TELEVISION › CONFLICTO ENTRE ACTORES Y PRODUCTORES
Hubo principio de acuerdo para que la ficción vuelva a la pantalla chica después de diez días de paro. El empresario artístico Carlos Rottemberg ofició de mediador.
› Por Emanuel Respighi
Bastó que el empresario artístico Carlos Rottemberg mediara con el sentido común como único y básico criterio para que el prolongado conflicto que enfrentó a los actores y productores de televisión por mejoras salariales y condiciones de trabajo encontrara una vía de solución. De esta manera, la disputa que durante los últimos diez días dejó sin ficción a la pantalla chica argentina finalizó ayer con un acuerdo en el que no hubo ni vencedores ni vencidos y que –en mayor o menor medida– conformó tanto a la Asociación Argentina de Actores (AAA), por un lado, como a la Cámara Argentina de Productores Independientes de Televisión (Capit) y la Asociación de Telerradiodifusoras Argentinas (ATA), por otro. En todo caso, los mayores beneficiados con el acuerdo serán los propios televidentes, que entre hoy y mañana verán cómo sus abruptamente cercenados programas favoritos retoman sus emisiones habituales (ver aparte).
El camino a la solución del mayor conflicto gremial que signó a la TV argentina en sus más de cinco décadas surgió de la manera menos pensada. Todo comenzó el sábado por la noche, cuando el ex presidente de Capit y actual productor teatral, Rottemberg, invitó a las partes a una reunión para el domingo al mediodía en el Multiteatro, el complejo teatral que posee el ex productor de Mirtha Legrand. Allí, fuera del marco legal del Ministerio de Trabajo y sin abogados de por medio, en un clima más relajado, Fernando Blanco (actual presidente de Capit), Norberto Gonzalo (secretario general de la AAA) y Luis Alí (delegado de la AAA) acordaron posiciones en los ocho puntos de conflicto. La propuesta, que ayer por la mañana formalizaron de manera integral Capit y ATA por escrito, finalmente fue aprobada por la noche en la asamblea extraordinaria de la AAA.
Con una validez de dos años, el acuerdo que esta tarde se firmará en el Ministerio de Trabajo estipula las siguientes condiciones:
- El acuerdo forma parte de la renovación del convenio colectivo de trabajo 322/75.
- La jornada de trabajo se fija en 9 horas de prestación efectiva, más una de comida (hasta ahora era de 11 horas de hecho). Los actores pretendían jornadas de 8,45 horas (incluido el almuerzo).
- El sueldo mínimo del contrato para tira diaria se estipuló en 6300 pesos (era de 3600 pesos).
- El sueldo mínimo del actor contratado para ciclos unitarios es de 7 mil pesos, con 9 horas de prestación efectiva más una de comida.
- El “bolo” (la participación actoral que se cobraba 92 pesos) alcanza una contraprestación de 200 pesos, a los que se suman 50 pesos a partir de julio.
- El salario de los apuntadores se equipara a los salarios mínimos de los actores.
- Los apuntadores de reemplazo cobrarán 300 pesos por día de trabajo.
- La identificación tributaria que deben presentar los actores para el contrato es el CUIT, como forma de reconocer a los actores como trabajadores en relación de dependencia (hasta ahora presentaban como identificación laboral el CUIL, en calidad de trabajadores autónomos).
Aun cuando ambas partes anunciaron el fin del conflicto, hasta ayer por la noche los departamentos legales de los productores y los actores terminaban de delinear el acuerdo en el Ministerio de Trabajo, discutiendo –fundamentalmente– el último punto acerca de la identificación tributaria de los actores. Además, si bien el acuerdo posee una validez de dos años, tanto los actores como los productores y las emisoras se comprometieron a reabrir la negociación para la renovación salarial hacia fines de 2008. Incluso, hay algunas cuestiones como el uso de los actores para la Publicidad No Tradicional (PNT) que decidieron discutirse más adelante para facilitar la firma del acuerdo y determinar si se trata de una práctica publicitaria legal.
“Estamos satisfechos de haber llegado a este punto de acuerdo y que la rueda productiva de la ficción argentina vuelva a girar”, le señaló a Página/12 Fernando Blanco, presidente de Capit y de Pol-ka Producciones. “Sin embargo –aclaró el empresario–, debo decir que todos fuimos y somos perdedores con el conflicto. Los actores, los productores y los canales fuimos víctimas de un conflicto que no condujo a nada. Habrá que ver cómo nos adaptamos a esta nueva forma de producir y de grabar sobre la base de este arreglo, con una hora diaria menos, un aumento de salario único en el país del 120 por ciento para los bolos. Esperamos que el tremendo esfuerzo que hicieron productores y canales sea reconocido.”
Por su parte, Norberto Gonzalo, secretario general de la AAA, también “celebró” la finalización del conflicto. “Desde la AAA consideramos que el alcanzado es un acuerdo positivo para todos los actores, más allá de alguna situación a discutir, como el lograr un mayor salario para el bolo”, detalló. Sin embargo, el acuerdo en el conflicto que paralizó las grabaciones de las ficciones y la emisión de los ciclos del género de producción nacional durante los últimos diez días no alcanzó para aquietar las aguas entre los actores y los productores. En efecto, la tensión en la relación parece seguir vigente.
“Estamos conformes, pero más que por los logros, que son importantes, por la vocación negociadora que nunca interrumpimos. Hay que señalar que si la ficción salió del aire fue por decisión de los productores y las emisoras. Nosotros sólo defendimos a los actores con la única herramienta vigente, que es el convenio colectivo de trabajo”, aclaró Gonzalo, en un tiro por elevación a Capit y ATA. En cambio, Blanco responsabilizó a la AAA por haber llevado la negociación salarial a este punto de conflicto. “Si bien, por un lado, haber destrabado el conflicto trae satisfacción, por otro no deja de ser un signo de preocupación la manera en que la AAA elevó la negociación a una situación de conflicto insostenible con la decisión de trabajar a convenio de 6,25 horas, algo imposible para sostener el estándar de calidad de la ficción”, retrucó Blanco. Está claro que, entonces, se trata de la culminación de un conflicto sin happy end.
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