Jue 18.04.2013
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TELEVISION › VECINOS EN GUERRA, LA NUEVA FICCIóN DE UNDERGROUND

Secretos en el barrio privado

La flamante tira diaria que emite Telefe demuestra que es posible aplicarle calidad estética y narrativa a un programa para toda la familia en el horario central televisivo, con un gran trabajo de dirección y musicalización.

› Por Emanuel Respighi

El ser humano es un gran reservorio de secretos. Los hay inconfensables e íntimos, tontos y avergonzantes, propios y de otros. Algunos son –y serán– eternos; otros tienen fecha de vencimiento. Nadie es únicamente lo que aparenta. En todo caso, lo que los otros ven de uno no es más que la punta de un iceberg. Ese es el eje que subyace a la trama de Vecinos en guerra, la comedia que Telefe estrenó esta semana y que se emite de lunes a jueves a las 21.30. Protagonizada por Diego Torres, Eleonora Wexler y Mike Amigorena, la ficción de Underground cuenta en clave de comedia e intriga una historia de enredos tan parecida como diferente de otras. Con el eje en la máxima “no todo lo que reluce es oro”, la flamante tira diaria viene a demostrar que es posible aplicarle calidad estética y narrativa a la ficción para toda la familia en el horario central televisivo. Y ése, de por sí, es un buen motivo para celebrar.

La nueva ficción de Underground tiene, como sello de la misma casa productora, la pulsión –sana, necesaria– de asumir riesgos. Después de haber conseguido que Graduados se constituyera como el programa más visto de 2012, tanto Sebastián Ortega como Pablo Culell hicieron oídos sordos a quienes pedían a gritos una segunda temporada del programa que protagonizaron Daniel Hendler y Nancy Dupláa. Y no sólo eso: para que no quedaran dudas, desarrollaron en Vecinos en guerra una historia que poco tiene que ver con la de Graduados. Si en la anterior y exitosa criatura de la productora plasmaron una trama “popular”, que transcurrió con personajes y contextos propios de cualquiera de los cien barrios porteños, en la flamante ficción la atención se posa en cuatro familias acomodadas, que viven bajo la “controlada” estructura de un barrio privado impecable. Al punto que utiliza la misma locación donde se grabó la versión argentina de Amas de casa desesperadas, la ficción a la que los primeros capítulos hace recordar también por ese chusmerío de barrio de alta alcurnia.

Escrita por Ernesto Korovsky, Silvina Fredjkes y Alejandro Quesada, Vecinos en guerra comenzó con la trama ubicada en 1993, cuando Mecha (Wexler), Alex (Amigorena) y Ciro (Luis Ziembrowsky) llevaron a cabo un robo que no salió como se esperaba, con la consecuente disolución de la banda, cuyos integrantes –por diversas circunstancias– se perdieron de vista. Salto temporal mediante (uno de los clásicos de las producciones de Undeground), veinte años después Mecha es un ama de casa que vive apaciblemente junto a su esposo Rafa (Torres) y sus tres hijos. Ocultando su pasado como ladrona de guante blanco, ella cree tener la vida perfecta. Sin embargo, la llegada de unos extraños vecinos, entre los que se encuentra Alex, su ex compañero de andanzas y antiguo novio, amenaza con sacar a la luz el secreto bien guardado de Mecha. Paralelamente, ese mismo día su esposo fue despedido de su trabajo, situación que –aconsejado por sus amigos– decide ocultarle a ella. La nueva familia del barrio, que no son más que actores contratados para un fin desconocido, no sólo le mueve los cimientos a la pareja formada entre Mecha y Rafa, sino también al resto de sus vecinos-amigos. La vida “controlada” de las casas con verjas pintadas, jardines relucientes y chicos jugando en la calle bajo el sol pasa a “descontrolarse” con la llegada de los flamantes extraños.

Apuntando al humor familiar, pero sin limitarse a la “comedia blanca”, Vecinos... cuenta con un elenco coral, propio de Underground. A los personajes protagónicos se les suman otros con mucho potencial, a cargo de Carlos Portaluppi, Jorgelina Aruzzi, Juan Pablo Geretto, Mirta Busnelli, Hugo Arana, Mónica Antonópulos, Carola Reyna, Luis Ziembrowsky y Marcela Kloosterboer, actrices y actores que saben jugar el juego que propone una tira diaria en el horario central. En el primer capítulo, Vecinos... contó además con la participación especial de Antonio Gasalla, en la piel del jefe de Rafa, en una lograda escena a puro insulto en la que despide del trabajo al protagonista de la tira.

Más allá de la potencialidad de una historia en la que nadie es lo que parece y de personajes que ya dieron muestras de perfiles amplios para desarrollarse a lo largo de la trama, no es posible analizar Vecinos en guerra sin dedicarle un espacio importante a la forma en la que la telecomedia está plasmada. Desde la puesta de la cámara en las escenas, hasta la estética limpia de la imagen, pasando por el trabajo de posproducción, cualquier televidente puede percibir fácilmente la permanente búsqueda estética que persigue –se exige– el producto. Ese mérito, el de “contar el cuento” con planos no convencionales, alcanzó su punto más alto en el primer episodio, en la escena ralentizada en la que el auto de Rafa, en pleno desahogo emocional y cantando a los gritos “Todo a pulmón” de Alejandro Lerner, fue impactado por otro vehículo. Una escena que, en cámara lenta, fue tan efectiva (y efectista) como impecablemente realizada. Que el aspecto visual resulta tan importante como el contenido se vio reflejado, en los primeros capítulos, en escenas como las que transcurrió sobre una montaña rusa o donde la cámara tomó el punto de vista de la boca abierta de un paciente mientras le arreglaban una caries. Gran trabajo de Miguel Colom en la dirección.

El combo estético de Vecinos... se completa con el genial trabajo de musicalización, a cargo de Elvio Gómez. Lejos de cumplir un papel meramente complementario, la música ocupa un rol protagónico en Vecinos..., reforzando cada situación y agilizando las transiciones entre escenas. Y lo hace poniendo al aire, además, canciones que no siguen el perfil musical que se supone tienen los televidentes de la tira central. Así, entre las diversas situaciones disparatadas es posible escuchar un repertorio musical que va desde “Noche de paz” de Sumo a “Pinhead” de los Ramones, pasando por “Sympathy for the Devil” de los Rolling Stones o “Preso en mi ciudad” de Los Redonditos de Ricota, entre otros.

La obsesión por el paso del tiempo de las ficciones de Undeground se da, esta vez, en los ’90, década a la que seguramente la trama viajará en el tiempo una y otra vez, explotando el modo vintage on que tan buenos resultados le dio en Graduados. Más allá de las bondades, hay aspectos en los primeros episodios que parecen estar corridos del eje de la ficción, como el tono exagerado en algunas actuaciones (sobre todo en las composiciones de Amigorena y Antonópulos), y el contexto frío y distante a los ojos de los televidentes del barrio privado en el que transcurre la trama.

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