VIDEO
De Jafar Panahi.
Con Jafar Panahi.
2011, 75 min.
AVH.
La película del iraní Jafar Panahi es una de las muestras más contundentes de resistencia civil y política que haya producido el cine. Condenado por el régimen de los ayatolás por hacer películas “subversivas” (El círculo, Offside), Panahi fue sometido a prisión domiciliaria mientras su juicio se llevaba adelante, siéndole prohibido además seguir filmando. A esa condena responde grabando una película clandestina. ¿Cómo? Con una camarita casera. ¿Dónde? Dentro de su departamento-prisión. ¿Sobre qué? Sobre el día a día de ese encarcelamiento en espera. De-sayuna, juega con el gato, habla con su abogado, se asoma al pasillo a charlar con el portero. El resultado es del más alto valor, político y cinematográfico
De Calin Peter Netzer.
Con Luminita Gheorghiu, Bogdan Dumitrache y Natasa Raab.
2013, 112 min.
AVH.
La del rumano Calin Peter Netzer es otra película extraordinaria. Anticipando en buena medida el episodio-Oscar Martínez de Relatos salvajes, la genial Luminita Gheorghiu (la enfermera de La noche del señor Lazarescu, vista en un montón de otras películas) es aquí una profesional con poder y contactos. Cuando se entera de que su hijo mató a un chico en un accidente de auto, se pone manos a la obra para hacer todo lo necesario para zafar de prisión. Provista de la determinación de una trágica griega, Cornelia no duda ante nada ni nadie. Sean su hijo, los padres de la víctima o el sistema jurídico. La mirada del hijo pone al espectador en la piel de la “heroína”, preguntando implícitamente qué haría.
De Anahí Berneri.
Con Leonardo Sbaraglia, Celeste Cid y Fabiana Cantilo.
2014,104 min.
Sony Video.
La cuarta película de Anahí Berneri es la más depurada de la realizadora de Un año sin amor, Encarnación y Por tu culpa. Si el espectador logra salirse de sí mismo e identificarse con una pareja a la que no le falta nada e igual la pasa mal, podrá apreciar el modo en que el matrimonio de Leonardo Sbaraglia y Celeste Cid se va deteriorando, imperceptible e inexorablemente, en paralelo con la lenta y laboriosa refacción de una casa nueva. El arte narrativo de Berneri consiste en el modo, elíptico y despojado de todo subrayado, en que va construyendo esa destrucción, de modo sordo y casi sin que se advierta. Hasta que la violencia estalla. Notablemente afiatada en todos los rubros, esto incluye a ambos protagónicos, inmejorables.
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