VIDEO › FESTIVAL DE ROSARIO 2006
Decenas de grupos presentaron sus trabajos en un clima de gran entusiasmo creativo.
› Por Facundo Garcia
Desde Rosario
La ráfaga de imágenes y conferencias que acompañó al 13º Festival de Video Rosario 2006 dejó un retrato nítido del momento que vive la cultura audiovisual en Latinoamérica. Decenas de grupos presentaron ficciones, documentales y videos experimentales con una actitud tribal casi rockera y la “prepotencia de trabajo” como banderas compartidas. Asimismo, los críticos extranjeros que se dieron cita en las salas y en el foro paralelo sobre “Medios, Comunicación y Educación” destacaron la potencia de Argentina como generador de contenidos. Según los analistas, los dieciséis mil estudiantes de cine que tiene el país representan un importante colchón creativo que promete seguir dando talentos, a condición de que se ofrezcan suficientes espacios de difusión, formación y encuentro en los años venideros.
Después de varias jornadas de sol rabioso, la ceremonia de premiación dejó en claro que las jóvenes generaciones no piensan pasar inadvertidas en la era de Youtube y la cámara digital. Ese protagonismo no tiene que ver solamente con la capacidad de innovación formal sino también con cierta recuperación del discurso político frente a coyunturas concretas. En efecto, el premio al Mejor Video del Festival fue para Cavallo entre rejas (50’ - México), de Shula Erenberg, Laura Imperiale y María Inés Roqué; que compartió el galardón con Koka_Zero (Documental - 43’ - Dinamarca / Bolivia), de Martha Gutiérrez Flores. El primer audiovisual revela las distintas instancias de la extradición del ex torturador Miguel Cavallo cuando en el año 2000 fue detenido en México y trasladado a España. Por otro lado, Koka_Zero hace un recorrido nada prejuicioso por distintos aspectos vinculados a la planta de la coca; desde su carácter ritual hasta las acciones de los operadores norteamericanos en la zona y las distintas formas de resistencia a la intervención foránea. El público, en cambio, prefirió Animal luminoso (ficción, 24’, Mar del Plata), de Julio Lascano.
Poco después de la entrega de reconocimientos, los tres jurados de premiación del Festival hicieron un balance del evento organizado por el Centro Audiovisual Rosario, la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad rosarina y TEA Imagen: “El video se presenta hoy como una de las grandes opciones para hacer un arte audiovisual popular, a causa de su menor costo”, estimó la brasileña Marilia Da Silva Franco, doctora en Artes y ex directora de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños (Cuba). A su lado, el investigador y crítico argentino Eduardo Russo señaló la importancia de la reunión al agregar que “más que apelar a un formato, lo interesante aquí es verificar el auge de una ‘cultura del video’, que no tiene que ver con trabajar en digital o con cinta magnética, sino que está relacionada con aprovechar los fenómenos de abaratamiento y convergencia tecnológicos para hacer fisuras al discurso monolítico de los medios masivos”.
A su turno, el tercer miembro del jurado, Alejandro Fuentes Arze –director general de la Fundación Audiovisual de Santa Cruz (Bolivia), y organizador de numerosos festivales en su país– hizo hincapié en la importancia de utilizar las pantallas como espejo para reflexionar sobre la realidad de la región. “Creo que lo que marcaron las jornadas –puntualizó– es la cantidad de aproximaciones honestas al problema de lograr, de una vez por todas, imágenes que nos representen y nos hagan pensar mejor acerca de los problemas que enfrentamos cada día.”
La riqueza polifacética de los trabajos presentados también dio que hablar. “Algunos abordaron un tema muy puntual, documentando la vida de una familia o una persona. Es el caso de Emiterio (Documental - 30 min. - Córdoba). Otros se ocuparon de problemas más amplios, como Koka_Cero. Pero afortunadamente todos tienen un aspecto político, en tanto responden a la necesidad de interpretar y unir hechos aparentemente dispersos. Hay que reconocer esa tarea, porque conectar datos es para mí un imperativo principal para quienes quieran hacer un cine militante en este tiempo”, se entusiasmó Da Silva Franco. A su criterio, la denuncia sigue siendo importante para aquellos que deseen hacer su aporte a la cultura; pero lo urgente es aprender a cruzar datos para contrarrestar el caos de información que proponen las grandes empresas de comunicación. Desde su perspectiva, nuestras sociedades, que tienen una tradición auditiva y visual muy rica, encuentran en el video un elemento de potenciales importantísimos para articular una perspectiva propia del mundo por fuera de los limbos que exporta el oropel hollywoodense.
Los numerosos trabajos premiados girarán por las ciudades integradas a la Red Latinoamericana de Festivales Audiovisuales. Russo reveló que la cantidad de premios compartidos había tenido que ver con la conciencia de esa circulación. “Pensamos que en Latinoamérica no se puede separar el problema de los represores, por ejemplo, del de la persecución a los productores de coca. Por eso dimos a los dos trabajos ganadores la misma calificación”, enfatizó el crítico. Y remató: “Estamos acostumbrados a la lógica del espectáculo, que nos dibuja la realidad como dividida en compartimentos estancos. Nuestro criterio de elección, en buena medida, intentó romper ese cerco para demostrar la interrelación de los conflictos”.
A la hora de evaluar la actualidad del arte audiovisual en Argentina, los observadores destacaron la calidad del clima creativo que se vive. Da Silva Franco contrastó las dificultades que encontraba un joven director a fines de los sesenta con los caminos que hay hoy para encarar nuevos emprendimientos cinematográficos. “Hoy es mucho más económico hacer films –dijo la docente de la Universidad de San Pablo–, y por eso creo que la cantidad de gente que hace cine aquí está justificando que algunos críticos en Brasil ya saluden al cine argentino como el más creativo de toda Latinoamérica.” Fuentes Arze no fue menos enfático al referirse a las obras locales. El boliviano declaró que, en este momento, las películas nacionales son un faro para directores y estudiantes de otros lugares. “En muchísimos trabajos de aquí hay una insistencia en pensar temas del pasado para encontrar la verdad. Eso es una lección muy importante, porque esa actitud todavía no tiene verdadera fortaleza en otras sociedades”, concluyó.
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