TELEVISION › JUAN DARTHéS Y LUCIANO CASTRO HABLAN DE LOS RICOS NO PIDEN PERMISO
Los actores integran el elenco reunido para la telenovela que estrena hoy El Trece. Castro dice que Los ricos... “se mete con una de las causas más antiguas de conflicto: el choque de clases”. Pero será un culebrón y contará, básicamente, una historia de amor.
› Por Emanuel Respighi
El título es provocador: Los ricos no piden permiso. Para algunos, unos pocos, no será otra cosa que la expresión –supondrán “lógica” y hasta “natural”– de una manera de transitar por la vida. Al fin de cuentas, creerán, el poder del dinero o el linaje sanguíneo es condición suficiente para llevarse al mundo por delante. Para otros muchos, en cambio, esa frase encierra un nivel de prepotencia tan brutal como injusto, cuyo contenido deben padecer a diario. Bajo ese título, esta noche, a las 22.15, comenzará en El Trece una nueva ficción, desde la que la factoría Pol-Ka interará devolverle a la pantalla chica el culebrón más clásico, abandonando el sello costumbrista que supo instalar desde su fundación. “El título del programa marca un poco el tono que va a tener la novela en relación a la lucha de clases”, admite Juan Darthés en la entrevista con Página/12. “El título te pega una trompada de entrada, para que quede claro desde qué lugar partirán todas las historias de amor y de odio”, agrega Luciano Castro,
Los ricos no piden permiso es la primera ficción local que se estrena en la temporada 2016. No es casualidad que el género que se eligió para contar la historia que mostrará el choque entre ricos y pobres, entrelazados por amores cruzados, venganzas y traiciones, sea el de la telenovela. Al fin y al cabo, el culebrón más clásico es -probablemente- un género por el que la pantalla chica local supo ser reconocida en todo el mundo. No está mal que recupere ese lugar de cara al mercado interno y externo. Bajo esa idea, Pol-Ka reunió un numeroso elenco: al lado de Castro y Darthés se destacan las participaciones de Norma Aleandro, Leonor Manso, Leonor Benedetto, Araceli González, Alberto Ajaka, Gonzalo Heredia, Agustina Cherri, Luciano Cáceres, Malena Solda, Raúl Taibo, Sabrina Garciarena y Julieta Cardinalli.
“La historia de Los ricos... descansa sobre la base de las acciones y las reacciones de cada clase social. La diferencia de clase a la hora de conformar los vínculos es tan atractiva en términos dramáticos como real en la vida. La novela se mete con una de las causas más antiguas de conflicto del mundo moderno, como lo es el choque de clases. El personaje de Juan (Darthés), que es el dueño de toda la fortuna familiar, es el que más marca la diferencia de clase entre `los de arriba` y `los de abajo`. Pero lo interesante es que no es ‘malo’, o en todo caso tiene sus razones para ser como es”, analiza Castro, sobre el personaje de “los de arriba” que hará su compañero, y con el que entrará en conflicto por el amor de una mujer.
–¿El personaje de Darthés es “víctima” de haber nacido en una cuna de oro?
Luciano Castro: –Tal cual. Puede ser un tipo distante, hosco, pero cuando se lo conoce uno se da cuenta que detrás de ciertos modos tiene unos valores inmensos. El problema es que hace sentir todo el tiempo, sin querer queriendo, cierta discriminación que parece de clase, pero que en realidad no lo es. La lucha de clases choca con la fuerza del amor y de las relaciones humanas.
Juan Darthés: –El subtexto de la trama es que el amor lo puede todo, y también delata todo aquello que las apriencias pueden ocultar. Y esto pasa no sólo en las ficciones sino en la vida real. El amor es capaz de barrer con cualquier formación cultural, social o económica que tengamos los individuos.
–¿Cómo está contada la lucha de clases?
J. D.: –Está contada dentro de un cuento. Pero es algo lúdico. No estamos elaborando un ensayo sociológico sobre la lucha de clases sino contando una historia de amor que parece truncada por la diferencia social. La telenovela no es el lugar para realizar un ensayo. El culebrón es un espacio de entretenimiento que puede instalar temas.
L. C.: –Lo terrible de la eterna lucha de clases es que en Los ricos... tanto los ricos como los pobres viven bajo el mismo techo. Los patrones viven en la parte alta de la casa y los pobres vivimos abajo. En ese escenario cerrado, el poder de los que más tienen sobre los que menos tienen no desaparece nunca. Que todo suceda en el mismo lugar expone la diferencia socioeconómica. El amor, el odio y el desprecio están siempre presentes.
–¿Qué aspectos creen que distinguirá a Los ricos... de los clásicos culebrones?
J. D.: –Marcos Carnevale y Adrián Suar plantearon hacer un culebrón clásico con tintes de “fantasía” de por medio, que nos permite
a los actores jugar con la interpretación.
L. C.: –Entran historias que no tienen acción, que rompen con el culebrón clásico, lo que termina por enriquecer al programa. Los personajes que interpretan Julieta Cardinalli, Luciano Cáceres, Alberto Ajaka, tienen un vuelo propio que no siempre están atados a lo verosímil. Es un culebrón con toques de fantasía.
–Uno de los problemas que tiene la ficción argentina es que se hace poco género, se tiende hacia lo híbrido.
