Lun 09.12.2013
espectaculos

TELEVISION › ANDREA DEL BOCA, EL ESTRENO DE ESA MUJER Y LOS ROLES DE GéNERO

“El peor machismo es el que ejercen las mismas mujeres”

Aun hoy, después de tantos años de carrera, Andrea del Boca se sorprende de la familiaridad con que pueden tratarla en la calle, o el mismo presidente de Ecuador. La actriz protagoniza y produce la novela que comienza hoy a las 14 en la TV Pública.

› Por Emanuel Respighi

Resulta imposible, en su caso, determinar qué fue primero. Ni ella misma lo debe saber. El dilema que rodea a Andrea del Boca es si la pasión con la que habla y se mueve es consecuencia de años protagonizando melodramas que la llevaron a ser un icono del género en el mundo, o si su condición de “pasional” es inherente a su propia naturaleza. Un acertijo que sólo sirve para dimensionar su identificación con un género en el que debutó cuando tan sólo tenía 8 meses de vida (interpretando a un bebé al que su madre le quitó los aros para hacerla pasar por varón) y que ya lleva más de cuatro décadas de reincidencia voluntaria. Podría pensarse, entonces, la vida de Andrea del Boca como una telenovela, en la que set y realidad son las dos caras de un mismo escenario. Universos que hoy volverán a tocarse en Esa mujer, la telenovela que Del Boca produce y protagoniza en la pantalla de Canal 7, de lunes a viernes a las 14.

La ficción con la que la Televisión Pública recuperará la telenovela de la tarde y de producción propia, después de más de una década, lleva todos los condimentos propios del género: una historia de amor imposible, obstáculos y ayudantes que se entrelazan para la concreción de los enamorados, secretos guardados por años que salen a la luz, y muchas vueltas de tuerca en una trama que tiene la finalidad de garantizar acción dramática a lo largo de sus 120 capítulos. La novela también cuenta con un elenco que acompaña la apuesta: a Del Boca se le suman Segundo Cernadas, Roberto Carnaghi, Rita Cortese, Nora Cárpena, Carlos Moreno, Héctor Calori y Alejo García Pintos, entre otros. Sin embargo, Esa mujer se propone contar algo más que las historias de color rosa que suelen llegar en “latas” desde vaya a saber uno qué país de América Central. En la trama se colarán problemáticas como la identidad, la libertad, la violencia de género, el matrimonio igualitario y hasta la subrogancia de vientre.

“No quisimos hacer una ficción ‘cultural’, ni para una elite. La idea es que la novela sea un programa popular, ser parte del juego televisivo, pero desde una historia que nos muestre quiénes somos”, subraya la actriz, en la charla con Página/12, con una energía que se empeña en contradecir el cansancio que se supone debería agobiarla tras la extensa jornada de grabaciones que acaba de finalizar. “Va a contar la historia de Nicolasa, una mujer a la que le diagnostican 12 meses de vida a raíz de un cáncer. En esos casos alguien puede deprimirse, llorar y esperar el final, o puede hacerse cargo de lo que le tocó y salir a luchar con la misma energía por aquello que anhela. Nicolasa elige esta última opción por el simple hecho de que cree que la felicidad es algo que cada uno construye a diario, en cada decisión. Esa mujer revaloriza los valores el ser humano, de la familia, del amor, de los niños y de nuestros mayores, en una historia que no va a eludir temáticas sociales con las que hoy nos encontramos todos como ciudadanos”, reflexiona la actriz.

–Esa mujer abordará, a lo largo de su historia, temáticas como el bullying, la subrogancia de vientre, la violencia de género, el matrimonio igualitario, la libertad de elegir. ¿Cree que esta novela no hubiera sido posible sin la ampliación de derechos de los últimos años?

–Esa mujer acompaña el momento actual de la sociedad argentina. Si esta novela se hubiera hecho 15 años atrás, probablemente hubiese provocado en el espectador la extrañeza de pensar en qué lugar del mundo ocurrían algunas situaciones. Lo que seguramente la mayoría hubiera coincidido es en que esa historia no pasaba en la Argentina. En cambio, esta novela tiene que ver con nuestra idiosincrasia, con nuestra manera de ser. Aun cuando hay algunos que no están de acuerdo con algunos derechos logrados que ya son leyes y los cuestionan, Esa mujer va a ser reconocible y verosímil a los ojos de los televidentes. Es una novela que rescata y pone sobre la mesa de todos los argentinos los derechos sociales y legales que se lograron en la última década. Cuando fui a presentar la ficción en la Feria de Mipcom, en Cannes, los compradores de Italia me dijeron que siempre la TV latinoamericana se ponía adelante de un montón de cuestiones sociales. Y yo le decía que no, que la historia de Esa mujer no es otra cosa que el diálogo de la ficción con la realidad de nuestra sociedad. Lo que pasa es que la sociedad argentina, en términos de Derecho, está muy avanzada respecto de lo que sucede en otros lugares del mundo.

