TELEVISION › EL CANAL CIUDAD ABIERTA LANZARá SU NUEVA PROGRAMACIóN
La señal pública porteña, que se puso en marcha hace ocho años como un proyecto destinado a privilegiar la experimentación artística, trabaja hoy con presupuestos mínimos y pobres condiciones técnicas. Su director, Carlos Pugliese, dice que “el canal es intocable”.
› Por Facundo García
Ciudad Abierta, la señal televisiva que depende del Gobierno de la Ciudad, lanzará este lunes su programación correspondiente a 2011. Esa es la noticia buena: según varios, las malas son muchas más. Porque mientras que para el director del canal, Carlos Pugliese, la mayor parte de los inconvenientes que la emisora viene atravesando desde hace años están a punto de resolverse, numerosos empleados no dudan en calificar la situación de “vergonzosa” y hasta acusan al macrismo de mantener ese espacio en estado zombie.
En lo que sí hay unanimidad es en la tensión que campea por los pisos diez y once del Centro Cultural San Martín, donde tienen que verse las caras los que estaban desde antes de que llegara el PRO y los que vinieron después. El trabajador y subdelegado gremial de ATE Ricardo Balado describe un panorama preocupante. “Con esta administración hemos perdido el ochenta por ciento de los puestos laborales”, dispara. “Tal fue el clima que se generó, que a las autoridades no les quedó otra opción que contratar como director artístico a Nicolás Richat –ex camarógrafo del canal–, quien sin presupuesto y en base al esfuerzo colectivo organizó la nueva grilla”, detalla.
Ciudad Abierta se puso en marcha en 2003, como un proyecto audiovisual destinado a darles lugar a la experimentación y a las propuestas con cierto vuelo reflexivo. Al principio de la gestión macrista la orden fue barrer con la señal, porque “no se justificaba gastar más de diez millones de pesos en algo que no ve nadie”. En efecto, el plantel bajó de más de cien personas a las alrededor de treinta que hay hoy. Y aún en esa adversidad, con sueldos que están muy por debajo de lo que se paga en el gremio –alrededor de 2500 pesos, informan los delegados–, se sigue produciendo. A los tumbos, eso sí.
Balado subraya que la puesta a punto para esta temporada se logró “en menos de cinco meses y con presupuestos mínimos, es decir que ningún programa costó más de 300 pesos por capítulo”. Al mismo tiempo, desde diversas oficinas señalan que las condiciones técnicas son paupérrimas, y que en un momento, de once cámaras funcionaban sólo tres o cuatro. “En cuanto a los sueldos –agrega Balado–, estamos negociando aumentos. Pero no ha habido avances significativos, mucho más teniendo en cuenta que negociábamos con Gregorio Centurión, secretario de Prensa del Gobierno de la Ciudad, que se suicidó en diciembre.”
Claro que está la otra campana. El director del canal, Carlos Pugliese, se autodefine como un defensor de la buena onda. “Ante todo, yo quisiera que estos chicos vengan a trabajar con alegría”, replica. “Sé que lo que dijo Mauricio aquella vez –aquello de cancelar las emisiones– ha quedado como una herida que no cicatriza. Pero actualmente el canal es intocable. Va a seguir adelante porque la Legislatura decidió protegerlo, y duele un poco que nadie valore los esfuerzos que se hacen por avanzar”, se lamenta. El funcionario admite que hay problemas presupuestarios: “Es más, la última vez pedí once millones anuales y me dieron cinco. Son las reglas del juego político: a lo mejor el Gobierno de la Ciudad se plantea otras prioridades. Así y todo, creo que la programación con la que vamos a salir es muy meritoria y logra incluir la perspectiva de los que estaban disconformes”. Hay quejas de que a pesar de que los nuevos programas ya tienen un pie en el aire, no se les ha dado publicidad. “Primero tenemos que definir bien lo que estamos diciendo, y en marzo o abril saldremos a promocionarnos”, responde el titular.
Pugliese jura que desde que él se hizo cargo de la conducción no se ha despedido a nadie. “Hace dos años que estoy, y desde que llegué los que se fueron tomaron esa decisión fue porque habían conseguido un empleo mejor”, se ataja. ¿Cien personas consiguieron un mejor empleo? “No, de esas partidas son responsables las autoridades anteriores. Pero es cansador echarles la culpa a los que vinieron antes, así que prefiero hablar del futuro”, recalca. Admite que los sueldos que se pagan son bajos, e inmediatamente anticipa que se está evaluando una recategorización. En cuanto al financiamiento de iniciativas nuevas, destaca que eso lo excede, porque “depende del presupuesto que aprueben los legisladores”. “Igual yo me comprometo a que si faltan fondos para que las realizaciones que estamos estrenando se lleven a cabo, me voy”, asegura.
Sergio Bilotte, otro delegado de los trabajadores, atiza el contrapunto repasando el camino andado en los últimos meses. Meses en los que, por otro lado, se ha visto un crecimiento exponencial de las televisoras públicas argentinas, lo que hace todavía más dolorosa la crisis de Ciudad Abierta. “Lo que afirma Pugliese son verdades a medias. En mayo nos quejamos respecto del bajo nivel de la programación y de la cantidad de publicidades oficialistas que pasaban. Nos dieron un poco de oxígeno para planificar cosas y en noviembre los recursos volvieron a cortarse. En ese estado estamos ahora.” Uno de sus compañeros revela el ánimo compartido con una imagen contundente. “Queremos hacer tele de calidad. Estamos tratando de que se nos deje de caer la cara de vergüenza cuando estamos en un asado y decimos adónde laburamos”, resume.
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