TELEVISION › ENTREVISTA AL CONDUCTOR ROBERTO PETTINATO
Hoy vuelve con Duro de domar, excusa que le sirve para desmitificar su condición de “estrella” televisiva.
› Por Emanuel Respighi
Concretar un reportaje con Roberto Pettinato no es tarea sencilla. No porque se trate de una persona inhallable, al que para contactarlo haya que traspasar numerosos agentes de prensa. De hecho, no posee ninguno. Tampoco se debe a que no está predispuesto a conceder una entrevista. Nada de eso. Más bien, la complejidad reside en que el conductor tiene sus “vueltas” a la hora de acceder a dar una nota. En primer lugar, porque el hombre de look cambiante contesta las preguntas únicamente por e-mail, “como todo el país sabe”, según respondió –por correo electrónico, obviamente– ante la solicitud de un reportaje por parte de Página/12. Y en segundo lugar porque el hombre de oratoria infinita y filosa sólo habla cuando tiene realmente algo que decir. “Yo, como lector, no me interesaría en un reportaje a mí”, responderá en el mismo correo. Sin embargo, cadena de mails mediante, Pettinato aceptará la entrevista ante el regreso a la TV de Duro de domar, el programa que conduce desde hace ya cuatro años y que Canal 13 emitirá, desde hoy, de lunes a viernes a las 19.
Conocedor de que el David Letterman argentino “sólo” conduce el ciclo pero no se encarga de los contenidos, salvo del monólogo diario y de los chistes del gato de Verdaguer, el cronista evitó preguntar sobre las modificaciones que tendrá el programa producido por Pensado Para Televisión (PPT), la productora de Diego Gvirtz (que en abril regresará con TVR). No por pudor sino más bien porque no iba a encontrar ninguna respuesta con conocimiento de causa. “Yo no me encargo de nada salvo de salir a trabajar”, había aclarado Pettinato en uno de los mails, su vía de comunicación preferida con el mundo. Igualmente, las novedades no serán muchas: Ursula Varguez, Fernanda Iglesias, Gustavo Noriega, Guillermo Pardini y Chavo Fucks seguirán siendo los panelistas, mientras que “el mini” le agregará más absurdo al ciclo, Sebastián Wainraich se mantendrá al frente de “Kitsch” y “el Pollo” hará las notas de rigor, acompañado –esta vez– por un impune perro animado por la mano de un productor.
La mayor novedad del ciclo, entonces, pasará por saber cómo encajará el programa en el horario de las 19, luego de haberse emitido durante 2006 a la madrugada, en un horario que fluctuaba entre las 0.30 y la 1.30, ShowMatch mediante. La pregunta del millón cae de maduro: ¿qué ocurrirá, ahora, con el gato de Verdaguer en el horario de protección al menor? “No lo sé”, responde quien también conduce todos los días, de 6 a 9, El show de la noticia, en FM 100. “Tal vez sea lo mismo, pero con más llamados de la gerencia. Pero no serán para mí sino para la producción. Del gato de Verdaguer no puedo decir nada porque no lo manejo. Yo no puedo censurar un gato. Cada uno tiene derecho a decir lo que quiera. Ojalá pudiera hablar seriamente con él e intentar que cambie y se adapte... Pero como todos sabemos: se le puede hablar a un animal, pero nunca sabremos si el bicho en cuestión nos entiende”, dispara Pettinato a Página/12, en un reportaje virtual donde el humor y el absurdo recorrerán varios pasajes. ¿Alguien esperaba otra cosa, acaso?
–¿Por qué continúa en Duro de domar en su cuarta temporada? ¿Lo atrae el contenido artístico o los pechos de su compañera Varguez, o de Iglesias, ahora que también pasó por el bisturí cosmético?
–Si yo siguiera en un programa por los pechos de una panelista significaría que mi vida terminó. Es como decirle a Tinelli si hace su programa porque no puede vivir sin un aro de básquet.
–Desde su extraño inicio televisivo con La noche del domingo, de la mano de Gerardo Sofovich, ya ha pasado casi una década. ¿Qué cosas le siguen sorprendiendo hoy en día de ese mundo de nervios crispados y egos en constante ebullición que pareciera ser la TV?
–Bueno, siempre los periodistas ven egos en danza dentro de la televisión. Yo nunca tuve ese problema. Para mí, cada día más es un trabajo común y corriente para divertir a la gente y punto final. Alguien lo tiene que hacer. Sinceramente, no veo mucha televisión y hay muchos programas que me deprimen, o me parece que el tiempo no ha pasado en los últimos veinte años. En cinco años más, el canal Volver va a ser un canal de aire... ¡contemporáneo!