L. C.: –No es sencillo hacer un culebrón. Los ricos... es un culebrón hasta la médula. Lo que tiene son toquecitos fantásticos, pero que no son protagonizados por los que sostenemos el culebrón, sino por personajes que desarrollan otras líneas dramáticas. La línea dramática es el culebrón con detalles fantásticos que irrumpen en la trama.
J. D.: –Yo creo en eso de contar lindos cuentos. Y también me parece que la televisión argentina necesita más historias de amor. Los ricos... es un lindo cuento. Hay que aprovechar el espacio fantástico que la ficción te permite. Soy de los que creen que las cosas se hacen a full, no a medias. Todo lo que se hace a medias tiene mayores posibilidades de salir mal.
L. C.: –Si bien no habíamos trabajado juntos y nos estamos conociendo, tenemos una metodología de trabajo muy similar. Nuestra manera de actuar es ir a fondo, de puro huevo, no intelectualizamos más de lo debido. Y mucho menos en este género que necesita un registro pasional. Por suerte somos dos tipos que antes de cada escena definimos para dónde ir y la hacemos sin vueltas. Somos actores que nos retroalimentamos.
La entrevista sucede en un alto de la grabación de la novela. Los actores “sacrifican” el descanso que les da el plan de grabación de 11 horas diarias, pero no así el “particular” almuerzo con el que reponen energías: mientras Darthés devora un omelette de manzanas, Castro hace lo propio con una pechuga de pollo grillada con ¡cinco claras de huevo! “Hay que mantener el físico y ser agradecido con la herramienta que hizo que no termináramos trabajando en una garita”, bromea el más joven de los galanes.
–Son dos actores en los que lo físico juega un papel importante...
J. D.: –¿Lo preguntas por lo que estamos comiendo?
L. C.: –Lo que tengamos que hacer con nuestro físico, lo hacemos, pero no dependemos de eso. No nos molesta ni renegamos de lo que somos. Ya nos pasó la época en la que estábamos peleados con la condición de galanes. El cuerpo es una herramienta más. No somos de quedarnos en lo textual o en la intencionalidad de la escena. Actuamos a fondo. Ninguno de los dos concibe otra forma de interpretar personajes en este género que no sea comprometiéndonos psíquica y físicamente.
J. D.: –Nuestra manera de actuar y sentir la profesión se relaciona con nuestros orígenes. Si bien soy más grande que Luciano, el barrio está en nuestros orígenes, en nuestros genes. Luciano es de Mar del Plata y yo me crié en Temperley. Los dos somos hijos de laburantes de clase media que tuvieron que deslomarse. Los orígenes nos marcan a todos. Hay muchas situaciones que interpretamos en Los ricos... que no hacen falta que las trabajemos porque las hemos vivido. No le escapamos a lo que fuimos.
–¿Siguen jugando los orígenes, después de tantos años de carrera y de las luces de la fama?
L. C.: –Más que nunca, mucho más que al principio.
J. D.: –Siempre y cuando la carrera no te haya transformado en un boludo...
L. C.: –Al principio, cuando te estás formando, hay muchas cosas que aceptas o te fumás, porque estás empezando. Nosotros tenemos la suerte de ser protagonistas, por lo que podemos plantear las cosas que pensamos, siempre desde la lógica. El otro día, estaba confundido con dos o tres cosas y fui a hablar con Juan...
–¿Cuestiones personales o laborales?
L. C.: –Del trabajo, para la vida ya tengo mi psicóloga... (risa). Le pregunté a Juan si podía hablar con él, charlamos en el camarín en una suerte de mini terapia laboral y resolvimos las cosas. En este elenco nos pasó mucho. Hay grandes artistas y profesionales, todos tenemos la capacidad de reírnos de nosotros mismos, pero también de plantear las cosas de frente. O de estar cuando un compañero lo necesita. Cuando uno era un pibe, aceptaba cosas por el famoso derecho de piso. Ahora, ya como protagonista, uno sabe que con sus actitudes instala cosas en los grupos. Actuar es maravilloso. Pero al trabajar todos los días 11 horas juntos, si no hay un gran clima que tire para adelante, la podés pasar mal. En Los ricos... nadie la pasa mal.
–Después de tantos años haciendo tiras televisivas, en jornadas de grabación de 11 horas diarias, ¿no les pasa de caer en la tentación de “meter” las escenas como sea?
L. C.: –Para nada. Para trabajar “de taquito” te tiene que sobrar mucho y tenés que haber perdido la pasión por lo que hacés. En la TV actual nadie te regala nada. El galán te abre puertas pero no te suple el laburo.
J. D.: –Laburar de taquito durante 11 horas diarios es dejar pasar la vida. A esta altura de mi vida, de taquito no hago nada. Hasta cuando voy a tomar un café con un amigo le pongo una energía tremenda. Ya no quiero perder tiempo en boludeces. Si decido hacer algo, lo hago al 100 por ciento.
–Eso es resultado de la madurez.
L. C.: –Protagonizar Los ricos... es una elección nuestra y depende de nosotros. Después, dependerá de un montón de factores cómo le vaya al programa. El rating es una tómbola. Acá nadie chapea con nada ni nadie es más poronga que otro. Trabajamos con Leonor Manso, Norma Aleandro, Leonor Benedetto... Estamos todos en el mismo barco. En la mediatizada sociedad actual, el que se la cree, pierde.
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