Lun 04.08.2014
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TELEVISION › ENTREVISTA A LOS PROTAGONISTAS Y PRODUCTORES DE THE LAST SHIP

Cuando la humanidad necesita un salvavidas

Esta noche en TNT podrá verse el espectacular piloto que entraña una de las grandes apuestas en materia de series 2014. Página/12 conversó en México con Eric Dane, Rhona Mitra y Adan Baldwin, que analizan por qué el apocalipsis siempre tiene rating.

› Por Eduardo Fabregat

Página/12 En México

Desde Ciudad de México

El apocalipsis tiene rating. El tema siempre fascinó al cine y la TV, y en tiempos recientes esa fascinación se tradujo en productos que buscaron más y más vueltas de tuerca. Películas como Exterminio y Soy leyenda, series como The Walking Dead y (R)Evolution, atrajeron la atención del público con esa fascinante premisa de imaginar un mundo devastado, y un puñado de mortales tratando de salir adelante en él. Por eso no extraña que TNT haga una apuesta fuerte a partir de esta noche (a las 22 en formato normal, a las 23 en HD) con el estreno de The Last Ship: una serie que transita esa temática, pero con algunas variantes para buscar la diferencia. Por un lado, no se trata de un escenario post-apocalíptico sino que la debacle está sucediendo capítulo a capítulo. Y por otro, ese escenario es bien diferente: como su nombre lo indica, los sobrevivientes están confinados al mar, a bordo del ficticio destructor USS Nathan James, que tras pasar cuatro meses destacado en el Artico está libre de una pandemia provocada por un virus feroz, y que está arrasando con el 80 por ciento de la población global.

El episodio de esta noche pone en escena al trío protagonista: el capitán Tom Chandler (Eric Dane, el doctor Mc Steamy de Grey’s Anatomy), su oficial ejecutivo Mark Slattery (Adam Baldwin, con un largo currículum que arranca nada menos que en Full Metal Jacket de Stanley Kubrick) y la doctora Rachel Scott (Rhona Mitra, vista en series como The Practice y Boston Legal, y La vida de David Gale y Get Carter en la pantalla grande), que por obra y gracia del destino se convierte en la única esperanza de encontrar una vacuna para el virus. Detrás de esos nombres aparecen otros pesos pesado de la industria que dan una idea del volumen de la apuesta: la productora es Platinum Dunes, la compañía del experto en tanques Michael Bay, quien dirigió una de las escenas más impactantes del primer episodio y confió el proyecto (basado en el libro homónimo de William Brinkley) en manos de sus socios Andrew Form y Brad Fuller. Para darle aún más peso, el productor ejecutivo es Jack Bender (ver aparte), nombre que resuena detrás de títulos que hicieron historia como Los Soprano, Lost y Under the Dome.

El resultado de semejante combinación vuelve a demostrar que en el siglo XXI las fronteras entre el cine y la producción televisiva están cada vez más difuminadas: ése es uno de los temas recurrentes en las entrevistas que tienen lugar en la capital mexicana, cabeza de playa del desembarco latinoamericano de una serie que en su debut en Estados Unidos cosechó más de 7 millones de espectadores. “En los últimos dos años hicimos cuatro películas, y dos de ellas costaron menos que un capítulo de The Last Ship”, dice Fuller a Página/12, y Form complementa: “En la TV, hoy la actuación y la producción es de primera línea; la gente que vio el piloto me dijo que parecía una película corta. En televisión podés contar mejor, tenés diez horas para desarrollar una historia, tenés diez o doce personajes principales, y eso no podés contarlo en una hora y media. En un montón de sentidos, la TV es liberadora”, señala. Ambos productores coinciden además en un punto que consideran central: el apoyo de la Marina de Estados Unidos, que les permitió filmar en un destructor real, asesoró al equipo y hasta aportó marinos reales para algunas escenas. “Sin el barco no había serie, es así de sencillo”, dicen.

Esa presencia militar lleva a que los actores busquen disipar posibles prejuicios. “Creo que la gente al verla se dará cuenta de que no es un show ‘pro América’”, enfatiza Dane. “Sucede que es una nave estadounidense con estadounidenses a bordo, pero hay afroamericanos, latinos, heterosexuales, gays, la nave cubre toda clase de backgrounds culturales. Espero que no se lo tome como una celebración de la bandera estadounidense, es sólo un gran show con grandes historias.” La inglesa Mitra apunta al mismo lugar: “Lo que respeto más de esta historia es que no es sobre los militares, las medallas o los méritos que hayan alcanzado: es sobre el espíritu humano. Están las barras y estrellas, pero lo que sucede no tiene que ver con el país de donde vengan sino en cómo se apoyan unos a otros en el momento de una catástrofe... o no. Tiene que ver con la profundidad de la conexión de cada uno, cómo se relacionan entre sí o con el planeta”.