–En otros países de América, como Brasil, Colombia y México, la telenovela cumple un papel social histórico que trasciende la pantalla.

–Nos toca transmitir que esto ocurre en nuestra sociedad y que puede ocurrir en otras. Planteando las problemáticas, no exigiéndolas. Hay procesos sociales que deben darse según la madurez de cada sociedad. El objetivo de Esa mujer no es formar sino que simplemente la novela sea un vehículo social en el que el público se pueda identificar. Pero el objetivo no es levantar el dedo de lo que debería ser una sociedad. No nos olvidamos de que somos un producto para entretener, para acompañar, para meterse en la casa de los televidentes. Con la novela uno se mete en la casa de la gente sin pedir permiso. Eso genera que lo conviertan a uno como alguien propio. Lo viví desde chiquita. Me suele pasar que en la calle me para alguien y me trata con una familiaridad que aún hoy me sorprende. Y es lógico, porque no hay género que tenga tanto arraigo social como el de la telenovela. Son tardes o noches enteras durante años en los que, en cierta manera, los actores dialogamos con una audiencia más amplia en términos culturales, sociales y políticos de la que se cree. Eso es maravilloso. Por eso es bueno poder, desde nuestro lugar, plantear temáticas sociales. Uno nunca sabe a los ojos y oídos de quién puede llegar ese mensaje.

–¿Le ha pasado, alguna vez, que alguna figura política reconociera esa función social?

–Las anécdotas son muchas. La más reciente fue con el presidente de Ecuador, Rafael Correa, cuando vino el año pasado: ni bien me vio, inmediatamente empezó a cantar de memoria la canción de Papá corazón, que se emitió en la década del ‘70. Yo no sabía qué hacer. Le pregunté cómo se acordaba de esa canción. Y me dijo: “¿Cómo no me voy a acordar si yo veía todos los días la novela con mi hermana, que dos años después se murió?”. Uno muchas veces recuerda momentos de su vida en función de las novelas que veía en ese entonces. O viceversa. Eso sólo lo puede lograr la telenovela. Correa pudo correrse de la investidura presidencial sólo para cantar la cortina musical de esa novela. Además de demostrarme que son seres humanos, esa anécdota refleja la importancia social del género. Cuando interpretamos algún papel en una ficción, los actores no nos damos cuenta de que esa historia que contamos acompaña la vida de las personas.

La referencia histórica

Es imposible no relacionar el nuevo proyecto de Del Boca con la historia argentina. El título Esa mujer no es uno más desde que Rodolfo Walsh escribió a mediados de los ‘60 el cuento que hace referencia –sin nombrarla– a la figura de Evita y al destino de su cadáver. Sin embargo, la actriz –reconocida peronista– aclara que la telenovela no tiene nada que ver con aquel cuento, ni tiene referencia histórica alguna. “En todo caso, Esa mujer engloba a todas esas mujeres que somos las argentinas. A las luchadoras, a las que defendemos nuestros derechos, a las que defendemos la vida y a las que decidimos ser arquitectas de nuestra propia felicidad, de nuestra propia vida”, enumera la actriz.

–Pero cuando Enrique Torres, el guionista, le presentó el título, lo aceptó sin problemas, ¿no?

–Claro. Me parece que en cierta manera es poder replantearse cómo decimos las cosas, cuál es el valor que le damos a la palabra, qué respeto tenemos ante ciertas palabras. Esa mujer hace foco en aquellas mujeres que no tienen voz, que no se sienten respetadas ni cuidadas, ni en la vida, ni en el trabajo, ni en la política. A las mujeres a veces se nos hace un poco más difícil demostrar que podemos llegar a ciertos lugares. Uno puede victimizarse ante esa realidad, o rebelarse ante una cultura que todavía mantiene estructuras machistas. La pregunta es cómo criamos a esos hombres para ser tan machistas y que no nos permitan desarrollarnos como quisiéramos. Nuestras madres y abuelas fueron las que nos criaron. Las mujeres también tenemos que hacernos cargo de lo que nos toca y pensar en cómo estamos criando a nuestras hijas y nietas para que las nuevas generaciones de mujeres no sufran lo que sufrimos nosotras. Me gusta pelear porque todos tengamos los mismos derechos y las mismas oportunidades.

