7-My Winnipeg,

de Guy Maddin. Con Ann Savage y Darcy Fehr.

2007, 80 min. 791 Colección.

Acaba de bajar de cartel y ya sale en DVD lo más reciente del canadiense Guy Maddin, uno de esos cineastas que imprimen su sello en cada fotograma. Tratándose de un estilista barroco y fabulador, lo que debió haber sido un documental sobre la ciudad en que nació deviene, fatalmente, ensayo torturado, cómico y delirante, dominado tanto por su apabullante madre (a quien encarna la legendaria Ann Savage) como por la urbe a la que está dedicado. Llena de poderosas imágenes en blanco y negro, de sueños y pesadillas, de hechos reales que parecen inventados, en ocasiones dan ganas de bajarle el volumen (o el tono) al verborrágico off del propio GM, que tiende a tapar las imágenes con su voz.

7-Destellos de genio,

de Marc Abraham. Con Greg Kinnear, Lauren Graham y Alan Alda.

2008, 119 min. AVH.

La vieja historia del inventor en lucha contra las grandes corporaciones, contada con la convicción que le da el hecho de haber sido real. A comienzos de los años ’60, un ingeniero llamado Bob Kearns tuvo lo que el título indica y le dio por inventar el limpiaparabrisas intermitente, algo que todavía no existía. Demasiado ingenuo tal vez, se lo llevó a la Ford y la Ford... se lo robó. Lo que sigue es una historia de obsesión rayana con la locura (el tipo llegó a estar internado), con Mr. Kearns negándose a arreglar por medio millón de dólares, mientras su familia se desintegra. Confirmación del talento de Greg Kinnear –en infrecuente papel “serio”–, Destellos de genio está narrada con una sequedad que corta cualquier facilismo épico.

6-La felicidad trae suerte,

de Mike Leigh. Con Sally Hawkins, Eddie Marsan y Alexis Zegerman.

2008, 118 min. SP Films.

Las películas del británico Mike Leigh (Life is

Sweet, Secretos y mentiras, Vera Drake) suelen combinar con justeza lo dulce y lo salado, la luz y la sordidez. No es el caso. La felicidad trae suerte parece embelesada por su protagonista, maestra jardinera que daría la impresión de tener la edad mental de sus alumnos. Personificada por Sally Hawkins, el optimismo de Poppy no declina ante nada ni nadie, tiñendo de color, alegría, hiperkinesis y chistes pueriles una Londres de cuento de hadas. Su contrapeso dramático está privado de cumplir esa función, en tanto se trata de un instructor de manejo siniestro, desagradable y sociópata. Si la sal no sala, lo que queda es el azúcar de Poppy, servido de a kilos.

7-La rosa del desierto,

de Mario Monicelli. Con Alessandro Haber y Michele Placido.

2006, 102 min. Transeuropa.

A los 91 años, el legendario Mario Monicelli (el de Los desconocidos de siempre, el de Los compañeros, el de La armada Brancaleone) filmó esta farsa bélica, basada en una novela pero alimentada de sus propias experiencias. La acción, en el desierto libio (por allí anduvo Monicelli en su juventud), donde los integrantes de un batallón sanitario ven pasar la guerra, en compañía de un cura vitalista. Hasta que la guerra viene a su encuentro. Comparada con cualquiera de sus clásicos, la mirada del nonagenario realizador luce más amable. Lo cual no quiere decir que La rosa del desierto carezca de acidez o punch humorístico: véase, por ejemplo, el personaje del vivillo de la zona, que parece salido de una commedia all’italiana.