VIDEO
8-Nadie sabe
de Hirokazu Kore-eda. Con Yuya Yagira, Ayu Kitaura y Hiei Kimura,
2004. 141 min, 791/Gativideo.
El caso de una madre que abandonó a sus cuatro hijos, dejándolos librados a su suerte en un departamento de Tokio, se prestaba a una de esas combinaciones de golpes bajos y moralización sentenciosa, a las que el cine contemporáneo es tan afecto. En manos del nipón Hirokazu Kore-eda (el mismo de After Life) se convierte en un estudio sobre la capacidad de supervivencia de un grupo de niños, del que no están excluidos el lirismo y cierto sentido del humor. Hasta que los chicos son superados por la realidad y sobreviene la tragedia inevitable. En el camino, un rosario de pequeños momentos cotidianos, permite, de modo casi imperceptible, vincularse a fondo con los personajes.
7-Sin destino
de Lajos Koltai. Con Marcell Nagy, Béla Dóra y Bálint Péntek,
2005. 140 min, AVH.
Otra que se prestaba al golpe bajo y no cae en él, Sin destino se basa en la novela más conocida del Premio Nobel húngaro Imre Kertész, sobreviviente de varios campos de exterminio. Con fuertes elementos autobiográficos, Sin destino narra el paso por Auschwitz y Buchenwald de un chico judío de Budapest. Más allá de que el niño es objeto de la ristra de atrocidades que constituían la rutina de un campo de concentración –incluyendo el riesgo de muerte por inanición–, su odisea no está narrada como tal, sino simplemente como hechos que le tocaron vivir. Abundancia de lluvias, barro y una fotografía ominosa recuerdan, sin embargo, que no es ésa la mejor vida posible.
6-Vecino 13
de Yasuo Inoue. Con Shido Nakamura, Shun Oguri y Hirofumi Arai,
2005. 115 min. SBP.
Directo a video sale esta reciente película japonesa de terror, parte de la colección de cine asiático de acción que mes a mes edita el sello SBP. Bien lejos de lo que se conoce como j-horror (esas películas llenas de fantasmas de chicos y extrañas de pelo largo), Vecino 13 recicla el tema del doble, encarnado por un muchacho tímido, callado y sumiso y su otro yo, una bestia bruta y asesina. Hay un matón que despierta la furia de este último y distintos planos narrativos, que incluyen secuencias imaginarias y hasta algún comic animado. Si todo esto aporta dinámica y variedad visual, el relato central tiende, por el contrario, a la repetición y a una mecánica demasiado previsible.
7-Noi, el albino
de Dagur Kári. Con T. Lemarquis, P. Leó Gunarsson y E. Hansdóttir,
2003. 90 min. 791/Gativideo.
Si slacker es el término con que en Estados Unidos designan a esos jovencitos a los que todo parece producirles una fiaca descomunal, hete aquí un slacker islandés llamado Noi, cuya propensión a la nada se ve potenciada por las condiciones de vida que imponen la nieve y el frío polar. Como toda película del género (no sólo las norteamericanas, como Clerks, sino las argentinas, como Rapado o Labios de churrasco, y hasta las uruguayas, como 25 watts), Noi, el albino suma a la apatía sentido del humor, no por desganado menos gracioso. Aparece por allí, sí, un interés amoroso que huele a fórmula, y al final sobreviene una suerte de miniapocalipsis pueblerino que parecería salido de otra película.
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