VIDEO › CORIOLANUS Y MUJER INVISIBLE, DE RALPH FIENNES
Ninguno de los dos films, dirigidos y protagonizados por el actor británico, tuvo estreno en la Argentina, por eso su edición en DVD es una gran oportunidad para conocer a un cineasta insospechado y seguro de lo que quiere.
› Por Horacio Bernades
¿Nace un cineasta? Todo indica que sí. En febrero de 2011, Ralph Fiennes –vastamente conocido por sus papeles como el criminal de guerra Amon Goeth en La lista de Schindler, el conde Almasy en El paciente inglés o el mismísimo Lord Voldemort de la serie Harry Potter, entre tantos otros– presentó en la competencia oficial del Festival de Berlín su ópera prima como realizador, Coriolanus, basada en la obra homónima de Shakespeare. Dos años más tarde volvió a la carga, esta vez con The Invisible Woman, que a pesar de lo que su título pueda hacer pensar no es una remake del film homónimo de ciencia ficción, sino una película sobre cierta amante secreta de Charles Dickens. Shakespeare, Dickens, un actor que –como todo británico que se precie– empezó en la Royal Shakespeare Company: todo lleva a pensar en teatro filmado, mera ilustración de un texto prestigioso, uno de esos biopics pesados y académicos. Nada que ver: ambas películas sorprenden por ser todo lo contrario, dejando ver la mano de un cineasta no sólo segurísimo de lo que quiere sino dispuesto a releer a los clásicos desde el presente.
Por asombrosa coincidencia, Coriolanus y Mujer invisible –que vaya a saber por qué no se estrenaron en cine– se editan casi al mismo tiempo en la Argentina. La primera a cargo del sello SBP, la segunda por parte de Sony. Gran oportunidad para conocer a un cineasta insospechado. Y dúctil, por lo visto: mientras que Coriolanus tiende a lo explosivo, lo pasional y sangrante, en Mujer invisible la procesión va por dentro, como corresponde a una historia de infidelidad del siglo XIX, uno de cuyos protagonistas es un hombre que ya en su tiempo era tan famoso como popular. Si algo tienen en común es que en ambas actúa Fiennes. Pero no lo hace, si se permite el juego de palabras, del modo que es más común en él. Esto es, con británica moderación, ponderación y control. No, aquí desparrama furia y fiereza, en la primera de ellas, y entusiasmo y energía de niño grande en el papel de Charles Dickens.
En ambas hay familias, también. La de Coriolanus está presidida por una madre quintaesencialmente shakespereana (una furibunda Vanessa Redgrave), capaz de mandar al hombre que manda sobre Roma, y termina con una trágica escisión. La de Mujer invisible es una familia abundante y dispar. Si a sus cincuenta años Charles parece tener la mitad de su edad, Catherine Hoghart, la esposa, da la impresión de doblarlo, tanto en peso como en edad. Claro, después de parir diez veces (¡!) se hace difícil mantener figura y disposición. El Dickens de Mujer invisible –basada en la biografía homónima de Nelly Ternan, dama en cuestión– es más hombre de teatro que de letras, ensayando una obra que escribió, dirige y actúa, entre risas y corridas. Lo notable de Mujer invisible es la falta de almidón, la confianza con que Fiennes se autoriza a tratar época, historia y personajes en presente y de igual a igual.
¿Existe acaso alguien más temible que Shakespeare, a la hora de lograr un film autónomo? Como Aki Kaurismäki en Hamlet goes business, como Gus Van Sant en relación con Falstaff en Mi mundo privado, como Richard Loncraine cuando hizo de Ricardo III un fascista inglés de los años ’30, Fiennes se juega a combinar fidelidad extrema con traspolación radical. La fidelidad es al tema, la fábula y los endecasílabos; la traspolación, a un ucrónico mundo contemporáneo. La acción de Coriolanus transcurre en un presente en el que Roma sigue siendo el centro del imperio, regida por un cónsul y un senado y resistida por los volscos. Que aquí visten uniforme camuflado, pero siguen teniendo a Anzio por ciudad capital. Cayo Marcio Coriolano (Fiennes) se mantiene como arquetipo de guerrero ejemplar. Pero tan soberbio como para ignorar la voluntad popular y preferir el destierro al consulado, aliándose con su mejor enemigo, el volsco Tulo Aufidio (el escocés Gerard Butler), con la intención de marchar sobre Roma y prenderle fuego. Incluidos su madre, su esposa (Jessica Chastain) e hijo.
Como en Mujer invisible, la elección de puesta en escena es tan firme como original. Fiennes filma la tragedia de Shakespeare como una de guerra... dirigida por Paul Greengrass, realizador de La supremacía Bourne y Vuelo 93. De hecho, usa no sólo al brazo derecho de aquél, el camarógrafo Barry Ackroyd (que imprime ese caos de cámara en mano de falso documental), sino a actores que actuaron a las órdenes de Greengrass (el gran Brian Cox, James Nesbitt). El resultado es tan visceral como una de Greengrass y tan interesado por analizar el ansia de poder como una de Shakespeare. Y funciona de punta a punta.
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