TELEVISION › ENTREVISTA A MARIO PERGOLINI Y FELIPE PIGNA: EL LUNES COMIENZA “ALGO HABRAN HECHO”
“Se trata de hacer gratis la historia”
El programa producido por Cuatro Cabezas es la primera realización de alto presupuesto en el rubro documental-histórico, aunque incluirá segmentos de ficción. Pergolini y Pigna hablan del trabajoso proceso de escritura, producción y filmación que se hizo en varios países de Latinoamérica.
› Por Emanuel Respighi
“Sincerándome, tengo que decir que tanto el proceso como el resultado de Algo habrán hecho resultó una mierda. Nunca más vuelvo a hacer un programa de este tipo...”, dispara, de movida, Mario Pergolini, y suelta su característica carcajada. Aunque se trata de una broma, lo que dice el alma mater de Cuatro Cabezas acerca de Algo habrán hecho, el ciclo sobre historia argentina que el lunes, a las 22, se estrena por el 13, no deja de encerrar algo de realidad. “En mi vida trabajé tanto”, suelta Pergolini. “Fue un proceso agotador”, se suma el historiador Felipe Pigna, el otro conductor del ciclo. “Estuvimos ocho meses de viaje. Fuimos a Salta, Chile, Perú, España, Francia, Inglaterra... No quedó lugar histórico al que no hayamos ido. Tenemos más kilómetros hechos que San Martín. Aunque lo hicimos en avión y no en caballo”, detalla.
Estructurado en una suerte de viaje hacia el pasado que emprenden Pergolini y Pigna, Algo habrán hecho intenta otorgarle a la historia argentina un lugar que nunca tuvo en la pantalla chica. El ciclo producido por Cuatro Cabezas indaga en la historia argentina, en un mix estético que combina documental y ficción. En esta primera temporada, el programa posa su atención en los hechos que van desde 1804 hasta 1852. “Después de la experiencia de Felipe como columnista de ¿Cuál es? y de las buenas ventas de su libro (Mitos argentinos), exploramos las posibilidades que teníamos de llevar la historia a la TV. Y ahí nos empezamos a embalar con la idea de hacer un especial que vaya de 1804 a 1930. Pero como el libro era muy extenso, nos dimos cuenta de que teníamos que hacer más de una temporada. La historia argentina es tan rica que desborda cualquier programa de TV”, detalla Pergolini. De este modo, queda pendiente para el año que viene el estreno de los cuatro envíos que van de 1852 a 1930, a fines del 2006 los que transcurren desde 1930 al derrocamiento de Perón, y para el 2007 los últimos cuatro, para terminar el 23 de marzo de 1976, a las 20.30.
–¿Y ahí van a parar?
M.P.: –Y sí, qué querés, que nos maten. Si están todos vivos... (risas)
–¿El programa va a tener una mirada no oficial de la historia, aquella que no suele contarse en los manuales escolares?
F.P.: –Se va a ver otra visión de la historia. Hay críticas de la iconografía clásica. Nos paramos frente al cuadro clásico que la gente conoce de la historia, y hacemos retoques al cuadro oficial: desde la negritud del sargento Cabral, hasta cómo era realmente la Buenos Aires colonial.
–Esa mirada probablemente va a levantar polvareda dentro del ámbito académico, donde usted es bastante criticado.
F.P.: –Claro que va a levantar polvareda, porque ellos no toleran que uno le corrija una coma. Además, tampoco les gusta la difusión de la historia. Ellos prefieren el ámbito académico cerrado. Para los historiadores conservadores todo lo que suene a masividad es abaratar. No se dan cuenta de que no es abaratar la historia, sino que significa hacerla gratis. Hay que hacer gratis la historia. La historia no tiene precio. Asociar la palabra abaratar a lo masivo es un concepto tilingo y elitista.
M.P.: –Tratamos de mirar el cuadro histórico y sus personajes con amplitud. Inclusive, con personas que nos son contradictorios. Aunque es difícil no tomar partido. Es difícil no ver un Rosas dictador...
–¿El televidente culminará con un sabor dulce o amargo de los próceres?
F.P.: –La idea del ciclo es devolverle a la gente la confianza en este país, que no todo fue malo. Contra la visión negativista de que todo estuvo siempre mal y va a estar siempre mal, el ciclo demuestra que hubo gente muy valiosa, que hizo mucho por defender este país y que vale la pena recordarlos. Pero también recordamos a los otros, los que aportaron a otro tipo de intereses.
M.P.: –Con Felipe tenemos dos visiones muy distintas. A mí me da la sensación de que la clase dirigente fue mala desde el comienzo, que nuncahubo un verdadero sentido de país y mucho menos de cuidado de la historia. Los villanos fueron muy villanos. A mí me parece que el mal ganó. No tengo la sensación de que los San Martín o los Belgrano miren para adelante y concluyan que sirvió.
–Recién decía que divulgación histórica en televisión no es sinónimo de vulgarización. Pero es comprensible que se tenga esa duda, de acuerdo con la televisión actual, más proclive al efecto que al trabajo riguroso.
M.P.: –Yo creo que Felipe no va a poder escapar a la crítica de algunos colegas, que en una mezcla de envidia o desde el hecho realmente académico piense que este tipo de programa no hace más que vulgarizar a la historia. Ojalá la gente pueda entender que fue hecho el ciclo con seriedad y rigurosidad. Hay un excesivo respeto histórico: todo lo que contamos, sucedió. ¿Que puede tener otras lecturas? Y sí, todo lo histórico puede tener otras lecturas.
F.P.: –El programa está hecho con un respeto total por la historia, desde los hechos hasta la vestimenta que usamos para las dramatizaciones. Creo que además de la prevención académica, está también la prevención de la gente acerca de la reconstrucción histórica por las malas experiencias del cine argentino.
M.P.: –Lo que pasa que hacerlo bien es muy caro. Cuatro Cabezas no va a recuperar la plata invertida.
–¿Y qué busca con el ciclo, entonces? ¿Prestigio?
M.P.: –Para Cuatro Cabezas es un paso fundamental. Algo... es nuestra forma de mostrar que podemos hacer ficción y documentales. Es nuestra manera de mostrarle a la TV argentina que se puede hacer cuatro envíos de alto presupuesto, hablando de algo “culto”. Los cuatro capítulos costaron más de 2 millones de pesos. La rentabilidad de un programa de esta magnitud recién va a venir cuando pongamos al aire el resto de las minitemporadas, donde se van a amortizar muchos rubros. Porque, encima, la primera parte de la historia argentina pasa en muchas partes distanciadas: Chile, Perú, Salta, Europa... y a todos lados llevamos productores, directores, camarógrafos. Ni siquiera una película se hace a lo largo de ocho meses.
–En el último tiempo, la historia comenzó a ganar mucho lugar en los medios. ¿Por qué?
F.P.: –Creo que tiene que ver con el proceso que vivió Argentina desde el 2001, donde afloró la necesidad de buscar explicaciones que no se encuentran en lo cotidiano. La historia contextualiza los hechos y ayuda a entenderlos. La gente empezó a darse cuenta que los problemas no surgían de la nada.
M.P.: –Cada 10 o 15 años, la Argentina está en un quilombo y necesita mirar atrás para revalorizar la identidad. En los recitales, por ejemplo, ahora abundan las banderas celestes y blancas y está presente grito desahogo: “¡Argentina, Argentina!”. Eso antes no pasaba. No hay duda de que estamos viviendo una época de la argentinidad al palo.
Subnotas