TELEVISION › OPINIóN
› Por Pepe Soriano *
Para mí, que soy el más viejo de todos los integrantes de la Sagai, la puesta en práctica del artículo 56 de la Ley 11.723 es un acto de justicia y un cimiento para creer que las nuevas generaciones de actores van a transitar la tan amada pero ecléctica profesión más dignamente de lo que lo hicimos nosotros. No sólo por el dinero extra que representará para los actores, sino porque pone fin a una deuda histórica que tuvo que esperar más de 74 años. Reconoce nuestro derecho de propiedad intelectual y nos pone a la par de lo que ya poseen con justicia los autores y compositores musicales. No es poco.
La “Ley Noble”, como se la conoce por haber sido el ex diputado Roberto Noble quien la impulsara hace más de siete décadas, nunca había entrado plenamente en vigencia porque nunca le interesó a ningún gobierno hacerlo. Yo estuve detrás de esta ley por más de treinta años. Hubo momentos en que estuvimos cerca de conseguir su aprobación en los noventa, cuando la promovimos con Osvaldo Miranda, María Rosa Gallo y Marcos Zucker, entre otros. Pero la presión de los medios siempre podía más. El gobierno de Néstor Kirchner fue el primero en escucharnos realmente y apoyar la puesta en práctica de un derecho.
Esto no es un conflicto de actores versus compañías de medios. Es el reconocimiento político a un derecho que tenemos como trabajadores del arte. Ningún canal va a cerrar por destinar menos del dos por ciento de sus ingresos publicitarios a los actores por la utilización pública que hacen de nuestras creaciones. Sería ilógico pensar que no vamos a llegar a un acuerdo con las compañías porque eso sería no sólo faltar a la ley sino tener que ir a tribunales. No es nuestra intención perjudicar a nadie. ¿Cuánto dinero se quedaron los canales en todos estos años por no habernos pagado el uso de nuestra imagen? No pueden dejarnos con las manos vacías. A nadie se le ocurriría hoy en día decir que los tangos de Homero Manzi o las canciones de Cacho Castaña no les pertenecen a ellos sino a los usuarios que los retransmiten y se valen de ellos artística y económicamente.
Que se nos haya reconocido este derecho representa una gran ilusión para todo el colectivo. De hecho, en España, la Aisje, de la cual soy socio Nº 243 desde hace 17 años, ya tiene muchos euros recaudados por obras argentinas que ahora podremos cobrar. La creación de una fundación actoral es el objetivo que motoriza a la Sagai en esta cruzada que pone a derecho una gran injusticia.
* Actor y presidente de la Sagai.
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