TELEVISION › OPINION
› Por Eduardo Fabregat
El tira y afloje de los canales por cuestiones de rating sumó esta semana nuevos matices. La semana pasada, Canal 13 sacó nuevos réditos: la buena marcha de Sos mi vida se vio acompañada por el crecimiento de ShowMatch, que a caballo del desfile freak de sus concursos por un sueño tuvo un repunte que doblegó a Montecristo. La telenovela progre de Telefé, que en sus mejores momentos llegó a 35 puntos de rating, terminó la semana con 24, y hasta el notable Hermanos y detectives (que llegó a nuevas cotas de calidad con el episodio “El loco de la azotea”) tuvo que esforzarse contra el pack de bailarines, cantantes, jurado de figurones y gritoneo constante de Marcelo Tinelli. Nada casualmente, las promociones de Montecristo del fin de semana se movieron en un terreno genérico, sin adelantar nada de lo que sucedería el lunes: son de imaginar los devaneos de Claudio Villarruel y los productores de la ficción en búsqueda de una estrategia que vaya más allá del ya insoportable corrimiento de horario.
La decisión, entonces, vino por el lado argumental. En las últimas semanas, Montecristo se fue volcando más y más a seguir la agenda actual de derechos humanos, y más de una vez la ficción reflejó novedades de la Justicia argentina pos anulación de los indultos y leyes de la impunidad. La semana pasada, la novela se encontró frente al problema de tener demasiadas cuestiones ya resueltas para bien (el mafioso Lombardo y el represor Lisandro presos, el héroe Santiago recuperando la tenencia de su hijo), y se concentró en situaciones de amor más típicas de telenovela, que espantaron al público masculino que eventualmente seguía la trama policial/judicial. Este lunes, entonces, la serie escrita por Adriana Lorenzón y Marcelo Camaño dio un giro sorpresivo, saltando seis meses en el tiempo, diluyendo tanta buena noticia con la misteriosa desaparición de los personajes de Paola Krum y el pequeño Matías. Lo primero que resuena es el nombre de Julio López: Laura acaba de descubrir que es hija de desaparecidos, es una testigo clave en la causa por apropiación de menores, y la búsqueda infructuosa de Santiago y los suyos, reforzada por los flashes con Rodolfo Barili y Cristina Pérez –auténticos conductores de Telefé Noticias–, refuerza la sensación de estar observando una ficcionalización de los noticieros de los últimos días.
¿Dio resultado? Depende de cómo se mire. Por un lado, Montecristo volvió a perder en el rating, clavado en 24 puntos contra el pico de 30 de los bailes carnavalescos de Tinelli. Por otro, el del lunes fue todo un capítulo sin los inexpresivos suspiros de Paola Krum. Algo es algo.
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