TELEVISION › BALANCE DEL EROTISMO MEDIATICO, EN EPOCAS DE RECALENTAMIENTO
En cable o en tele abierta, la temporada tuvo un común denominador en la calentura: curiosamente, la ficción dejó de lado el nicho sexual, ampliamente explotado en otros ciclos para sacar rédito de la idea fija.
› Por Julián Gorodischer
Los artífices, críticos y compiladores del sexo mediático recorren, aquí, el año erótico que se va y el calentamiento estival que está llegando. Lo hacen todo al mismo tiempo, con un consenso que no admite discusiones: la temporada 2006 determinó que la ficción les escapara a las escenas en la cama, “desterrando del sexo hasta a los dos hombres más sexies de la Argentina, Pablo Echarri y Facundo Arana”, argumenta un director de TV que se hizo conocido como master de escenas amatorias. El año sexual consagró a la consejera verborrágica Paola Kullock (hermana de Luisa Kuliok, profesora “de seducción”) masturbando al consolador en las trasnoches del cable, extendió hasta el hartazgo las poses del sex contact y el kamasutra para no iniciados en los canales The Film Zone e I-Sat y dejó hablar al incontenible monólogo procaz sobre figuritas mediáticas de Humberto Tortonese (en Resumen de los medios, junto a Mariana Fabbiani).
Las bailarinas y los soñadores de Bailando por un sueño llevan por estos días a su desenlace las rutinas de erotismo soft, que proponen un único fetiche: esperar a que una teta se deje ver. En la insistencia de Marcelo Tinelli sobre “si está todo en su lugar” se anunció la escapada de lolas de Ximena Capristo, Evangelina Carrozzo y Emilia Attías. La idea fija, ese clásico de la barra de gomazos, concentró más expectativa que los roces y frotamientos entre las parejas, que no convencieron a la integrante del jurado Florencia de la V: “Tenés que desear a esa mujer (le dijo al soñador de María Vázquez), aunque te cueste”. Para Sebastián Wainraich, conductor de TVR abocado a compilar y comentar todos esos gags, Bailando... (a pesar de ser el espacio al que se derivó el semidesnudismo y la contorsión) “deserotiza cada vez que bailan o cantan mal. Una mina puede estar buenísima, pero si hace todo mal me mata. Ese erotismo remite a las películas argentinas, un escalón más abajo de las de Jorge Porcel y Alberto Olmedo. Lo que falta es que las empujen contra una cama, como les hacían a Moria y a Susana”.
El erotismo de Bailando... es parecido al del catch: gestos enfáticos para ser vistos desde la tribuna, menos contacto real que amague entre los bailarines, muecas de placer, alegría, dolor que funcionan más como máscara griega que como demostración histriónica. Pero también: torsos desnudos de los varones, piel sin cobertura, brillosa de tan sudada y en tensión después de la rutina aeróbica. Todo se hace intensamente y provoca algunos magullones que no las inhiben de seguir participando. Evangelina Carrozzo y Luciana Salazar lo hicieron vendadas: todo sea por el show. “Todas las minas están recalientes; bailan como exageradas, sobreexpuestas. La actitud es para motivar al jurado con esos movimientos. Tienen ganas de mostrar, y no tienen límites”, opina Fernanda Iglesias, panelista de Duro de domar. En Bailando... importa más la parte que el todo; rigen modelos de belleza partitivos, hipermamarios, como si a la falta de intriga sobre las votaciones la reemplazara el único enigma del pezón. “El erotismo del bretel partido –analiza la periodista Luciana Peker– no es singular. En Estados Unidos hubo un escándalo cuando a Janet Jackson se le escapó una teta en la trasmisión televisiva del Super Bowl, pero un escándalo en serio. Mientras allá una teta es realmente escandalosa, acá una teta escapada es otro escape para conseguir rating. Entre Bush y Tinelli, me quedo con Tinelli (y su costurerita que hilvana fino para que el minuto a minuto le diga sí al segundo del pezón al aire).”
Paola Kullock –que gimió, masturbó y se vistió de colegiala frente a la cámara de su programa Placeres ocultos– asegura que este año “se le abrió la cabeza a mucha gente”. Como todo lo que diga esta consejera sexual explícita suena sexual, hay que pedirle aclaraciones. Y las da: se instituye como el relevo de Alessandra Rampolla –en las trasnoches del cable–, sin la vagina Bamba de peluche, pero con el mismo afán didáctico. En su programa se disfrazó de mucamita y desplegó en la mesa ratona todo tipo de objetos sexuales. Estimulada por la temperatura ambiente, se presentará en el Paseo La Plaza con un show llamado PK: Escuela de sexo, en el que quiere enseñar a “masturbar a un caballero y a practicarle sexo oral”; sólo entrarán mujeres a la sala, en especial si forman parte de despedidas de solteras. Mientras ella ofreció memorables catálogos de órganos sexuales de ambos sexos, explorando todos los matices del habla procaz (desde vaginas gacelas, vaginas yeguas y vaginas elefantes hasta penes conejo, penes toros y penes caballos), a la misma hora los especiales de The Film Zone le compitieron con sus rutinas coreografiadas de encuentros no genitales, con musculosos y rubias entrenados para hacer “como si” sin que se les escape nada.
