TELEVISION › HOY SE ESTRENA AQUI LA ULTIMA TEMPORADA DE “LOS SOPRANO”
Desde las 22, por HBO, la mítica serie que acumula 18 premios Emmy y cinco Globos de Oro comenzará la cuenta regresiva para conocer el final de Tony Soprano. Las apuestas no lo favorecen.
› Por Emanuel Respighi
Aun cuando el capítulo final de la serie levantó en la sociedad estadounidense un aluvión de críticas negativas de parte de sus seguidores y la prensa en general, hay una razón de peso para sintonizar hoy, a las 22, la señal de cable HBO. Es que el estreno para América latina de la última temporada de Los Soprano, la particular serie sobre la mafia en la que los asesinatos a sangre fría y las internas de los clanes familiares de la cosa nostra se combinan con los absurdos y las miserias de la vida cotidiana, marca el principio del fin de uno de los gangsters más entrañables que haya dado la historia televisiva: Tony Soprano. ¿Cuál será el final de ese hombre que puede emocionarse hasta las lágrimas ante una familia de patos que pasea por su jardín, pero al que no le tiembla el pulso a la hora de decidir sobre el presente y futuro de todo ser humano que interfiera en sus “negocios”? La revelación de ese simple interrogante basta para hipotecar nueve noches de domingo de aquí en adelante prendido al televisor.
Ocho años después de su nacimiento, y tras 77 episodios emitidos, esta noche comienza la última temporada de la serie que desde el 10 de enero de 1999 –día en que debutó en la TV por cable estadounidense– cosechó todos los premios que un programa de TV puede ganar, incluidos 18 premios Emmy y cinco Globos de Oro. Aunque nunca fue un fenómeno de audiencia –básicamente porque la serie no se emitió por ninguna de las cuatro grandes cadenas abiertas de Estados Unidos, sino a través de HBO domestic–, la finalización de Los Soprano hace semanas dejó una marca imborrable en la industria televisiva y en los hogares de los millones de seguidores. De hecho, esta última temporada produjo un acalorado debate en el mundo de la blogosfera sobre cuál de todos los miembros de la familia de mafiosos de Nueva Jersey debe morir. Y Tony Soprano, claro, encabezó la lista de apuestas en la web.
Sucesora directa de la saga de El Padrino de Francis Ford Coppola, pero también de Buenos muchachos y hasta de Casino de Martin Scorsese, la serie creada por David Chase –que como en los tiempos en los que Los Soprano apenas era conocido fronteras adentro de Estados Unidos vuelve a calzarse el traje de guionista y director en el episodio final del programa– tuvo la virtud de adicionarle a la típica trama mafiosa de tiros, sangre y traiciones una interesante cuota satírica, materializada en los banales temores y dilemas que se esconden detrás de las armas de quienes conducen las “famiglie”. Sin perder de vista la acción sangrienta propia de un universo en el que las lealtades y traiciones se recompensan con igual pasión, Los Soprano logró convertir la depresión interna de Tony Soprano (un genial James Gandolfini), el jefe del clan, y su semanal sesión terapéutica con la doctora Melfi, en un protagonista tan importante como cualquiera de sus secuaces.
Reconocida por el New York Times como “la mayor obra de la cultura popular estadounidense de los últimos 25 años”, y por el The New Yorker como “el mayor logro en la historia de la televisión”, Los Soprano atravesó la pantalla para arraigarse en el seno de la sociedad estadounidense, acaparando la atención de todas sus clases sociales. En efecto, la influencia de la serie en Estados Unidos se refleja claramente en el más reciente spot de campaña de Hillary Clinton, en donde se aprecia una conversación entre la precandidata presidencial y su esposo y ex presidente Bill Clinton inspirada en la escena final del último capítulo de la serie, emitido recientemente en el país del Norte.
El primero de los nueve episodios que conforman el epílogo de la reconocida serie comienza con el cumpleaños Nº 47 de Tony, que parece sentir el paso de los años. Habiendo sobrevivido a un cercano llamado de la muerte, en el tiroteo que finalizó la quinta temporada, Tony se esfuerza por tener siempre presente que cada día es un regalo divino y que como tal debe aprovecharlo. Sin embargo, tanto los viejos como los nuevos retos se encargarán de hacer de esta resolución algo difícil de cumplir. Con sus hijos ya adolescentes, y viendo “fantasmas” por todos lados, Tony comienza a dudar sobre la lealtad de sus aliados de otras famiglie, por lo que comienza a tomar difíciles decisiones que moldearán su propio destino como jefe.
Agobiado por la búsqueda de un sucesor que le sea fiel, Tony viaja a festejar su cumpleaños a la casa del lago de su hermana. Allí, luego de que su cuñado Bobby le regalara para su cumpleaños una ametralladora AR-10 automática, y después de haberse peleado a los golpes con él tras una discusión, Tony percibe que es la persona con la personalidad y la frialdad necesarias para apadrinar en caso de que algo le llegara a suceder. Sólo que recuerda, reproche de por medio, que Bobby nunca mató a nadie. Pero eso no durará mucho tiempo, ya que Tony tiene planes para su cuñado: deberá asesinar a alguien para poder rebajar el precio de unos productos farmacéuticos vencidos que al jefe le resultan un poco costosos. “Tú te harás cargo de esto, ¿verdad?”, le pregunta Tony a Bobby, en una de esas clásicas preguntas-órdenes que lo caracterizan. Al regreso a la casa, Tony le anuncia a su esposa que ya es tiempo de tomar el camino de vuelta a la urbe que maneja como la palma de su mano. La tarea ya estaba cumplida. Y la pregunta planteada en los televidentes: ¿habrá sabido escoger bien a su sucesor?
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