TELEVISION › EL DEBUT DE SOCIAS, LA NUEVA SERIE DE POL-KA EN CANAL 13
Con la intención de seguir el ajustado modelo de las series estadounidenses, el unitario presentó un buen guión y dibujo de personajes, aunque deberá evitar el riesgo de enfocarse exclusivamente en el público femenino.
› Por Emanuel Respighi
Si a lo largo de sus más de diez años de vida Pol-Ka renovó la ficción argentina con un estilo visual y narrativo que hizo eje en el registro costumbrista, en Socias la prolífica productora parece intentar darles un nuevo rumbo a sus realizaciones. Es que el unitario que debutó el miércoles no hace ninguna referencia al barrio, tampoco da lugar a los “tiempos muertos” ni mucho menos el mate forma parte de la cotidianidad de sus protagonistas femeninas. Exceptuando la realización a pedido de Amas de casa desesperadas para Disney, con Socias (miércoles a las 22.15 por Canal 13), Pol-Ka se corrió de la fórmula que tanto éxito le dio, conformando un programa netamente urbano, estética y narrativamente moderno, más próximo al registro dinámico de las series estadounidenses que al que suele tener la TV local. Y la búsqueda de modificar tonos y ritmos fue aceptado por los televidentes: el primer capítulo de Socias promedió 23,9 puntos de rating, imponiéndose en su franja horaria y convirtiéndose en el segundo programa más visto del día (detrás de Por amor a vos).
Desde el comienzo, con esas tres primeras escenas que sirvieron para pintar en cuerpo y alma a Inés (Mercedes Morán), Dolores (Nancy Dupláa) y Mía (Andrea Pietra), el trío de abogadas en la que se basa la historia, Socias dejó en claro que la fortaleza de su trama iba a estar puesta en las relaciones entre los personajes protagónicos, y de ellos con el afuera (léase el mundo masculino). Cada una con características bien definidas (al mejor estilo de las mujeres de Amas de casa de-sesperadas o Sex and the city), el ciclo confía en que el juego de roles y los diálogos ingeniosos bastarán para mantener la atención de los televidentes. Habrá que ver si, en todo caso, Socias podrá hacer que la preponderancia femenina no termine por cristalizar un ciclo exclusivamente apto para los televidentes de sexo femenino.
Como suele suceder en los capítulos presentación, el trío de abogadas que se asocian para dirigir un estudio jurídico promete más de lo que se pudo ver en su debut. Por ahora, se sabe que el juego de roles está repartido de tal forma que Mía, que acaba de descubrir que su marido la engaña desde hace tiempo, es la pata dubitativa, insegura y emocionalmente desequilibrada; Dolores, en tanto, es su contracara, una mujer independiente, segura de sí misma y para la que los hombres no son otra cosa que objetos con los que satisface su deseo sexual; en medio de ellas está Inés, una mujer divorciada y madre de una hija adolescente con quien intenta alimentar el vínculo, en el mismo momento en que se muda a la casa de su nueva pareja.
Si bien desde lo visual y narrativo hereda muchos recursos de las series estadounidenses (la cámara en mano, el plano corto, la justeza del guión), el aspecto que termina de diferenciar a Socias de aquéllas es que los personajes escritos por Silvina Frejdkes y Marta Betoldi (que se dio el gusto de interpretar a la jueza Francisca Ribera) están más cercanos a la realidad de carne y hueso que a la que suelen emitir los rayos catódicos. Aquí, Inés, Dolores y Mía lejos están de ser heroínas o abogadas exitosas: cada una tiene su propio lado vulnerable y ninguna de ellas es capaz de separar su vida profesional de la personal. Más bien suelen enredarlas todo el tiempo.
Pretendidamente volcada hacia la comedia, aún resta por determinar cuál será el rol que ocupará el caso judicial en cada capítulo, si servirá como contexto o si, como se vio en el episodio del lunes, tendrá un lugar fundamental en la trama, con alegatos incluidos. Si es esto último, vale señalar que las autoras deberán otorgarles más precisión a los textos, ya que la resolución del primer caso –sobre mala praxis e incompetencia de una empresa de medicina prepaga– no fue todo lo contundente y divertida que podía haber sido. Sería aconsejable, entonces, que a todo el glamour visual que destila Socias se le agregue alguna dosis más de picardía. Para que la serie no se estanque en una superficialidad y la forma no se termine por devorar al contenido.
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