Dom 06.12.2015
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TELEVISION › A VERY MURRAY CHRISTMAS, EN LA PLATAFORMA NETFLIX

Unos borrachos solitarios

Sofia Coppola concibió para Bill Murray un especial de Navidad en el que el protagonista de Perdidos en Tokio toma unas copas de más y, en su sueño etílico, se imagina cantando junto a George Clooney y amigos los clásicos temas con nieve y trineos.

› Por Horacio Bernades

George Clooney y Bill Murray envueltos en una delirante ensoñación navideña.

Luego de contemplar desde el ventanal de su suite la tremenda tormenta de nieve que se abate sobre Nueva York, Bill Murray gira sobre sus talones y se encuentra con su amigo, el productor Paul Shaffer, tocando al piano unas notas tristes. “Qué apropiado”, dice el protagonista de Hechizo del tiempo, Perdidos en Tokio y Rushmore, y comienza a cantar el Christmas Blues, tema no precisamente clásico que fue parte del repertorio de Dean Martin. “Recorrí todas las vidrieras/ no dejé de visitar ni un negocio/ pero qué sentido tiene salir de compras/ cuando no tenés a nadie en tu lista”, dice la letra, y vaya que no es el tema más tradicional para abrir un especial de Navidad. Pero, claro, cómo podría ser tradicional un especial de Navidad que tenga por protagonista al hombre que alguna vez fue el Scrooge de Dickens, y que en Hechizo del tiempo no hacía más que protestar contra la nieve, las celebraciones y otras costumbres del norte. A Very Murray Christmas se llama el especial de una hora que después de Perdidos en Tokio reúne a Sofia Coppola con Mr. Murray, y que la plataforma Netflix presenta on line desde el día de ayer.

Sería un error creer, de todos modos, que A Very Murray Christmas (juego de palabras que el subtitulado en castellano presenta, no sin ocurrencia, como Feliz NaBillDad) difiere demasiado de los especiales que en su tiempo supieron protagonizar figuras tan establishment como Bing Crosby, el propio Martin o, ya en los 70, The Carpenters. Está el desfile de invitados especiales –George Clooney, Myley Cyrus, Chris Rock y siguen las firmas–, y el cancionero tradicional. Incluyendo, faltaba más, White Christmas y Let It Snow. Pero también están los amigos de la casa, como Jason Schwartzman (protagonista de Rushmore y miembro, junto con Murray, de la troupe estable Wes Anderson), Thomas Mars (cantante del grupo indie francés Phoenix y pareja de Sofia Coppola), las comediantes Amy Poehler y Maya Angelou, tan Saturday Night Life ambas, y temas menos previsibles, como el que hacen los propios Phoenix.

La contradicción está puesta en escena, gracias a un astuto guión escrito a seis manos por la realizadora, Murray y el guionista y productor Mitch Glazer, que en los 80 había escrito para Murray Los fantasmas contraatacan (título que le encajaron acá a la versión de Cuento de Navidad) y ahora acaba de hacer lo propio con Rock the Casbah, regreso del actor a la comedia tras mucho tiempo de papeles más o menos “serios”. En el plano de la realidad de A Very Murray Christmas, la Navidad es ese blues al que el actor (que hace de sí mismo, como todos los demás) le canta al comienzo. Tiene contrato para presentar un show ad hoc en el Hotel Carlyle de Nueva York, pero la tormenta cortó todas las comunicaciones y en la sala no hay ni un espectador ni un invitado. Murray no quiere ni bajar, pero las productoras lo arrastran y lo convencen de grabar, falseando contraplanos de los invitados a la última entrega de los Globos de Oro. “La magia de la televisión”, dicen. Pero todo termina siendo algo parecido a una fiesta de borrachos solitarios. Tras haber tomado de más, Murray pierde el conocimiento y en sus sueños alcohólicos se imagina en un estudio como de Hollywood, cantando todos aquellos temas tradicionales junto a Clooney & Cyrus, entre falsos trineos, renos y bailarinas.

“La idea surgió de una vez que le comenté a Bill qué bueno sería que se presentara en el Carlyle haciendo viejos temas de repertorio”, comenta Sofia Coppola. “Me encanta verlo vestido de smoking.” La idea de que esa Navidad empiece siendo poco menos que el infierno, para jugar después con una suerte de paraíso (pero uno artificial, bien de estudio) tuvo que ver también, según con la realizadora, con que lo otro que le encanta de Murray es verlo metido en problemas. Se entiende: algunas de las cosas que el actor de ¿Qué pasa, Bob? y Flores rotas mejor comunica son la soledad, la desazón y el malhumor. De esto último no hay mucho en A Very Murray Christmas, pero de lo otro sí. Cuando las productoras del show se presentan en su suite, a lo único que el tipo atina es a taparse la cara con un par de almohadones. Y cuando se cruza de casualidad con el comediante Chris Rock, que pasaba por ahí, lo secuestra y lo sube al escenario. A falta de invitados, en las sillas que éstos deberían haber ocupado están sus retratos: el del Papa Francisco al lado de la cantante ultrapop Iggy Azalea.

La soledad y la depre de los ricos & famosos son propios también de la obra cinematográfica de la hija de Francis Coppola. Recordar no sólo Perdidos en Tokio sino las posteriores Somewhere (2010) y Adoro la fama (2013). Incluso su Maria Antonieta: ¿se puede estar más solo y triste que una extranjera de 16 años, recién subida al trono de una de las mayores potencias de Occidente? ¿Se puede estar más solo y triste que un comediante en Navidad, sin público ni show? Se puede estar, al menos, tan solo y triste como él. Preguntarle si no al recién casado al que Jason Schwartzman le presta su habitual rostro de piedra, después de que su fiesta de bodas también quedó sin un solo invitado, por culpa de la maldita nieve. La cantante y actriz Rashida Jones hace de su (posible ex) esposa, cantando un tema a dúo. Antes de eso, Schwartzman había tocado la batería junto a los miembros de Phoenix. Como mujer también solitaria, Maya Angelou se muestra como notable soul woman, con corito de morochas y todo. Otros que ponen las voces en A Very Murray Christmas son la songwriter Jenny Lewis y el mítico David Johansen, líder de The New York Dolls, más conocido como Buster Poindexter.

“La Navidad es una época del año donde te podés permitir ser anticuado”, retoma Sofia C. “Nos entusiasmaba la idea de hacer nuestra propia versión de esos especiales de navidad cursis que ya no se hacen, donde juntás de golpe a un montón de famosos, sin ninguna lógica que lo justifique. Me encanta la sensación que transmitían esos shows, de que cualquier cosa podía pasar, sin linealidad y con las canciones brotando de la nada.” De pronto, la hija de Coppola tiene un recuerdo de su infancia. “Cuando tenía 8 años, para Navidad viajamos a Tokio con la familia, y papá y mamá llevaron el traje de Papá Noel en la valija, porque pensaban que ésa podía ser la última Navidad en la que yo creyera en Santa Claus. El tema es que con el jet lag que tenía me quedé dormida, y no pudieron despertarme para la Nochebuena.” Murray, en cambio, despierta de su sueño en A Very Murray Christmas, volviendo a mirar por la ventana de la suite cuando ya es Navidad y la nieve, la soledad y la depre pasaron.

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