Lun 27.08.2012
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TELEVISION › MUñECOS DEL DESTINO, UNA ATíPICA TELENOVELA EN LA TV PúBLICA

Títeres en manos de la pasión

Producida a través del programa de fomento para la TDA, la miniserie tucumana apela a tópicos conocidos del culebrón, pero reformulado por la puesta en escena y los personajes, encarnados por muñecos de tela sin expresión facial... pero muy expresivos.

› Por Emanuel Respighi

Una historia de amor imposible. Inflexibles mandatos familiares. Infidelidades, engaños y mentiras. Conflictos culturales, económicos, sociales y generacionales. Grandes y pequeños secretos. Personajes con sed de venganza y otros con formas extorsionadoras. Y un asesinato que lo revolucionará todo. Hasta aquí, bien podría ser la descripción de cualquiera de tantas telenovelas centroamericanas que invaden las tardes televisivas. Pero Muñecos del destino no es más de lo mismo, de ninguna manera. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que este culebrón que hoy a las 23.30 estrena Canal 7 tiene como protagonistas a ¡títeres de tela! No sólo eso: Muñecos de destino les agrega algo a esos títeres carentes de boca y gestos faciales decorados en miniatura de cartón pintado y cierta tonada tucumana. El resultado del experimento creativo no es otra cosa que una telenovela –en formato de serie– original, adictiva y bella. Aunque usted no lo crea.

Surgida de los concursos de fomento de ficciones federales organizados por el Incaa y el Ministerio de Planificación para la Televisión Digital Abierta, Muñecos del destino es la primera ficción realizada íntegramente en el interior en emitirse por la TV pública. La carta de presentación de esta novedosa propuesta producida en Tucumán por Anarcovisión hace honor al espíritu que incentivó la puesta en marcha de parte del Estado nacional de la financiación de contenidos televisivos, en la búsqueda de descentralizar la producción para la pantalla chica. Es que la serie es la más clara demostración de que otros géneros, lenguajes y temáticas televisivas no sólo son posibles en la industria local, sino también pueden resultar atractivos y genuinos, sin perder calidad de producción.

La historia de Muñecos del destino transcurre, principalmente, en una sedería de San Miguel de Tucumán, específicamente en la calle Maipú, que es donde los inmigrantes árabes y, en menor medida, judíos, instalaron sus negocios en la primera mitad del siglo XX y que hoy –dicen– permanece casi inalterada. “La idea de hacer una telenovela en animación venía dando vueltas desde antes de los concursos”, explica a Página/12 Patricio García, uno de los creadores de la serie, junto a su esposa y artista plástica Rosalba Mirabella. “Queríamos hacer telenovela porque nos gusta mucho el género, miramos mucha telenovela –especialmente las brasileñas y las mexicanas–, nos gusta el cine que roza lo telenovelesco como el de Douglas Sirk, Almodóvar o la etapa mexicana de Buñuel. En un principio habíamos pensado en utilizar stop motion, pero lo descartamos por el tiempo que lleva esta técnica, y porque es muy delicada, todo lo contrario del espíritu más bien ‘descartable’ de la telenovela que se filma a toda velocidad. La propia historia que contábamos nos llevó a pensarla con muñecos de tela en referencia a la tela que se comercia, y a que son personajes que están en conflicto entre su propia voluntad y lo que se espera de ellos: es como si los movieran fuerzas externas, como si fueran títeres.”

Sin alejarse de la estructura clásica de la telenovela, manteniendo su receta más tradicional, Muñecos... se presenta a los ojos de los televidentes como una nueva historia del género, en formato reducido de ocho episodios. De actuaciones grandilocuentes y subrayando cada sentimiento, Muñecos... no es un sátira del género, sino que es un exponente particular de ese mismo formato. La utilización de los títeres en decorados realizados a mano en miniatura le otorga al ciclo un atractivo único, cuya historia –revisitada una y otra vez por cualquier telenovela– hipnotiza por esos muñecos de tela que sin tener ningún tipo de gestualidad parecieran alegrarse, sufrir, manifestar el dolor y la bronca, la indiferencia y el enojo. En este rubro, los recursos técnicos –como la puesta de cámaras, el sonido ambiente y la voz en off de los actores que les ponen palabras a esos muñecos inanimados– hacen lo suyo con aptitud y eficacia.

“La telenovela equivale a sobreactuación, teatralidad, pero a la vez sus actores son siempre un poco de madera: te das cuenta cuando ves muchas novelas que realmente no necesitás que el actor sea bueno o muy expresivo, porque la música, el montaje, la cámara y en muchos casos el mismo diálogo, literalmente, lo expresan todo”, cuenta García, guionista, director y musicalizador del programa. “La musicalización, el trabajo de voces en off, el montaje, el uso de la cámara –enumera– cumplieron funciones esenciales en el programa: hay momentos en que los muñecos parecen poner cara de intriga, pero es sólo la cámara haciendo un zoom in a sus caras. Por otra parte, el mismo género de la telenovela es así, todo subrayado, sobremusicalizado, movimientos de cámara que remarcan cosas.”

El proceso de producción de Muñecos... duró alrededor de seis meses. Según cuentan desde el equipo tucumano, lo más complicado fue la preproducción, donde tuvieron que diseñar y realizar más de treinta escenografías con paredes removibles (para poder poner la cámara desde distintos puntos de vista), más de cuarenta muñecos con sus diferentes cambios de ropa, además del storyboard y la planta de cada plano. Los diálogos fueron grabados previamente por los actores que les pusieron sus voces a Naim, Laila, Lidia y Fátima, entre otros personajes. La filmación se realizó posteriormente, sobre una preedición del sonido disparada como referencia. Todo el trabajo de preproducción, a cargo de un numeroso equipo de arte, duró poco más de tres meses. El rodaje en HD se hizo en un mes y medio, mientras que en otro mes y medio la posproducción terminó de pulir el producto final.

A la hora de evaluar el significado que tienen los concursos federales para los realizadores que no residen en la ciudad de Buenos Aires y alrededores, García destaca que abrieron un panorama completamente diferente del que existía. “Nosotros teníamos la idea de Muñecos... –ejemplifica– mucho antes de aparecer los concursos, pero acceder a los subsidios o concursos que habían era literalmente imposible, porque eran dirigidos a productoras televisivas con experiencia, capital y estructura. Tuvimos el proyecto guardado por un par de años y catalogado como irrealizable. Hasta que aparecieron estos concursos y de pronto pudimos hacerlo. Significaron una oportunidad laboral importante para técnicos y actores. Ojalá no se dejen de hacer.”

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