Sáb 29.03.2008
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VIDEO › EL DESPERTAR DE LOS MUERTOS, DE JOE DANTE

Heridas frescas de la guerra

Es el mejor de los cuatro episodios de una hora que componen el tercer lanzamiento de Maestros del horror. Funciona a la vez como film político, comedia, drama bélico y homenaje a la saga zombi de su admirado George Romero.

› Por Horacio Bernades

“No pienso dejarme atropellar por una manga de criadores de gusanos, ¡malditos zombis disidentes!”, grita, totalmente sacada, una rubia ultraderechista, que previamente había acusado a los noticieros de televisión de darle cámara a “un montón de gente horrible, toda llena de granos”, en alusión a manifestantes antigubernamentales. El objeto de su furia son los ex veteranos de guerra muertos en Irak, que, saliendo uno a uno de sus tumbas –con las heridas de muerte frescas todavía–, reclaman su derecho a votar, en contra de los que los mandaron como carne de cañón a Medio Oriente. Que son los mismos a los que la rubia, “experta en asuntos constitucionales”, apoya furiosamente. Y si no, miren lo que dice la placa de su auto. “Bush Babe”, dice ahí. O sea, “Mina de Bush”.

¿Alegoría política, sátira de terror, continuación por otros medios de la saga de muertos vivos de George Romero? Ultimo opus hasta la fecha de Joe Dante –creador de Gremlins, de Matinée, de Pequeños soldados–, Homecoming es todo eso, y también el panfleto documental que Michael Moore hubiera querido inventar y no pudo. Con el título El despertar de los muertos, Homecoming es sin duda el más fuerte de los cuatro episodios de una hora que componen el tercer lanzamiento de Maestros del horror, serie de televisión cuya primera temporada (2005) el sello SBP viene lanzando en DVD desde fines del año pasado. En envíos anteriores se destacaban los unitarios dirigidos por John Carpenter, Dario Argento y Stuart Gordon. Los que salen ahora, junto con el de Dante, son los menos inspirados Carretera sangrienta (Pick me up, de Larry Cohen) y Alucinaciones mortales (Chocolate, de Mick Garris). Además, claro, de Innombrable (Imprint, Miike Takashi), que la televisión estadounidense se negó a emitir en su momento. Los episodios dirigidos por John Landis, John McNaughton y William Malone cerrarán, en una próxima entrega, esta primera antología en devedé de Masters of Horror.

“Para mí es una película de agit-prop”, dice con toda propiedad el propio Dante, en la entrevista que acompaña su minipelícula, basada en un relato ajeno y con guión de Sam Hamm. No es la primera vez que este nativo de Nueva Jersey realiza una sátira política. La anterior, también para la televisión (medio en el que suele refugiarse, cuando no consigue contratos en cine), es de diez años atrás y se llamó The Second Civil War. Editada aquí en video por AVH, la guerra a la que el título alude era la que el gobernador de Idaho declaraba contra el gobierno de los Estados Unidos, tras prohibir la inmigración en su estado, por culpa de unos huérfanos paquistaníes que pidieron refugio.

Basta que un demagógico asesor gubernamental le diga por televisión a la madre de un soldado muerto en Irak que lo que más quisiera es que su hijo vuelva a la vida, para que todos los veteranos muertos empiecen a levantarse de sus ataúdes, presentándose ante las mesas de votación y exigiendo entrar al cuarto oscuro. Algo que fascina a los representantes del gobierno... hasta que se enteran del sentido de esos votos. “Siempre trato de poner sentido del humor en una película de terror, porque es un género que si no corre el riesgo del ridículo”, afirma en la entrevista adjunta el realizador de Piraña, dando de nuevo en el blanco. Homecoming funciona a la vez como film político (demasiado explícito, incluso), comedia para reírse (de los republicanos, de los belicistas, de los demagogos, de los oportunistas), drama bélico (con momentos tan emotivos como esa madre alla Michael Moore) y adición a la saga zombi de su admirado George Romero.

Combinar el terror con la risa es un precepto al que el nipón Miike Takashi ha sido siempre fiel, y así lo confirma Innombrable. Suerte de (per)versión de Madame Butterfly –en pleno período Edo, un occidental vuelve a Japón, en busca de su geisha–, una larga secuencia de tortura con agujas parece condenar al autor a repetir al infinito su célebre Audition. Tal vez advirtiéndolo, Miike hace aparecer sobre el final, como liberador deus ex machina, una disparatada mano-monstruo-hermana-melliza-mala-y-sangrienta. Por más que brote desde el cuello, esa mano parecería provenir en línea directa de la memorable La felicidad de los Katakuris, llena de monstruitos parecidos.

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