TELEVISION › TELEVISION MERCEDES MORáN Y DADY BRIEVA PROTAGONIZAN GUAPAS
En la nueva ficción de El Trece, los dos actores encarnan a Mónica y el Tano, dos cincuentones que se enamoran después de experiencias previas poco felices, lo cual les hace más difícil relacionarse entre sí. “Guapas es una pasta casera con mucho relleno”, dicen.
› Por Emanuel Respighi
Era una suerte de cuenta pendiente. De esos deseos que se anhelan durante mucho tiempo y, lejos de renunciar a su realización, se los mantiene vivos con la esperanza de que alguna vez se materialicen. Desde que habían compartido elenco en Gasoleros, la ficción de Pol-ka en la que una compuso a la inolvidable Roxy, y el otro, al recordado Tucho, tanto Mercedes Morán como Dady Brieva se habían quedado con las ganas de trabajar a la par en alguna obra. Es que en aquella ficción, que tuvo dos temporadas, casi no habían compartido escenas. “Recuerdo que Dady me había deslumbrado en Gasoleros, donde había descubierto que se trata de alguien que siempre está dispuesto a jugar el juego de la actuación, que a mí me fascina, y que no es otro que la recreación lúdica que en la vida uno sólo la tiene cuando es un chico”, subraya Morán. “Mercedes es alguien que sabe tocar la pelota de primera, que no la entretiene de más, y que a su enorme talento le agrega su capacidad para jugar en equipo”, le devuelve la gentileza Brieva. Aquella cuenta pendiente comenzará a saldarse hoy a los ojos del gran público, cuando Guapas (lunes a jueves), la nueva ficción de El Trece, se estrene desde las 23. Un reencuentro que, junto a ellos, el público seguramente también celebrará.
Quince años después de haber formado parte de la misma ficción y de haber nacido el interés por reencontrarse nuevamente en un set de TV, Morán y Brieva parecen disfrutar esta segunda oportunidad que les da el medio a través de Guapas. En la ficción, que cuenta la vida de cinco mujeres intentando recomponer sus vidas y sueños tras ser estafadas por una financiera (ver aparte), los actores podrán –esta vez– llevar a escena aquella primera impresión formando la pareja más madura de todas que le darán vida al relato escrito por Carolina Aguirre (Ciega a citas, Farsantes) y Leonardo Calderone (Aliados, Sos mi hombre, Herederos). Es que en Guapas, Morán es Mónica Duarte, una mujer que desde que se separó hace treinta años nunca volvió a darle una oportunidad al amor, y que ahora ve cómo esa situación está por cambiar ante la llegada a su vida del Tano Manfredi (Brieva), un hombre entrador, recién separado y dueño de una pizzería. La pareja demostrará que nunca es tarde para el amor, aun cuando condense la complejidad de relacionarse con otra persona cuando los años no son pocos y las experiencias previas no fueron todo lo felices que hubieran deseado.
“Guapas es una comedia dramática”, explica Morán en la entrevista con Página/12. “Tiene mucho ritmo y humor, no se trata de un drama o un novelón. Aquí se puso toda la carne al asador. Tuve la suerte de haber ya leído los primeros 25 capítulos y la satisfacción de encontrarme con una ficción cuyas historias avanzan. La sensación que tengo es que, por suerte, en Guapas no pasa siempre lo mismo. Como espectadora, celebro que las historias tengan un proceso, un desarrollo. Me parece que los espectadores que se pierdan un capítulo solo van a perderse mucho. Guapas es una pasta casera con mucho relleno”, remarca la actriz.
–¿Cómo construyeron el vínculo entre Mónica y el Tano?
Mercedes Morán: –Divirtiéndonos. Tratamos de ponerle humor, gracia y sentimiento. En eso nos parecemos. Es fundamental conservar el instinto lúdico en la actuación. Trabajamos para que el deseo se sostenga y se mantenga vivo. Todos intentamos eso. Uno nunca puede perder las ganas de jugar, que además es contagiosa. Es muy lindo el tema que encaramos como pareja. Ella es una mujer que le tiene mucho miedo a la intimidad, tiene mucha resistencia a empezar una historia. Antiguamente tuvo una muy mala experiencia, quedó muy lastimada y tiene sus defensas en guardia. El personaje de Dady es el que intenta romper esas resistencias, y lo hace con encanto y gracia, todas virtudes a las que a mi personaje se le hace muy difícil rechazar.
Dady Brieva: –El Tano es un tipo que tiene una pizzería, que se supone que es producto de los ’90. Es un tipo ampuloso, de camisa arremangada y algo de oro colgando. Es un personaje entrador, con mucho humor, que quedó viudo y tiene dos hijos. Lo interesante del vínculo que generamos es que pone en pantalla el problema que tiene la gente de nuestra edad para poder relacionarse con otra persona. Cuando uno cumple los 50 años y quiere rehacer su vida amorosa, no es fácil deshacerse de su mochila. No es sencillo para los mayores de 50 años volver a amar y construir una relación. Por lo general, estamos en una edad en la que nos cuesta relajarnos y estamos signados por cierto pesimismo a la hora de pensar en empezar una nueva relación. El amor después de los 50 debe sortear los mecanismos de defensa desarrollados por el peso de la historia.
–Esa complejidad amorosa, ¿tiñe su relación de pasos firmes pero lentos o más bien de un histeriqueo que no avanza por sus propios miedos?
