tiempo, ahora nada nos sorprende.
Sebastián Wainraich: –No deja de ser un trabajo, y no nos da lo mismo cualquier cosa. Si sale mal, nos vamos deprimidos, y si sale bien, contentos. Pero es verdad que al programa lo conocemos de memoria.
–¿Cuál fue el cambio más brusco del ciclo?
G. S.: –Hace años, TVR era un programa humorístico con ideología. Ahora es un ciclo con ideología, a secas. Dejó de ser un programa humorístico. A mí me falta el humor: TVR ya no tiene lugar para el humor. TVR es el único programa de archivo que tuvo y tiene ideología.
S. W.: –TVR tiene humor, pero ahora se volcó más a lo político. De todas maneras, creo que todos los programas tienen ideología; hasta el programa más hueco emite un mensaje ideológico.
–¿Hasta qué punto participan del armado de esa línea ideológica?
S. W.: –Cero.
G. S.: –Hasta ningún punto.
–¿Y están conformes con limitarse al rol de conductores?
S. W.: –Tenemos alma de productores, los dos comenzamos como productores de radio. Nos gustaría participar más del contenido. Pero TVR es así desde siempre. Al principio participábamos un poco más, nos escuchaban un poco más. Bah, ¡nos escuchaban!
G. S.: –No esperan que los conductores participen de los informes. No es nuestra función. En la radio, todo lo que pasa, sea bueno o malo, depende de uno. En la tele sólo somos responsables de lo que decimos. Del resto no nos hacemos cargo. Nos gustaría tener más empatía con los informes. Pero en TV es muy difícil: no creo que ningún conductor esté de acuerdo con todo lo que sale en un programa.
–¿Cómo llevan, entonces, ser los conductores de un programa de fuerte carga ideológica y del que no participan en el armado?
S. W.: –A veces con orgullo y otras con preocupación. Pero estés de acuerdo o no con la línea, los informes de TVR siempre son profundos. Uno tampoco puede aclarar que no está de acuerdo con un informe cada vez que lo percibe.
–Pero que si no estuvieran de acuerdo con la línea general del programa, no serían parte de TVR...
S. W.: –Cuando empezamos estábamos más de acuerdo con los contenidos. El clima político no estaba tan caldeado y la política no ocupaba la mayor parte del programa.
G. S.: –Si fuera opositor del Gobierno no podría conducir TVR. Hoy el país te pone en un espacio donde o sos una cosa o sos la otra. Si hoy no estás con el Gobierno o con la oposición te ven como un tibio. Ser independiente no es ser tibio. Esa situación es preocupante. El maniqueísmo nunca terminó bien.
–Ustedes no se sienten ni oficialistas ni opositores.
G. S.: –Estoy de acuerdo con la política económica de este Gobierno. Creo que tiene una intención clara de enfrentamiento a los grandes grupos oligopólicos del país. Eso es inédito. Lo que menos me agrada es la falta de aceptación de la crítica en cualquier otro tema y el manejo que se tiene con los medios de comunicación. Un presidente no puede darles tanta importancia a los editoriales o a las notas de algún diario.
–El Gobierno podría argumentar que cuando el hostigamiento es diario también tiene que defenderse.
S. W.: –Seguro, pero cuando uno asume un cargo como el de presidente sabe que se tiene que bancar las críticas, porque si no se vuelve loco. También hay que pensar que se trata de una guerra que distrae y hace que no se hable de otras cosas.
–¿Cómo los afecta hoy ser los conductores de TVR?
G. S.: –Algo que últimamente me pasa muy seguido es que se me acerca la gente y me grita a favor de Kirchner. El otro día, en la puerta de la radio donde iba a hacer La venganza será terrible, me paró un pibe y me dijo “gracias por lo que hacen por el gobierno nacional”... Y yo no hago nada. En todo caso lo hace el programa. Sé que la objetividad es casi imposible, mucho más hoy. Algunos se autoimponen el mote de periodismo independiente cuando saben que no lo son. A los que tenemos un pensamiento más libre nos molesta que nos emparienten con cualquier tipo de connotación política. Hoy la crítica no es aceptada en ningún caso. Si criticás a la oposición, sos kirchnerista, y si criticás al Gobierno, sos opositor. La falta de matices es lo peor que nos puede pasar como sociedad.
S. W.: –El periodismo independiente no existe. Prefiero que un medio, programa o periodista blanquee su posición política. Desde el debate de la Ley de Medios, el lugar que ocupa cada medio quedó mucho más expuesto.
–¿Cómo definiría entonces al TVR actual?
S. W.: –El programa sigue siendo profundo, sigue demostrando cosas que no suelen publicarse y continúa analizando los medios de una manera que nadie hace. Es un programa que provoca inteligentemente, que da lugar a la reflexión y que entretiene. Le sigo levantando el pulgar a TVR.
G. S.: –Es un programa inteligente con una clara definición política, porque en el caso de TVR, la tibieza juega en contra. TVR debe hacerle honor a su historia: que tome postura enriquece y hasta enaltece al programa. Ahora, creo que debería darse cierto espacio a una crítica constructiva. De lo contrario, te convertís en aquello que criticás de los oligopolios. Igualmente, como ningún otro ciclo, TVR aporta a la memoria histórica argentina. En un país tan desmemoriado como el nuestro, TVR cumple una función social que trasciende lo televisivo. Eso es innegable.
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