–¿Ya se acostumbró al ambiente televisivo, teniendo en cuenta sus peculiaridades y que usted proviene de un mundo diferente, como el rock de los ’80 por su paso por Sumo?
–Los años ’80... Me di cuenta de que eran bárbaros, pero no sólo por la música sino por la música y los lugares en donde terminabas y con los amigos que iban y venían. ¡Ahora me acordé de cuando terminaba con los plomos en un taller mecánico jugando a las cartas después de un show! Sin duda, esas cosas el ambiente televisivo no las tiene porque uno entra, hace y se va a su casa. Por lo menos eso hago yo. Pero disfruto comiendo picadas con los técnicos y los cameramen... A veces me gusta más estar del otro lado, sentado en la escalera charlando con Peduto (Gustavo, director de Duro de domar), o con los iluminadores, que estar del otro lado mirando un redondel de vidrio.
–¿Y cómo se relaciona con la fama y los fans que cosechó en estos años? Hay hasta autos con la leyenda “Pettinato” gigante pegada en la luneta...
–Mucha gente tiene sus fetiches. Tal vez me haya convertido en uno, quién sabe. Son como gente que te “defiende”, que sentís que al existir estás más seguro. Muchos ponen “Los Redondos”. Yo encontré un coche que decía en todo el vidrio de atrás: “¡Superlógico!”. Bueno, yo prefiero poner “Niebla púrpura” a “Los Cardales”... qué sé yo.
–Analizándose a la distancia, ¿cree que su discurso está más ácido que cuando empezó en la TV?
–Creo que el cinismo y la burla siguen siendo los mismos, pero tal vez me haya dado cuenta de que no tiene más sentido reírse de ciertas cosas, que por más que digas lo que digas, no sólo no cambian sino que tampoco inciden en la sociedad, ni la hacen crecer.
–¿Cómo siente el hecho de que la masividad lo puso al mismo nivel de fanatismo que el que despiertan Adrián Suar, Marcelo Tinelli o Mario Pergolini?
–Esta es la pregunta más chiflada que me hicieron jamás. ¿Cómo puede ser que haya gente que crea esto que decís? Yo no tengo nada que ver con ellos a nivel masividad, ni nada. Por el contrario, sigo y seguiré y moriré siendo el último orejón del tarro, haciendo música que no muchos escucharán, poquitos valorarán y haciendo programas que jamás llegarán a 23 puntos, ni nada por el estilo.
–Su impunidad en la TV y en la radio, ¿es producto de que todo lo que dice es “con onda”, de que algunas estrellas ya le temen, o porque expresa lo que todos piensan de las “estrellas” pero nadie se anima a decir (en público)?
–Trabajo mucho con el sentido común llevado al límite. Por otro lado, es cierto que lo que digo yo, lo dice otro y lo matan... Pero creo que siempre digo las cosas con cariño y sin una verdadera maldad vengativa, ni nada por el estilo. Que yo sepa, todos me siguen saludando, y yo a ellos. Saben que no tengo nada en contra de nadie en forma directa, pero sí puedo ir a través de ellos, pasar por lo que sé que piensa mucha gente y devolver una pelota para que todos digan: “Tiene razón”. Pero nada más.
–¿Cuánto hay del Pettinato verdadero y cuánto de personaje en el “showman”?
–En mi vida privada soy una señora de 65 años y de 200 kilos de peso. Es más: ¡incluso soy pelada! A veces, cuando me miro en la tele, digo: “Ah, qué suerte que está Pettinato”. ¡Me encanta, y llamo a mi amiga Doña Sara!
–¿Cuánto influyeron los años rockeros en su manera de hacer humor?
–Muchos periodistas consumen tantas drogas que siempre les pasa que en algún momento creen tenerme delante de ellos en la misma mesa. Sí, reconozco que me encanta hacer chistes sobre esas cosas porque es una forma de que los que las consumen se sientan más idiotas todavía de lo que son cuando se comen un sandwich.
–Si hasta hace años era una “picadora de carne”, ahora, rating minuto a minuto y alianzas estratégicas mediante, ¿en qué se transformó la televisión argentina?
–En una multiprocesadora importada y ensamblada en la fábrica de la ambición y el dinero.
–Es el editor de una revista de rock y otras yerbas (La Mano), conduce un programa de radio en la primera mañana y encabeza un ciclo televisivo. ¿Tiene tiempo para algún otro proyecto mediático?
–Bailar tap es uno, pero es privado. Ahora hago gimnasia todos los días. Y, tal vez, proyectarme internacionalmente para toda Latinoamérica. No quiero que Chávez sea el único comediante del continente.
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