Más allá de cuestiones de bandera, los postulados apocalípticos siempre encuentran un público interesado. Por eso, en las entrevistas realizadas por un reducido grupo de periodistas latinoamericanos, una de las preguntas recurrentes de este diario apuntó a las razones de ese interés. “Cada generación tiene su momento apocalíptico, cuando sienten que el mundo está llegando a su fin. Es la arrogancia del ser humano, que cree que el mundo terminará... Y la vida sigue”, analiza Dane. “No sé por qué el tema ‘el fin de los días’ es tal fenómeno, pero nuestro show es diferente, no es un show post-apocalíptico sino algo que está sucediendo y que se siente más real: 20 o 30 años atrás esto sería considerado ciencia ficción y ahora es algo más probable.” Para Mitra, “lo interesante de estas películas y series es el juego de ‘qué sucede cuando...’ o ‘qué pasaría si...’: las ves y podés volver a tu popcorn. Pero en los últimos años ha escalado la posibilidad de que suceda algo así. Nos pisa los talones a tal ritmo que es una realidad. No es algo que vaya a suceder a gran escala o espectacularmente como se ve en pantalla, es algo que está sucediendo día a día, poquito a poco. Estas pandemias no son tan pequeñas, quizá son más silenciosas, porque mucha gente en los grandes medios las mantiene así. Hay asesinos silenciosos por todos lados, ése es el verdadero apocalipsis zombi, está al otro lado de la esquina. Entonces la gente se conecta con estas historias de otro modo: aunque no tenga una cabal visión de lo que está sucediendo, percibe que es real. Y se pregunta cómo podría responder a eso, si es que podría responder y encontrar una solución. Eso es lo que me parece interesante The Last Ship: hay una conversación real, empaquetada en un gran producto hecho por Michael Bay que tiene muchos seguidores, y TNT que tiene mucho público. Como podés colar zanahorias en la comida de los chicos, aquí podés meter algunos mensajes en el público que pueden producir cambios”.

“Es como ver un choque de trenes: es fascinante porque no te está pasando a vos. Y podés verlo, o medio verlo entre los dedos, y estar feliz de que no sos vos, y podés fantasear con qué harías en esa situación, cómo sobrevivirías, quién sería el héroe”, coincide Baldwin. “Le permite a la gente pensar qué hace la humanidad cuando está en peligro. Son personas en situaciones extraordinarias, eso es el drama, y la gente lo ve y proyecta a sí misma en cómo se comporta y sobrevive en esa situación.”

–Pero a diferencia del planteo habitual de “personas comunes en situaciones extraordinarias”, estos personajes son militares entrenados, hay una médica especializada en virus...

–Sí, son extraordinarios en su línea de trabajo, pero no son Superman. Son hombres y mujeres dedicados a su trabajo, a su equipo, sus familias, su país. Es divertido tomar parte de eso y ver cómo se desarrolla, hacia dónde va.

“Quizá la gente de la armada son individuos muy entrenados, pero al cabo son gente normal”, analiza Dane. “Mi personaje tiene que considerar a su familia en su casa, y eso colorea sus decisiones. Chandler tiene que compartimentar, saber si toma una decisión por el beneficio mayor de la misión o por sus intereses personales. Sí, son personas extraordinarias en circunstancias extraordinarias. Pero a medida que la serie se desarrolla ves que son personas comunes. Es interesante ver cómo eso se revela, que a fin de cuentas son personas comunes involucradas en este caos.” Hablando de personajes, es probable que la Dra. Scott llame poderosamente la atención, un personaje femenino fuerte y con una influencia decisiva en la historia. “Ni siquiera hay una cuestión de género: ella es una persona asombrosa, y punto”, dice Mitra. “Ser capaz de darle vida a un personaje tan cerebral, tan pensante, que dedicó su vida a la ciencia, es extraordinario para mí. Siempre veo a esa gente que escala el Everest, o los cirujanos o lo que sea, y me pregunto cómo sería ser ellos. Es una increíble cualidad, algo que siento que no elegís, es una vocación en la vida. Ella no tiene familia, sacrificó todo por su vocación, deja toda emoción afuera: pone el foco en la tarea que tiene por delante desde el primer episodio. Quizás algunas personas lo encuentren difícil, se pregunten dónde está el ser humano. Pero la de The Last Ship es una situación que exige dejar a un lado toda historia antigua. Algo que es tan presente que nada más existe.”

Convendrá no profundizar demasiado en lo que se verá en el debut de esta noche, y las múltiples líneas narrativas que se abrirán a partir de los últimos minutos. Sí queda claro que The Last Ship parece otro paso en un segmento de la industria que cobra más poder a medida que suma títulos resonantes. “Hay fuerzas creativas poderosas que han gravitado hacia la TV porque tienen más control, hay más posibilidades en la escritura”, detalla Baldwin. “El equipo creativo tiene control de lo que sucede, y las cámaras digitales hacen posible una escala y un tamaño que te permite estar en tu casa con una pantalla gigante y excelente calidad de sonido y de imagen: las fronteras entre cine y TV están cada vez más borrosas.” Dane, por su parte, defiende a pesar de todo un viejo estilo de la TV: “Es interesante lo que sucede con series como House of Cards, que Netflix pone a disposición toda la temporada, y si uno quiere puede pegarse a la computadora y verla completa. Pero en The Last Ship tratamos de mantener cierto espíritu televisivo: emitís un episodio y les das a los espectadores una semana para discutirlo, pensar en lo que sucedió y preguntarse qué vendrá en el siguiente episodio”. Esa será la pregunta que quedará colgando en el último minuto del debut de hoy: si el mundo está derrumbándose, ¿quién saldrá a flote, y quién terminará yéndose a pique?

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