El sello Blu Shine acaba de lanzar una de las películas argentinas más elogiadas de la temporada: El último Elvis, ópera prima de Armando Bo, nieto del célebre realizador homónimo. Ganadora del concurso de guión en el Festival de Sundance, elegida para la apertura de la última edición del Bafici y presentada en varios festivales internacionales, la película gira, como se recordará, alrededor de la figura de un modesto trabajador del conurbano bonaerense, a quien sólo una cosa parecería salvar de la grisura ambiente: su admiración por la vida y obra de Elvis Presley. Admiración que es obsesión y duplicación. Carlos Gutiérrez no sólo canta igualito al hombre del jopo: también rebautiza Priscilla a su esposa (Griselda Siciliani) y a la hija le puso de nombre Lisa Marie. Aunque se llame John McInerny, el protagonista es porteño como el que más. Pero no hay quien cante, como él, con la voz de Elvis. Puede ser que la ópera prima de Bo nieto (coguionista, junto a Nicolás Giacobone, de Biútiful, del campeón del miserabilismo Alejandro González Iñárritu) no siempre muestre toda la piedad del mundo hacia sus personajes. Pero está fuera de duda que su nivel técnico, sonoro y visual la pone bien por encima de la media nacional.