Más allá de los errores conceptuales de programación y fines que a juicio de Rincón tiene la TV pública latinoamericana, el investigador también cree que la manera de relacionarse de estas pantallas con la sociedad necesita modificarse en pos de construir un nuevo vínculo, acorde con los tiempos actuales. Es que muchas veces sucede que bajo la premisa de que el rating no importa, las televisoras públicas suelen ceder la posibilidad de que sus contenidos alcancen mayor penetración, tengan una incidencia social superlativa. “Mientras que la TV privada —desarrolla el colombiano— entiende las lógicas del mercado y el marketing de estos tiempos y seduce continuamente a los televidentes y anunciantes, la TV pública desecha los mecanismos de seducción. En vez de ir a buscar a los televidentes, la TV pública se queda de brazos cruzados esperando que los televidentes interesados en sus contenidos vengan hacia ella, con una soberbia que ni siquiera es potestad del sector privado. La TV pública suele no darles importancia a los estudios de mercado, mucho menos a ciertas reglas del marketing y tampoco hace grandes campañas de difusión de su programación. Uno termina viendo TV pública como un acto de fe o porque pasó con el zapping por el canal y algo lo atrapó. No hace falta decir que la TV privada vive seduciéndonos las 24 horas y en todos lados. Y hoy se sabe que el marketing y la publicidad de un programa o una película hacen por el rating o la taquilla tanto o más que el contenido.”
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