VIDEO › MIEDOS, EL ULTIMO LARGOMETRAJE DE JOE DANTE
El legendario director de Gremlins se muestra aquí como un auténtico orfebre del cine de terror. Con un elenco mayormente ignoto logra un film perturbador, en el que el hueco de un sótano es el punto desde el que brotan los temores más profundos.
› Por Horacio Bernades
Desde hace rato, varias de las glorias vivientes del cine estadounidense, con el mismísimo Francis Ford Coppola a la cabeza, vienen filmando a los saltos, para productoras de segunda línea, para la televisión o en países remotos. Por algún motivo que habría que investigar, la guerra del cerdo versión Hollywood se vuelve más encarnizada al focalizarse sobre especialistas en cine de terror. Ver si no los casos de John Carpenter, Wes Craven (el de las series Pesadilla y Scream), Tobe Hooper (La masacre de Texas), John Landis (El hombre lobo americano) y, claro, el hombre que un par de meses atrás se paseó por la rambla marplatense: Joe Dante. “Ya no somos novios, no salimos más”, definió Dante su relación con Hollywood, en entrevista con Página/12. El último largo que filmó, The Hole, es casi el colmo. Rodada en Canadá para un par de compañías pequeñísimas y con elenco mayormente ignoto, The Hole ni siquiera llegó a estrenarse en Estados Unidos. ¡Y eso que está filmada en 3D! A no quejarse entonces de que aquí salga directamente en DVD, obviamente en versión aplanada, lanzada por el sello AVH con el título más sencillo del mundo: Miedos.
El de este sesentón largo es, en The Hole, el trabajo de un orfebre, tratando de sacarle brillo a la vasija con la que está trabajando. El guión no es propio, pero parece escrito a medida. Como en Gremlins, Matinée y Pequeños guerreros (tres de sus mejores películas), el seno familiar tiene un papel protagónico aquí. Dos hermanos, Dane y Lucas, llegan junto a su madre, Susan (Teri Polo, uno de los pocos nombres del elenco con antecedentes) a su nueva casa en una ciudad apartada. Como buen adolescente, Dane protesta. Protesta porque es la enésima mudanza en unos pocos años, protesta porque no le gusta la casa, protesta porque está a años luz de Nueva York. Deja de protestar cuando descubre a Julie, su vecinita rubia. Con mucho tiempo libre (es verano) y poco para hacer, los tres chicos descubrirán, en el sótano, una puerta que da a un hueco (el hole del original) que parecería no tener fin. “¡Es un agujero dimensional, una puerta al infierno!”, se ilusiona el impresionable Lucas. ¿Y si fuera algo así? ¿Un hueco desde el que brotan los miedos más profundos, un puente directo al inconsciente?
Con un guión que abre mejor de lo que cierra, Dante se concentra en hacer lo que sabe hacer. Sintonizar con el feeling adolescente, por ejemplo: ver el modo en que el protagonista, Chris Massoglia, hunde los hombros, mete las manos en los bolsillos, desvía la vista y tartamudea, el primer día que sale de paseo con su vecina. Crear climas, desde ya. Sobre todo en ese sótano húmedo, oscuro y polvoriento, iluminado a través de un par de ventanas y con esa puerta que parecería abrirse sola por las noches. Recurrir a un par de de figuras clásicas del género: la niña en pena, que sangra por los ojos; el muñeco maldito, para decirlo en términos narcisos. Convocar para que lo acompañen a amigos de toda la vida, porque para este hijo de ítaloamericanos el cine siempre tuvo algo de eso, de fiesta entre amigos, como la proyección de The Movie Orgy acaba de confirmar en Mar del Plata. Más aún si esos amigos representan el último eslabón de un largo linaje. Amigos más que septuagenarios, como Bruce Dern y el actor fetiche por excelencia de Dante, Dick Miller, ambos veteranos de la escudería de Roger Corman, donde el propio realizador se formó.
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