TELEVISION › JULIO CHáVEZ Y GRISELDA SICILIANI PROTAGONIZAN FARSANTES
En la nueva tira diaria de Pol-ka, que desde hoy transmite Canal 13, el actor encarna a un reconocido abogado y la actriz, a una ex alumna invitada a unirse al buffet. El quinteto principal del programa lo completan Facundo Arana, Benjamín Vicuña y Alfredo Casero.
› Por Emanuel Respighi
Nunca deja de asombrar cómo el mundo de la ficción y el de la realidad se empecinan en conectarse. Una y otra vez. Admiradora de Julio Chávez desde que comenzó como bailarina en el teatro off, Griselda Siciliani siempre tuvo al actor como una referencia artística. Como un maestro del cual aprender. La arbitrariedad del universo artístico hizo que –tras un breve primer contacto en Tratame bien–, la actualidad los encuentre a ambos compartiendo el protagonismo de Farsantes, la ficción diaria de Pol-ka que hoy debuta en El Trece (de lunes a jueves a las 22.45). Y en cierta forma en la pantalla se replicará el vínculo sembrado en la vida ordinaria: Siciliani interpretará a una brillante ex alumna, a la que el reconocido abogado que interpreta Chávez invita a unirse a su nuevo buffet en calidad de socia, para resolver los más diversos casos judiciales. “Lo interesante de este encuentro es que Julio no se pone en el lugar de ‘maestros de actores’, sino que se entrega al trabajo con humildad”, señala Siciliani, en una charla con Página/12 en la que juntos adelantan los diversos ejes de una trama que asume riesgos.
Tras la finalización de Sos mi hombre, el ciclo con el que Pol-ka recuperó el camino perdido en el primer semestre de 2012, y el alejamiento de Marcelo Tinelli y ShowMatch, Farsantes es la nueva apuesta de El Trece para recuperar el liderazgo de audiencia. Escrita por Mario Segade y Carolina Aguirre, la ficción cuenta con un sólido elenco protagónico, que además de Chávez y Sicialiani tiene a Facundo Arana, Benjamín Vicuña y Alfredo Casero como quinteto de lujo. Leonor Manso, Edda Díaz, Ingrid Pelicori, Julieta Zylberberg, Julieta Cardinali, Romina Ricci, Pilar Gamboa, Mario Pasik y el Chino Darín completan el elenco.
La historia se centra en Guillermo Graziani (Chávez), un prestigioso abogado que, luego de una inhabilitación que lo mantuvo alejado de la profesión, decide volver al ruedo armando un buffet, al que llegará Pedro (Vicuña), un joven letrado por quien Guillermo se sentirá fuertemente atraído. En el buffet también participa Alberto (Arana), un ex presidiario a quien Guillermo sacó de la cárcel sin cobrarle un solo peso por sus servicios, y que se convirtió en su hombre de confianza. El estudio de abogados se completa con Gabriela (Siciliani), una joven abogada ordenada y pulcra que, sin embargo, esconde un secreto que la avergüenza y la lleva a enfrentarse con su costado más oscuro; y Marcos (Casero), un profesional en leyes, simpático, entrador, mujeriego, sumamente ambicioso y moralmente discutible. Ellos serán cada uno de los disímiles rostros que ejercen y conviven en el siempre polémico terreno de la Justicia.
“Farsantes es un programa de géneros mezclados: al tener un poco de policial, otro de telenovela, algo de drama y muchos toques de comedia, la ficción se constituye en un género en sí mismo”, describe la actriz que vuelve al protagónico luego de Los únicos. “Es una comedia dramática. No es un programa oscuro; tampoco denso”, se suma Chávez. “El tono de la ficción lo estamos descubriendo, y es muy difícil ver dónde se pone el sol porque es una tira de 120 capítulos. Hoy por hoy, estamos haciendo un programa entretenido, que intenta tener luminosidad, pero que también va a abordar ciertos asuntos que ameritan una seriedad sin que eso se vuelva solemne”, reflexiona el actor, que con Farsantes debuta en una tira diaria (ver aparte).
–Si bien se trata de una tira diaria, con la cuota de humor y relaciones amorosas que el género requiere, Farsantes abordará con seriedad temas complejos, como el amor en el tiempo entre una pareja homosexual. ¿Cómo es asumir ese desafío?
