TELEVISION › THE LORDS OF SALEM, DE ROB ZOMBIE, SE EMITE POR HBO
El último film del cineasta y cantante se diferencia de su filmografía anterior porque no es gráfica sino climática, más allá de su adscripción al género del terror. Se trata, esta vez, de una suerte de El bebé de Rosemary en tiempos post lynchianos.
› Por Horacio Bernades
Si la memoria no falla, el de Rob Zombie debe ser el único caso de un músico famoso que logra construir una consistente y regular carrera de cineasta. Carrera coherente no sólo en sí misma (el señor Zombie, cuyo nombre de documento es Robert Bartleh Cummings, no hace nada que no sean géneros marginales), sino también con la de músico, en su doble carácter de compositor y letrista. Lo de Rob Zombie es una variante tenebrosa del metal, con ídolos que incluyen a Black Sabbath y Alice Cooper, y el metal oscuro domina también su cine, donde los referentes pasan a ser la clase B, las salvajadas de los ’70, John Carpenter y Wes Craven. Su obra cinematográfica, que se conoció en la Argentina con intermitencias, se inició una década atrás con 1000 cuerpos (House of the 1000 Corpses, 2003), siguió con la continuación de aquélla, The Devil’s Rejects (2005), conoció dos remakes de Halloween (2007 y 2009) y contó con una versión de The Haunted World of El Superbeasto, comic del propio Rob (sí, también escribe y dibuja comics).
Lo más reciente de don Zombie es The Lords of Salem, estrenada en Estados Unidos un par de temporadas atrás. El canal HBO la pone en pantalla por estos días, en horarios convenientemente trasnochados (ver al pie). Lo primero que llama la atención de The Lords of Salem es que, más allá de la adscripción al terror y la presencia de Sheri Moon Zombie (la señora Zombie, para los amigos, que lo acompaña invariablemente desde The Devil’s Rejects), su última película tiene poco y nada que ver con las anteriores. Hasta ahora, las películas del autor de La Sexorcisto (los títulos inspirados son uno de sus plus) eran físicas, gráficas, materiales, y ésta es puro clima. Una noche, en su programa de radio, tres conductores reciben la visita de un tipo que se lanza con un speech ardiente y herético, diciendo barbaridades sobre Cristo y predicando a favor del Anticristo. Los conductores no lo toman muy en serio, como tampoco el vinilo de regalo que a la salida Heidi (Sheri Moon Zombie) encuentra en recepción.
Grabado por unos músicos llamados The Lords of Salem, el disco contiene unos pocos compases densos, oscuros y ominosos, que no sólo le producen jaquecas a Heidi, sino que afectan a la entera población femenina de Salem. Habituada a andar a los tumbos como consecuencia del excesivo consumo de sustancias, a ese estado Heidi le sumará de allí en más dolores que le parten la cabeza y un impreciso pero persistente malestar general. Sólo la conserje del edificio y sus dos amigas veteranas (una de las cuales no es otra que Dee Wallace, la mamá de E.T.) serán amables con ella, ofreciéndole compañía y tecitos, mientras de un departamento vecino al de Heidi asoma cada tanto, entre zumbidos, una extraña figura.
Si algo tiene en común The Lords of Salem con los films anteriores de Zombie, es su carácter derivativo. Así como 1000 cuerpos y The Devil’s Rejects derivaban del cine de familias monstruosas de los primeros ‘70 (La masacre de Texas, La colina de los ojos malditos) y ambas Halloween representaban el intento reproductor en estado literal, The Lords of Salem es El bebé de Rosemary en tiempos post lynchianos (y/o post psicodélicos). El núcleo básico de la historia es básicamente el mismo que el de la obra maestra de Polanski, sobre un marco histórico real, el de las brujas que fueron juzgadas, torturadas y quemadas en Salem en el siglo XVII. No falta la investigación histórica sobre los cultos satánicos, que allí hacía la propia Mia Farrow, y aquí realiza un académico (Bruce Davison).
Pero todo eso tiene lugar en medio de un clima de malestar físico, espeso y contagioso, más equiparable a los bassi continui de Angelo Badalamenti que a las propias imágenes de David Lynch. Ese malestar está dado tanto por la identificación con el punto de vista y el estado mental de la protagonista como por una puesta en escena de una lucidez y poderío que a esta altura el cine de terror dispensa muy raramente. La iluminación es oscurísima; el grano fílmico, grueso; los planos-secuencia, lo suficientemente morosos como para darle tiempo al miedo del espectador a que crezca indefectiblemente.
Es brillante el trabajo sobre el espacio y, en particular, sobre los pasillos del antiguo edificio donde vive Heidi. Sobre los pasillos y sobre aquello que se intuye, borrosamente, al fondo. Esa dramaturgia del pasillo invitó a comparaciones con El resplandor. Error: los pasillos de la película de Kubrick reproducen las circunvoluciones cerebrales, ya que el hotel entero equivale a un cerebro gigante. Los de la película de Zombie recuerdan, en cambio, la sospechada proximidad del infierno y su amo, produciendo sobre la mirada un efecto de succión, como si se tratara de tubos de una aspiradora fatal.
* The Lords of Salem se verá por HBO hoy a la 1.34 y por HBO 2 el domingo 23, a las 23.10.
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