Sáb 21.07.2007
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VIDEO › “PROPUESTA DE MUERTE”, CON GUION DE NICK CAVE

Un western que privilegia el desierto rojo australiano

El songwriter de la voz cavernosa escribió para el director John Hillcoat un western grave y solemne.

› Por Horacio Bernades

“No queríamos que sonara a western estadounidense llevado a Australia”, dijo más de una vez Nick Cave en referencia a The Proposition, la película cuyo guión escribió un par de años atrás. Tres lustros después de publicar su primera y hasta ahora única novela, el songwriter de la voz cavernosa recibió de su amigo y compatriota, el cineasta australiano John Hillcoat, una oferta que no pudo o no quiso rechazar. Cave ya había compuesto la música para algunas películas de Hillcoat y la idea era que volviera a hacerlo para The Proposition. Pero esta vez Hillcoat subió la apuesta y le preguntó por qué no escribía el guión, ya que estaba. Estrenada en el mundo entero hacia fines de 2005 y unánimemente elogiada por la crítica, el sello LK-Tel acaba de lanzar The Proposition en la Argentina, con el título Propuesta de muerte. No será la última incursión en el cine del líder de The Bad Seeds: al mismo tiempo que estrenaban The Proposition, él y Hillcoat anunciaron que acababan de fundar una productora, de nombre Titan Films, de la que seguramente volverá a escucharse de aquí a un tiempo.

Propuesta de muerte tiene lugar hacia fines del siglo XIX, en una zona desértica australiana conocida como Queensland. Como Silverado, la película empieza en medio de un tiroteo. Desde el interior de un granero, unos fuera de la ley tiran, con todo lo que tienen, contra las fuerzas policiales que los cercaron. Uno de ellos muere y a los otros dos los atrapan. El capitán Stanley, de las fuerzas británicas de ocupación (Ray Winstone, especialista en “pesados” a quien Scorsese acaba de usar en Los infiltrados), le hace al bandido Charlie Burns (Guy Pearce, protagonista de Memento) una propuesta digna de Fausto: si quiere que liberen a su hermano menor deberá entregar al mayor, al que buscan por una masacre en la que una mujer embarazada resultó violada. Allá va Charlie, rumbo al desierto, en un viaje que parecería una versión fraterna del que el capitán Willard emprendió en Apocalypse Now! Como Willard, Charlie Burns deberá internarse en lo salvaje, la tierra de esos aborígenes de piel oscura que todo cinéfilo conoce al dedillo, desde que los vio por primera vez en La última ola (David Gulpillil, el más reconocible de ellos, hace aquí de rastreador). Como Willard, Charlie terminará encontrando frente a sí a un poeta guerrero que se volvió loco (el últimamente muy requerido Danny Huston, hijo de John). Como Willard, una vez consumada su misión, Charlie ya no volverá a saber si es un héroe o un traidor, un justiciero o un desalmado.

Filmada con altísimas temperaturas en medio del desierto, Propuesta de muerte es una película polvorienta, llena de tipos sucios y transpirados, que parecerían no tener fuerza ni para sacudirse las moscas que se les posan encima. Hay una sola mujer, la esposa del capitán Stanley (la misma Emily Watson de Contra viento y marea y Embriagado de amor), cuya prolijidad de buena familia inglesa revela que no ha ido a parar precisamente al lugar más indicado. Por más que alrededor el desierto parezca extenderse hasta más allá del infinito, el de Propuesta de muerte es un ambiente carcelario. Como si hubiera quedado signado para siempre por esa condición de colonia penal que la lejanísima Australia tuvo en sus orígenes para el conquistador inglés. Como también sucedía en Apocalypse Now!, los mandantes del protagonista parecen tanto o más crueles y despiadados que la presa a capturar. Así lo demuestra la larga, interminable sesión de sangrientos latigazos conducida por el superior del capitán Stanley (el rubio David Wenham, conocido en la Argentina por el thriller financiero The Bank). Basta confrontar la oficialidad británica con los aborígenes desperdigados por el desierto para tener una foto fija de la relación que conquistadores y conquistados mantuvieron allá en Oceanía.

Tan grave y solemne como una canción de Nick Cave, tan llena de citas literarias como ellas, el exceso retórico es el peor enemigo de The Proposition. Sobre todo, cuando aparece un cazador de cabezas inusitadamente culto (un John Hurt que tal vez sea el equivalente del fotógrafo de Dennis Hopper en la película de Coppola). Y cuando, sobre el final de la película, el outlaw del siempre pomposo Danny Huston se pone a reflexionar en voz alta, frente a atardeceres dorados, sobre la relación entre hombre y naturaleza. Ya vendrá un último estallido de violencia brutal para volver a poner las cosas en su lugar. El lugar de cierto continente salvaje llamado western. O lo que aquí es sinónimo: Australia.

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