TELEVISION › DIEGO ALONSO
El ex Okupas conducirá Cárceles, un ciclo que seguirá la vida de ocho presos.
› Por Emanuel Respighi
Si bien afirmar que Diego Alonso vivió buena parte de 2007 “preso” sería faltar a la verdad, debido a que el actor no cometió ningún delito ni tuvo que cumplir condena alguna, la metáfora sin embargo vale para describir el año profesional de quien se hizo conocido por los protagónicos de Okupas y Pizza, birra, faso. Es que el actor convivió –con cama afuera, claro– con un grupo de presos de diferentes penales de Capital y Gran Buenos Aires durante febrero y julio pasado para la producción de Cárceles, el ciclo periodístico que esta noche se estrena por Telefé, a las 23. Pero, además, la sensación de encierro se reforzó ante la dilatación del estreno del ciclo, que desde hacía varios meses pugnaba por un espacio en la grilla de Telefé y que recién ahora verá la luz debido a que el histórico liderazgo del canal está más que amenazado por el 13. “No va a ser un ciclo más sobre la cárcel”, detalla el actor en la entrevista con Página/12. “Vamos a reflejar cierta mirada positiva sobre un mundo al que los medios por lo general sólo se acercan para mostrar su peor costado. Que existe, pero que no es el único aspecto que conforma la cotidianidad de una cárcel”, subraya.
Actor de formación, cazador de historias reales por adopción, Alonso cuenta que tras un par de temporadas formando parte del equipo periodístico de La liga, a comienzos de año decidió proponerle a Cuatro Cabezas trabajar free lance porque necesitaba buscar otro proyecto en el que canalizar sus inquietudes, más humanas que periodísticas. “Estaba –dice– un poco agobiado de hacer siempre el mismo trabajo. Nunca fui de quedarme mucho tiempo en el mismo lugar, me aburro fácilmente. Por eso, tal vez, no me gusta hacer teatro. Y con esa idea de ver si salía otro laburo que satisficiera mis intereses, me llamaron de Endemol para hacer Cárceles y no dudé un instante en aceptar.”
Trabajando paralelamente en 15 cárceles diferentes pertenecientes al Servicio Penitenciario Federal y Provincial (desde los penales de Devoto y Ezeiza, pasando por los de Gorina, Florencio Varela y Los Hornos, entre otras instituciones), el ciclo producido por Endemol hace foco, a lo largo de ocho capítulos, en un grupo de presos detenidos por distintos motivos. “Seguimos la vida de ocho presos –cuenta Alonso–, no sólo para mostrar sus casos sino para poder saber con profundidad qué es lo que sienten realmente: están los que se arrepienten de lo que hicieron, los que frontalmente cuentan que volverían a cometer el mismo delito, los que se escudan en la religión para no mirar para atrás y hacerse cargo de lo que hicieron... Queremos mostrar que el mundo tras las rejas no es monocorde, no es violento de por sí, no todos los presos son iguales ni corre sangre a diario. Por lo general, la gente tiene una imagen distorsionada de la cárcel porque la TV sólo le dedica tiempo cuando hay un motín o un hecho salvaje que incita al morbo.”
Hijos de la “televisión verdad”, los ciclos o informes sobre el mundo tras las rejas fue abordado a través de distintas miradas. Desde el testimonio de Pabellón 5 hasta la ficción que Adrián Caetano contó en Tumberos. Sin embargo, Alonso sostiene que Cárceles es una propuesta completamente diferente. “A diferencia de lo que muchos ciclos hacen y de lo que yo venía haciendo en La liga, por ejemplo, donde dicen mostrarte la realidad de la cárcel en un informe de 15 minutos grabado en una tarde, en este programa nos instalamos realmente en un lugar durante meses. Eso permite un acercamiento más profundo a la problemática carcelaria.”
–¿Por qué?
–Porque los presos tienen desarrollado un mecanismo de protección mediante el cual la mayoría de las cosas que te cuentan durante el primer encuentro son mentiras. La desconfianza es su mecanismo automático de defensa. Los ciclos periodísticos van, abordan un tema un par de horas y se van al rato. Te muestran un cuerpo sin alma. Nuestra idea es mostrar los cuerpos con alma. En La liga me quedaba todo el día con un cartonero, pero al otro día me iba y listo. A mí esos ciclos me dejaban una sensación de abandono. Al otro día uno se olvida de lo que vivió, pero la gente se queda con los mismos problemas.
–Pero las posibilidades reales de que el periodismo pueda ayudar a las personas que entrevista no son muchas, lamentablemente.
–Es que yo no soy ni quiero ser periodista. Antes que periodista, yo soy un ser humano. En Cárceles soy sólo un tipo que va la cárcel y escucha a los presos, sin intervenir ni hacer preguntas capciosas. Yo soy sólo un oyente. Pero se me hace imposible no involucrarme con mis entrevistados. De hecho, por ejemplo, este verano me fui con mi familia e hijos a la casa de una señora que había entrevistado en La liga por la explotación minera que están haciendo en las provincias cordilleranas. Creo que al final de Cárceles, los presos entendieron que más que a hacer un laburo televisivo, nosotros fuimos a darles una mano. Ellos saben que de acá a la eternidad pueden contar con nosotros. Pero también son conscientes, y nosotros también, de que si se están cagando de hambre no nos van a pedir plata, sino una caña de pescar para que vayan a pescar.
–Convivió durante meses con presos de diferentes penales y que cumplen sus condenas por distintos motivos. ¿Encontró algún punto en común entre ellos?
–Que casual o causalmente la mayoría de la población carcelaria vive por debajo de la línea de la pobreza. Sin justificarlos, porque si cometieron un delito deben pagar por él, este denominador común no hace más que reforzar la idea de que la Justicia actúa con mayor firmeza sobre los sectores más desprotegidos de la sociedad. Creo que la Justicia en este país no siempre es ciega, sorda ni equilibrada.
–¿Por qué cree que a los televidentes les gusta ver este tipo de ciclos periodísticos?
–A mí también me sorprende que haya tanto interés por ver ciclos que muestran el costado menos amable de la sociedad. No creo que sólo sea por el morbo que pueden llegar a generar. Puede ser que la gente que mira estos ciclos lo haga como para mejorar su baja autoestima ante las cosas que nos pasan y sentirse un poco mejor, al ver que hay un mundo horrible y peor al que viven diariamente.
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