Julio Chávez: –Vamos a construir la primera pareja gay protagónica de una telenovela. Por lo general, parejas homosexuales siempre han ocupado lugares secundarios o terciarios en los relatos. Es un asunto bien atractivo, por las circunstancias en las que se establece. Guillermo, mi personaje, es un hombre casado, que tiene un hijo de 20 años. El de Vicuña se está por casar y es más joven. Hay una diferencia generacional. Son abogados. Mi personaje tiene una vida sexual oculta; siempre ha sabido organizar su vida social separada de su vida privada. Y de pronto sucede esta atracción con este chico que obliga que esa faceta salga a la luz. Son asuntos que me atraen profundamente contar. Agradezco tener una profesión que me pregunta continuamente, desde diferentes roles, lo que pienso de la vida, mis puntos de vista sobre determinadas cuestiones... No todos los seres humanos tienen la oportunidad de ser preguntados y al mismo tiempo tener la posibilidad de articular una respuesta. Me siento una persona muy dichosa. Así como en El puntero pude esbozar una visión personal de lo que podía llegar a ser un caudillo contemporáneo, este papel me pregunta sobre cómo imagino el proceso y el funcionamiento de esta relación.
–¿Y creen que sin la ampliación de derechos que generó la aprobación de la ley de matrimonio igualitario y a Ley de Identidad de Género esta relación homosexual no hubiera sido posible en la tv?
Griselda Sicialini: –Los cambios que se produjeron en la sociedad en los últimos años favorecen la recepción de esta historia. Lo interesante es que la ficción no subraya el carácter homosexual de la relación entre los personajes de Julio y de Benjamín, sino que simplemente esa relación se produce con la misma ternura que la que se da con la que mi personaje tiene con el de Facundo. La mirada es desde al amor. No hay una mirada discriminadora sobre cómo se enamoran “los gays”.
J.Ch.: –Sin lugar a dudas que los avances sociales facilitan el tratamiento televisivo de estos temas. Pero hay un doble festejo, además de que se ponga en primer plano al amor homosexual y es la posibilidad de relatar que el derecho no resuelve el problema. El derecho de un ser humano de articular y exponer su vida sexual y amorosa no resuelve los problemas de las vidas sexuales y amorosas de esa persona. El derecho da la posibilidad de manifestar el problema personal. Y el problema personal no es solamente si lo puedo hablar o no. Ocultándolo o hablándolo, hay ciertos aspectos del vínculo amoroso que van más allá de la posibilidad de hablarlo. Lo interesante es esa situación de conflicto que tiene el ser humano, en este caso un homosexual. El límite, el tabú, no se resuelve con una ley: cada individuo está constituido por eso. Lo legal resuelve ciertos asuntos, pero no el problema en su integridad. El derecho a ser felices no nos hace felices. Es un festejo enorme la posibilidad del derecho, pero que no se crea que se resuelve todo con eso. El ser humano es un ser autónomo e independiente, aun al derecho.
–La trama de Farsantes va a indagar, también, en todo lo que rodea a la ley y a la Justicia como institución social. ¿Desde qué lugar lo hará?
J. Ch.: –Es inevitable tener una mirada sobre la Justicia. El programa no intenta, de ninguna manera, acercarse a ninguna cuestión mediática actual acerca de la Justicia. Independientemente de que por estos días palabras como “abogado”, “juez” y “justicia” tienen una vibración muy particular. Ni tampoco es un programa que indagará profundamente en cuál es el problema de la Justicia. No tiene que ver con eso. Pero, sin lugar a dudas, se mete con el problema de la Justicia. Porque mi personaje remarca claramente que una cosa es la ley y otra es la justicia. La ley es como un gran imperativo categórico que nos pone a nosotros en la obligatoriedad de intentar construir una escena que haga de esa ley una imagen perfecta. Eso es imposible: en cuanto se quiere aplicar la ley, en ese mismo momento, se comete una falla, porque se la está interpretando de una manera determinada. Una cosa es la ley y otra la justicia. La justicia es el intento de los seres humanos, más o menos decentes, de intentar articular una escena que interprete de la manera más justa posible esa ley. La justicia es un acto fallado. La justicia es como el pensamiento: está imposibilitada de la totalidad; es una parcialidad.
G. S.: –No vamos a hablar sobre la verdad de la Justicia, pero se cuela todo el tiempo. La Justicia, en todo caso, es la excusa para hablar sobre los vínculos entre los seres humanos. La Justicia será protagonista en la medida en que abordamos casos de todo tipo: desde un divorcio hasta el problema de las barras bravas, pasando por un asesinato... Lo interesante es que al ser seis abogados, cada uno tiene su manera particular de ejercer la profesión. En definitiva, la ley es aplicada por mujeres y hombres.
J. Ch.: –Lo que pasa es que ante este dilema están aquellos actos que intentan ser justos pero que inevitablemente van a tener una falla en algún punto, y aquellos que saben claramente que no van a hacer un acto justo y se aprovechan de la debilidad de la aplicación de la ley para cometer injusticias. Este último no es un acto fallado involuntariamente, sino que se utilizan las fallas del ser humano como trampolín para un beneficio personal. El programa aborda todo tipo de casos, más o menos juguetones. La ficción no se propone abarcar y analizar a “la” Justicia. Es un programa que construirá ficciones que beneficien a un ciclo de tv. No viene a resolver el problema de la Justicia.
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