8-Monte criollo,

de Arturo Mom. Con Nedda Francy, Francisco Petrone y F. Ferrario.

1935, 70 min. Arte Video.

Escritor, guionista y crítico cinematográfico, la obra de Arturo Mom se concentra en los años ’30. Producción de la Sono, en Monte criollo adapta el film de gangsters estadounidense a los ambientes portuarios y la noche porteña, tango y dancing incluido (canta en vivo Azucena Maizani). Típica historia de ascenso y caída, de lealtades y traiciones masculinas –incluyendo una rubia platinada, Nedda Francy–, lo notable de Monte criollo es la batería de figuras cinematográficas que despliega Mom, en tiempos en que el cine local tendía al almidón radiofónico. Fueras de campo, vastas elipsis temporales, poderosas subjetivas, elocuentes cambios de plano y continuos travellings convierten a Monte criollo en una rara muestra del cine puro.

7-Ponyo y el secreto...,

de Hayao Miyazaki. Versión doblada al castellano.

2008, 101 min. AVH.

Después de un largo ciclo de películas sumamente ambiciosas y complejas, dirigidas a un público de preadolescente para arriba (las extraordinarias Princesa Mononoke y El viaje de Chihiro, la algo más recargada El increíble castillo vagabundo), el maestro Hayao Miyazaki regresa a una fábula alla Totoro: para niños más pequeños, por lo tanto más sencilla y naïf. También más manual, menos digital. Paráfrasis de La sirenita, Ponyo es una pececita, hija de una suerte de Rey del Mar, que quiere ser humana, como su padre lo fue alguna vez. Descubierta por un chico que es como su contratara (el padre es marino), hay, como de costumbre, altos momentos de poesía visual, incluyendo una arrobadora escena de cine puro.

3-Juventud sin juventud,

de Francis F. Coppola. Con Tim Roth, Bruno Ganz y Alexandra M. Lara.

2007, 124 min. AVH.

Al revés que el protagonista, que recupera la memoria a medida que envejece, el retorno de Coppola tras diez años de ausencia hace pensar que el hombre está perdiendo la suya. Escrita por el erudito rumano Mircea Eliade, la novela original junta filología, amores románticos a la antigua y pérfidos nazis que secuestran gente para usarla en proyectos científicos. La puesta en escena parece la de algún realizador europeo de los años ’60, con más pretensiones que gusto o criterio. Los actores gesticulan, hay diálogos y maquillajes imposibles, la cámara de pronto mira al revés y la fotografía despliega una vacua ostentosidad cromática. Algunos dicen que la película argentina de Coppola es ligeramente mejor. Otros dicen que no.

7-Igor, de Tony Leondis.

Con las voces de John Cusack, Steve Buscemi y John Cleese.

2008, 86 min. AVH.

Una de varias películas que confirman que no hay nada más saludable en Hollywood que el cine de animación, los únicos antecedentes de peso de Igor eran sus voces (ver ficha técnica). Sin embargo, brinda 86 minutos absolutamente contagiosos, parafraseando a Frankenstein pero sin perder autonomía. En el planeta Malaria hay dos clases de personas: los científicos locos y sus sufridos ayudantes jorobados, los Igor, que se la pasan bajando y subiendo interruptores eléctricos. Y simulando acento centroeuropeo. Con John Cusack desplegando una infinita gama de matices vocales, el protagonista es un Igor que quiere ser científico loco. El diseño de los personajes demuestra que el realizador, Tony Leondis, viaja en la línea Burton-Selick.