Si bien en las películas de Alonso pasan muchas cosas, tal vez con otro tempo, algunos consideran que son lentas o que no pasa nada. “Todo es en comparación con qué –analiza el director–. Si uno compara a un caballo con el tren bala, es lento. Pero si uno se sube arriba del caballo y va a todo galope por un camino de tierra, lo va a sentir rápido. Lo bueno sería que ni las películas de Hollywood sean tan rápidas ni las mías tan lentas. Y en cuanto a que no pase nada, yo encuentro que pasan cosas. No pasan cosas tan extraordinarias e irreverentes como en otras películas. Pasan más cosas como suceden en su vida o en la mía.”

–¿Sería algo así como no espectacularizar la imagen?

–Eso es lo que quería decir: hoy por hoy, sobre todo con la nueva tecnología y las máquinas inmensas de posproducción costosas que hay, la imagen está perdiendo esa cosa pura y sin filtros que tenía antes una película de 35 mm. Y tiene muchos más efectos. Entonces, el espectador se acostumbra a ver todos esos efectos y todos los multiplex, las escaleras, la Pepsi, el helado, las butacas y el sistema surround. Cuando después solo le mostrás un tren que viene a cámara, es como que no ven una película en eso.