El sex contact está a tono con los tiempos: aséptico, plástico, sin riesgos.... “A mí no me gusta el sex contact”, dice Paola, hermana de Luisa y fundadora de la primera escuela de seducción argenta. “El tantra no me parece divertido.” Muchos no piensan lo mismo: en 2006 fue un buen reemplazo del porno en canales no condicionados, alcanzó máximos niveles de audiencia en el cable noctámbulo y amplió el repertorio a variaciones étnicas entre negros y orientales. “Es una forma muy intelectualosa”, sigue Kullock. “De hecho, me llamaron para hacer un programa de masajes en ese estilo, pero no me siento identificada. Yo dramaticé un strip tease, pero no comparto los programas de sexo como el que tenía Karina Mazzocco (Da2). Yo enseño cómo se puede ser una puta, cómo practicar sexo anal; mi propuesta es netamente occidental, clara y concisa.”
Seguramente, algunas de las imágenes emblemáticas del año sexual se desplegaron en las páginas de las revistas masculinas: Nicole Neumann bañándose con los jugadores de Estudiantes o la cantante Emme con el conejito depilado entre las piernas dieron tema a todos los programas de chimentos en la era previa al desembarco de Bailando...: todo empezó en las portadas para varones, allí donde se apilan los desnudos y consejos para donjuanes, o los ping pongs más incorrectos de la prensa mensual, algunos de ellos en el límite de lo publicable, como cuando la Hombre les pregunta reiteradamente si prefieren escupir o tragar. En esos casos, las desesperadas por la fama nunca se van por la tangente: es la cuota que hay que pagar. Contradiciendo las teorías que describen un desvío del consumo de sexo a las sitios de Internet, las revistas masculinas locales se atribuyen una buena circulación y anticipan cambios leves en el verano.
“Lo que puede variar es un cambio de escenarios lógico en las fotos”, dice Lucas Jinkis, editor de la Playboy local. “La playa, el mar, el agua. Pero eso no tiene que ver con el recalentamiento del contenido, porque también se aplica a las notas de moda, de autos, de deportes. Tiene que ver con el deseo del lector. Dentro de ese deseo, se supone que está el de ver piel.” Tal vez el día en que en esas tapas aparecieron las actrices y las conductoras (Leticia Brédice, Dolores Fonzi, Emme, Victoria Vanucci) tuvieron nuevos permisos para mostrar. “Me sorprende –dice Wainraich– que cuando éramos chicos para encontrar a una mina en una revista había que laburar. Ahora Mirtha Legrand muestra un desnudo frontal completo en la mesa de los almuerzos. ¿La foto del año? La de Emme en Playboy. Esa foto guió nuestras vidas durante todo un mes.” Paola Kullock, que las revisa sólo de reojo, dice que “cuanto mejor trasero tenés más lindo es. No me parece que nada sea grosero: está dentro del contexto de la revista. Si quieren contestarán, y si no mentirán. Si doy la nota a una revista masculina, me presto a que me pregunten si escupo o si trago”.
¿Por qué el sexo se exilió de la ficción? Ni Montecristo ni Sos mi vida aprovecharon a sus protagonistas sexies. “Montecristo –observa Diego Palacio, que dirigió las Historias de sexo de gente común– se corrió de un contenido sensual, y lo podría haber explotado con Pablo Echarri, el tipo más sexy de Argentina. Tampoco Sos mi vida aprovechó a Facundo Arana, y se fue para el lado de la comedia. Hermanos y detectives, de Damián Szifrón, prefirió un tono de aventura. Y Mujeres asesinas, que había explotado con el desnudo de Araceli, fue para el lado de las historias dramáticas. Es que los circuitos para contenidos sexuales están más segmentados. Y la tele, que es superpopular, los deja afuera.” La tira que está por dirigir ahora, Acompañantes (que saldrá en el verano por Telefé), irá contra lo que se anunciaba originalmente como una historia de escorts masculinos y a cambio se entregará a la comedia. “Lo sexual está más atrás”, anticipa. “Será una historia de cuatro perdedores, más en el estilo de The Full Monty. Acompañar, aquí, puede significar estar con una vieja leyéndole poesía.”
A la merma de escenas de cama ficcionales (con excepción de los primeros encuentros sexuales televisivos entre gays que se vieron en El tiempo no para entre los personajes de Walter Quiroz y Ludovico di Santo), Iglesias encuentra una compensación necesaria en el territorio menos pensado. “Carla Peterson fue más sexy que la Oreiro. Y ni siquiera Florencia Peña explota: en Casados con hijos hizo de fea y asexuada. Por eso está todo el mundo desesperado con el caso de Nora Dalmasso: dinero, amantes, mensajes de texto, sexo violento”. Cuando la temperatura sube, son aún más precisos los detalles de la infografía del crimen sexual, especificando que el tarro de vaselina quedó abierto y la ropa perfectamente doblada, en el cruce más impredecible entre la información policial y el calentamiento de los temas en verano. “Por momentos –asume Wainraich– me descubro consumiendo todo eso o haciendo chistes sobre el caso, y me digo: ¿debería estar haciendo esto?”
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