TELEVISION › NUEVA TEMPORADA DE DUCK DINASTY POR A&E
Son varios los realities que siguen el ascenso de familias atadas a costumbres rurales para el escándalo de los demás. Ricachones montañeses, pequeñas Miss Sunshines o escabrosos concursos de reinas de promoción, forman parte de una tendencia en aumento.
› Por Federico Lisica
Casi una remake a conciencia de Los Beverly Ricos, Duck Dinasty (A&E, lunes a las 23) acaba de estrenar su cuarta temporada. Pero entre aquel clásico y el reality, en realidad, hay más distancia temporal que cuestiones ligadas al formato y guión. Los dueños de Duck Commander, vale aclarar, no se dedicarán al petróleo, aunque no han cambiado un ápice sus costumbres pueblerinas. De hecho, siguen viviendo en Louisiana, la base de su emporio de llamadores de patos y demás productos para la caza.
Como ya es usual, se sigue a esta casta de armas tomar, con look símil ZZ Top y Los Osos Montañeses, manejando su empresa, apegados a ritos como adentrarse en el bosque o hacer un concurso de donas. Y el rating se mantiene alto: en Estados Unidos cada emisión es seguida por 12 millones de hogares. Público fanatizado por el patriarca de tonada fuerte, el primogénito aventurero, el de la mente comercial, las esposas y un sinfín de hijos dando vueltas. Los nuevos capítulos estarán más centrados en Phil –el pater familias– que decide renovar sus votos matrimoniales. Aunque no faltarán las cuestiones referidas a la falta de aseo de sus protagonistas o empleados. Así pasan las postales de vida silvestre en los pantanos a escenas en las que se tienen que enfrentar a un jacuzzi.
Duck Dinasty no es el único reality que se mueve entre lo disciplinario y el humor subversivo sobre lo que en Estados Unidos se conoce como white trash (basura blanca). Hace poco se emitió Llegó Honey Boo Boo (TLC), ciclo sobre una niña que participa de certámenes de belleza, con el eje puesto en los hábitos no aptos para espíritus refinados. Una madre que se tiraba pedos en cámara, hermanas adolescentes parturientas, un cerdo como mascota, los cortes mullet de los hombres y la pequeña Honey Boo Boo que daba vueltas con su tiara en la cabeza: como escribió Mariana Mariasch en Las 12, “más allá del morbo malsano que despierta observar las costumbres de la clase baja iletrada norteamericana, hay algo positivo en Llegó Honey Boo Boo. Mama Sugar Bear y las chicas defienden un modelo de belleza alternativo con parámetros opuestos a los que señala la cultura patriarcal de mujeres delgadas, duritas y pulposas”. La misma que se puede ver en otro programa como Las reinas del Prom (hoy es el estreno por Bio a las 22.30), que sigue las competencias insanas de quienes desean ser las elegidas en los bailes de graduación.
Frente a un linaje plástico como el de las Kardashian (E!), los parientes Duck Dinasty se mueven en el extremo opuesto de la misma paleta. El sueño americano aquí pasa por la rusticidad, el trabajo duro y sus propias reglas. Ok, en ambos estará presente el absurdo, el valor dinero, la anteposición de los suyos frente a cualquier instancia o persona, pero los oriundos de Bayou lucen definitivamente más terrenales, o con mucha más tierra encima. De hecho, en la escala neoyorquina de la gira de promoción de los nuevos capítulos del programa, uno de los hermanos fue confundido por un ciruja en el hotel donde se hospedaba y lo invitaron a retirarse. A otro de los Robertson ya lo han tentado para que se postule para congresista. Por los republicanos, obvio. No por nada una de las frases de cabecera del clan es: “Sólo tres cosas en la vida importan, Dios, luego la familia y luego los patos”.
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