–En medio de esta transición cultural, ¿cree que el hecho de que una mujer sea presidenta ayuda a que estos cambios se produzcan con mayor fortaleza?

–Creo que Cristina Fernández tuvo, tiene y tendrá la templanza necesaria para llevar adelante los cambios que sus convicciones le indican. De la misma manera en que Néstor Kirchner dijo que no iba a dejar sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada, la Presidenta logró imponer sus ideas. Mientras que cuando asumió muchos creían que iban a poder doblegarla, por su condición de mujer, demostró un carácter y una sensibilidad social a prueba de presiones. Aun cuando atravesó ciertas situaciones que movilizan a cualquier persona, como es perder al compañero, amor y padre de sus hijos. Eso no la endureció, ni la debilitó. Lo mismo con su operación. Las complejas situaciones que atravesó profundizaron sus convicciones. Todavía tiene muchas cosas que llevar adelante de una propuesta. Como mamá de una preadolescente, le transmito la idea de que pueda seguir sus ideales. Sin importar la condición. Estamos terminando con la cultura de “vos no podés porque sos mujer”. Me parece que la Presidenta sirvió para exponer ante la sociedad que las mujeres pueden tomar decisiones en cualquier ámbito. Aun cuando falta mucho trabajo para que tengamos las mismas posibilidades y condiciones que las que tienen los hombres.

–Hilda Duhalde recientemente hizo declaraciones con respecto a que hay ámbitos, como la política, para los que las mujeres no están capacitadas.

–El peor machismo es el de las mujeres. No es algo que les pertenece a los hombres. El machismo que ejercen algunas mujeres es el más despiadado. Que alguien no se sienta capaz no significa que “las mujeres” no lo sean. Me parece que es un momento bisagra. De la misma manera que en 2001 nos tuvo que pasar lo que nos pasó para que en 2003 llegara alguien para levantar vuelo y no estrellarnos, este momento es la oportunidad de la sociedad argentina de tomar conciencia de que somos parte de esta democracia, que no podemos seguir echándoles la culpa de nuestras deudas a los dirigentes políticos, como si fuéramos adolescentes tardíos. Como sociedad, debemos tomar decisiones y estar convencidos. No podemos seguir votando “en contra”. Eso ya está; lo probamos y no nos fue bien. Tenemos que estar a la altura de ciertos derechos que conquistamos. Debemos decidir cada cosa que hacemos en función de lo que queremos ser, siguiendo nuestras convicciones. Es un paso, nada fácil, que hay que dar.

–¿Cree que el kirchnerismo, al interpelar cotidianamente a la sociedad con las fuertes decisiones que tomó, provocó un despertar político inusual?

–Así como Perón y Evita les dieron la posibilidad a los que no tenían voz a adquirir ciertos derechos, dentro de lo que despierta el peronismo, Néstor y Cristina fueron por más, son lo más parecido a Perón y Evita. Lo digo en función de cómo reactivaron al militante desde la convicción. En la juventud se ve mucho eso de salir y defender su idea. Nos despertaron de un letargo en el que la culpa siempre la tenía el otro. No podemos seguir echándole la culpa al presidente, al maestro... Nos tenemos que hacer cargo de lo que nos toca. La conquista de derechos es fundamental, la conquista hacia la libertad, de poder elegir quiénes queremos ser, cuál es nuestra conducción, cuál es nuestra religión, cuál nuestra condición sexual... Sin miedo y sin tener que justificar más que la puesta en práctica de nuestros deseos. Si uno hace las cosas por convicción, no estás dañando al otro. Para eso tenemos que ser capaces de entender que, aunque uno no sea beneficiario de ciertas conquistas, tiene que ser solidario con el otro. No se puede negar que algunas políticas les cambian la vida a otros. Esa es una materia pendiente que tenemos como sociedad. Y va más allá del partido político al que se haya votado. No puedo negar que el matrimonio igualitario le cambió y mejoró la calidad de vida a mucha gente. El sentido de libertad es algo que puede asustar, pero que tenemos que hacerlo propio como sociedad.

Subnotas

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux