CONCIERTO DE NELLY SAPORITI CON DIEGO ROLóN
› Por Santiago Giordano
Mientras las distracciones de un feriado permiten que la peatonal Florida sea una especie de gran tienda a cielo abierto, con tráficos más o menos artesanales, el Buenos Aires 10º Festival de Tango convierte a los salones del viejo Harrods, la única sucursal de la tienda londinense, también conocida como “El imperio de la elegancia”, en subsede del ajetreo tanguero. El domingo desde temprano, en la tercera jornada festivalera, la actividad en la planta baja del edificio de Florida al 800, fue febril. Un seminario de composición coreográfica, lecciones de baile, la proyección del documental sobre la cancionista Ada Falcón, una conferencia del crítico musical Diego Fischerman sobre el Piazzolla menos ponderado –es decir el arreglador y orquestador que precedió al líder del quinteto–, y algunos conciertos, integraban una propuesta variada y de notable interés. El primer momento de música en vivo de la tarde llegó, apenas pasadas las 15, con Nelly Saporiti, que no se presentó en dúo con el pianista Gerardo Gandini como estaba anunciado, sino con el guitarrista Diego Rolón. Lo que debía ser una muestra de Locas tentaciones, el disco que Saporiti y Gandini grabaron en 2005, resultó ser el anticipo de una parte de Travesía americana, el disco que actualmente están elaborando la cantante y el guitarrista. Si bien con una estética distinta a las que el numeroso público presente podía esperar, el show logró numerosos momentos de tango bien interpretado.
“Gerardo está enfermo”, se disculpó Saporiti después de comenzar con “Qué me van a hablar de amor”, de Héctor Stamponi y Homero Expósito y “Milonga de medianoche”, un tema propio. La alternancia entre clásicos ciudadanos y creaciones propias sobre huellas tradicionales, fue la tónica de un repertorio que en ambas orillas mantuvo un muy buen nivel. La voz de Saporiti sabe lograr el cuerpo que su gesto necesita: se hace recia en lo dramático y logra ese calor criollo que las milongas y los valses necesitan. Desde la guitarra, Rolón dialogaba con más precisión que preciosismos, secundando con criterio y estilo personal el primer plano a la voz. Al fondo de una platea repleta, algunos aprovechaban el parquet de cedro y los tangos para enlazarse unos pasos de baile.
Siguieron temas del repertorio gardeliano, como “Golondrinas” y “Soledad”, además de los poderosos “Maquillaje”, de los hermanos Expósito, y “Che bandoneón”, de Troilo y Manzi y “Partir incierto”, una perla de exquisita melodía, con letra de Saporiti y música de Gandini. Enseguida, en el mismo escenario, Marcelo Mercadante presentó su disco Suburbios del alma con las voces de Lidia Borda y “Cardenal” Domínguez entre sus invitados, y más tarde llegarían el tango ruptura de la orquesta Astillero y Tango Crash, con Alfredo Casero. Gente que va y que viene, acentos de diversos orígenes y mucha música conformaban el paisaje del tango salonero.
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