M. M.: –Más que un histeriqueo, lo que el programa se propone contar con nuestra historia es la complejidad del vínculo que se da entre dos personas que ya tienen una historia, con sus resistencias y miedos. Las contradicciones a los 50 no son las mismas que a los 20 ni tienen la misma velocidad de resolución. Son dos personas que tienen sus vidas armadas y que tienen mucha interferencia. Es un poco el juego de la oca, donde avanzan cinco casillas, de golpe retroceden diez, dan cuatro pasos y vuelven dos para atrás...
–Pero a los personajes, ¿eso les ocurre por el miedo a comenzar algo nuevo o porque ambos habían cerrado sus puertas al amor?
M. M.: –Las razones son variadas y no es exactamente igual en cada uno de nosotros. En el caso de Mónica, y se lo dice al Tano, ella había cerrado sus puertas al amor. Será el Tano el que tenga que volver a abrirlas. En el caso del Tano, el problema que tiene es que el pasado se hace presente constantemente como interferencia, algo que casi no sucede cuando sos joven. Uno tiene la idea de que, a mayor edad, mayor experiencia y, por ende, más facilidad a la hora de entablar una relación afectiva con otra persona, pero en realidad es completamente al revés. Se supone que la gente de mayor edad sabe más y ha aprendido algo del pasado, pero hay un punto en el que esa experiencia funciona como un inhibidor. Ellos son conscientes de esta realidad, por lo que intentan construir una relación amorosa de protección y de curar las heridas que cada uno trae de sus batallas.
–En cierta manera, Guapas le abre el juego a la posibilidad de contar en la televisión abierta historias de amor otoñales, entre tantas protagonizadas por adolescentes o por jóvenes.
M. M.: –Como espectadora de películas y series, a mí me interesan mucho las historias de gente no tan joven. Una se siente más identificada. La TV suele contar historias de jóvenes más que de cincuentones. En ese sentido, los autores, a pesar de que son muy jóvenes, han dado en el clavo, pintando este vínculo con muchos de los colores que tiene la gente con experiencia.
D. B.: –A mí me dan ternura los personajes que tienen nuestra edad y le ponen ganas al amor. Una cosa es hacerse el pendejo y otra muy distinta es ponerle ganas para no rendirse, para no claudicar, para no abandonar lo que se desea. Hay mucha más gente viendo la tele abierta que se va a identificar con Mónica y el Tano. El deseo de amar no se apaga por el paso del tiempo. El Tano la ve como una mujer muy frágil, siente que ella no lo necesita, y él descansa sobre esa imagen. Hay un afecto que surge, que desemboca en un amor que no es a través de la necesidad. La pareja está signada por la idea de que “si no estás, no me muero; pero si estás, la vida es más fácil”.
–La dificultad, además, es que no sólo se debe luchar contra su propio pasado y miedos, sino contra un entorno familiar que muchas veces no acepta esa posibilidad. Tanto Mónica como el Tano tienen hijos grandes.
M. M.: –Para hacerles frente al amor y a las nuevas oportunidades, se necesita un grado interesante de valentía. En ese sentido, nuestros personajes son dos “guapos”. Por la valentía y por el valor de volver a intentarlo.
La historia de Guapas se dispara a partir de una situación de crisis económica que involucra a las cinco amigas, quienes se conocen a partir de que la financiera en la que tienen sus ahorros cierra de la noche a la mañana. Cualquier relación con la crisis económica de finales de 2001, aclaran, es mera coincidencia. “No tiene nada que ver con los tiempos del corralito”, se apresura a aclarar la actriz. “En general, desde 2001 hasta esta parte, cualquier hecho artístico que hable de alguna crisis económica remite al corralito. La serie no tiene como contexto una crisis social masiva ni se trata de una crisis bancaria, como ocurrió en el país hace casi doce años. Aquí, ellas perdieron su dinero en una financiera que cerró. El caso es que las cinco intentaron algún tipo de especulación y les salió mal, al punto de perder todos sus ahorros. Este es el disparador que reúne a estas cinco mujeres”, puntualiza.
–Creen que, más allá de los vínculos y los conflictos que se den entre estas cinco mujeres, ¿la crisis económica que las atraviesa facilitará la identificación de la audiencia con Guapas?
M. M.: –La serie es identificable en cualquier lado. No creo que la Argentina sea el único país que haya atravesado crisis económicas, aunque lamentablemente en nuestra historia son cíclicas. Más allá de que no se trata de una puntual, el tema que subyace a estas mujeres que perdieron sus ahorros y les ha cambiado sus vidas es que se han quedado como suspendidas esperando que su situación se resuelva de alguna manera. Durante años, desde que cerró la financiera hasta el momento en que se retoma la historia, estas mujeres han paralizado sus sueños. Recién siete años después, cuando sufren un accidente automovilístico del que milagrosamente salen ilesas, es que las cinco se dan cuenta de que pusieron sus vidas en stand-by en todos estos años, esperando una resolución que nunca llegó. Me parece que definitivamente se aleja de cualquier reflejo social.
D. B.: –Todos los argentinos alguna vez sufrieron en carne propia los efectos de alguna crisis económica. El Tano, por ejemplo, es amante de la pizza de barrio, al molde y grasienta, aun cuando la locación es bastante paqueta. Lo que une a estos personajes es que son gastronómicos, porque Mónica perdió el restaurante que tenía y pasó de ser dueña a inspectora municipal de restaurantes, por lo que quedó un poco resentida y anda cerrando cuanto restaurante tiene alguna cosita. Sin poner la lupa en alguna crisis puntual, no va a haber ningún argentino que no se sienta reflejado en las situaciones que transitarán los personajes.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux